Viernes, 21 de octubre de 2011 | Hoy
EL PAíS › DAMIAN REYNOSO ACOMPAÑO A MARIANO FERREYRA EN LA AMBULANCIA
Por Irina Hauser
Damián Reynoso recuerda flashes. Unos mates a la mañana en el local del Partido Obrero en Avellaneda. El encuentro con otras organizaciones. Amucharse. Marchar hacia el andén para protestar contra la tercerización. Los hombres de la Unión Ferroviaria acercándose. Los insultos. Dejar ese lugar. Caminar cerca de Mariano Ferreyra por la calle pegada a las vías. Piedras que vuelan. Votar en asamblea para irse. Irse, irse, y de pronto darse vuelta al escuchar un griterío. Alguien que exclama “¡vienen hacia nosotros!”. Ver a los patrulleros despejar la calle y los matones que tiran cascotes y botellas. Correr contra la corriente. Mariano sentado en la vereda, con mala cara. Mujeres ensangrentadas. Mariano tendido en el piso, con una herida en el abdomen. El tiempo que es eterno hasta que llega una ambulancia, una que de casualidad pasaba por ahí. “¿Me escuchás? Apretame la mano, dale, dale”, le implora a Mariano, recostado sobre su cuerpo. “Todavía me parece un sueño”, le cuenta Damián a Página/12
Las imágenes del interior de la ambulancia, antes de que se cerrara la puerta, fueron recurrentes en la televisión ese día. Damián, rubiecito y de anteojos, sostenía a Mariano casi en brazos. Allí estaban amontonados con Elsa Rodríguez, “adormecida porque tenía un disparo en la cabeza” y Nelson Aguirre, “con un balazo en la rodilla”, cuenta Damián. “Yo no había escuchado los disparos, recién ahí me di cuenta de la gravedad de lo que pasaba”, explica. “Tenés que ser fuerte”, le insistía a Mariano. Damián se quedó sentado en la guardia del Hospital Argerich esperando. No había nadie, hasta que llegaron la familia y amigos. “Fue muy feo, me cuesta hablar de esto”, se disculpa. “En la ambulancia sentía que estábamos solos en el mundo, pero el que estaba solo era él –dice–. Al día siguiente fue tanta la gente movilizada que pensé ‘por suerte no estaba solo’.”
Damián tiene 28 años y es profesor de Disciplinas Industriales en escuelas técnicas. Ahora es candidato a concejal en Lomas de Zamora por el Frente de Izquierda. “Mariano era más chico que yo, pero era un cuadro”, cuenta con admiración. “El se encargaba de los cursos de formación política, y eso que era introvertido, pero tenía mucha firmeza. Era humilde, respetuoso y motivador”, lo recuerda. “No teníamos una relación de amigos íntimos pero éramos muy buenos compañeros. Militábamos juntos en la juventud del Partido Obrero. Ese día queríamos hacer un reclamo por los ferroviarios tercerizados, que venían ganando salarios de menos de la mitad de cualquier trabajador de planta, y había despidos. Les hacían reparar las vías y los echaban. ¿Cómo no íbamos a estar con cientos de familias que no podían comer por esa razón? A lo que se sumaba el doble rol de Pedraza como representante de los intereses de los trabajadores y como patrón a la vez, con sus propias tercerizadas”, se explaya.
Hace un año, dice Damián, nada hacía pensar en semejante ataque de hombres armados. “Lo que menos te imaginás, en plena democracia, es que por exigir que se cumpla el artículo 14 bis te van a pegar un tiro. Había mujeres y niños en esa marcha”, apunta. En la causa fue uno de los primeros en declarar y tuvo amenazas. Todavía, confiesa, “me pongo a llorar cuando veo fotos de Mariano o su imagen en la calle”.
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