Miércoles, 26 de mayo de 2010 | Hoy
EL PAíS › LA PRESIDENTA CONCURRIó AL TEDéUM EN LUJáN
Intervinieron representantes de varios cultos. El obispo Agustín Radrizzani llamó a “promover una mayor fidelidad con la democracia”. Hubo miles de militantes kirchneristas.
En un día como pedido por catálogo, sin una sola nube sobre el soleado cielo de Luján, Cristina Fernández participó de la más importante de las ceremonias religiosas que se llevaron a cabo en todo el país para festejar el Bicentenario. Acompañada por su marido, Néstor Kirchner el gobernador bonaerense Daniel Scioli, el Gabinete nacional en pleno, una numerosa dotación de diputados y senadores oficialistas y de fuerzas aliadas, sindicalistas, Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y personalidades de la cultura, la mandataria escuchó el Tedéum del arzobispo de Mercedes-Luján, Agustín Radrizzani, quien –sin dejar pasar algunas críticas– dio un mensaje conciliador, en el que llamó a “promover una mayor fidelidad a la democracia, ya que es la única que puede garantizar la igualdad y los derechos de todos” y a “avanzar hacia un nuevo proyecto de Nación, que haga posible un justo y solidario desarrollo de la Argentina”. Afuera de la basílica, miles de militantes kirchneristas llegados de todo el país siguieron la ceremonia y luego tuvieron la posibilidad de saludar a la Presidenta, su esposo y algunos funcionarios que se acercaron a la multitud.
Desde temprano comenzaron a acercarse las figuras a Luján. En una carpa montada cerca de la catedral se servía café, te y chocolatada con los clásicos pastelitos, medialunas y brownies. Estela de Carlotto fue de las primeras en llegar, junto al presidente del bloque de senadores oficialista, Miguel Pichetto, que charlaba con el titular del Inadi, Claudio Morgado, sobre las perspectivas de aprobar el proyecto de ley que habilite el matrimonio entre personas del mismo sexo, mientras el diputado socialista (del bloque Nuevo Encuentro Popular y Solidario) Ariel Basteiro felicitaba al titular de la AFA, Julio Grondona, por el resultado del partido del lunes entre la Selección Argentina y Canadá. Algunos ministros, como Débora Giorgi, también participaron del desayuno. A medida que se acercaba el mediodía, los asistentes iban ingresando a la iglesia, donde ya estaban formados los Granaderos a la espera de la Presidenta, que llegó diez minutos después de las doce.
La ceremonia religiosa comenzó con la lectura de un mensaje enviado especialmente por el papa Benedicto XVI a través del nuncio apostólico monseñor Adriano Bernardini, en el que desea sus bendiciones por la ocasión. Luego, el arzobispo Radrizzani leyó su homilía, que sin evitar algunas críticas puntuales fue confluyente con las posiciones oficialistas y tuvo una buena recepción por parte de la Presidenta y su comitiva. “La Patria es un don que hemos recibido, la Nación una tarea que nos convoca y compromete nuestro esfuerzo”, convocó el religioso, citando el último documento del Episcopado. Su mensaje hizo hincapié en que “la democracia es la única que puede garantizar la igualdad y los derechos de todos” (una frase tomada de un documento papal) y sorprendió cuando llamó a la unidad latinoamericana “que soñaron San Martín y Bolívar”.
No faltaron algunas tiradas de orejas: el obispo reclamó por “una Justicia más efectiva, una mejor y más equitativa distribución de la riqueza y una mayor independencia de los poderes republicanos” y marcó una serie de desafíos que calificó como “impostergables”, entre los que destacó “una educación para todos”, “saldar nuestra deuda con los pueblos originarios” y “promover la igualdad y el desarrollo social”, algo que, reconoció, “no será tarea fácil”. También llamó a “un diálogo magnánimo y sereno, que significa abrirnos camino a través de la palabra”, para lo que es necesario “fortalecer el consenso sobre referencias comunes y constantes, más allá de partidismos e intereses personales”. Durante un pasaje, hizo también una velada censura a la legalización del matrimonio homosexual, que ya cuenta con media sanción en la Cámara de Diputados y será tratada pronto por el Senado. “Toda legislación, presente o futura, deberá promover la defensa de la vida, la familia y el bien común”, aleccionó. La ceremonia se completó con intervenciones de representantes de otros cultos, entre ellos el rabino Daniel Goldman de la Comunidad Bet El.
A la salida, la Presidenta y su marido fueron recibidos por la multitud que los esperaba frente a la basílica. “Es la Argentina real que aflora, no la pueden ocultar, no la pueden tergiversar, no la pueden distorsionar”, festejó Cristina Fernández la demostración de afecto popular. Néstor Kirchner, como en sus primeras épocas de presidente, se salió del protocolo y recorrió 150 metros de vallas saludando a los militantes que le tendían la mano, en algo que se parecía demasiado a probarse el traje de candidato presidencial. La respuesta de los simpatizantes (algunos llegados desde Tucumán y Chaco, a juzgar por las banderas) no pudo ser mejor, y al unísono le dedicaron un cantito popular que vaticinaba: “Néstor va a volver”.
Informe: Nicolás Lantos.
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