EL PAíS › MENEM Y KIRCHNER EMPEZARON LA PESCA DE VOTOS CON LOS TRES QUE NO LLEGARON

De cómo seducir a izquierda y derecha

En el inédito escenario del primer ballottage en la Argentina, Menem se apresuró a halagar a López Murphy y Rodríguez Saá. Kirchner aspira, por el contrario, a sumar los votos que en su momento abrevaron en la Alianza. Los encuestadores pronostican un triunfo del santacruceño.

 Por Fernando Cibeira

Apenas cerró el comicio y surfeando en una primera ola de euforia, un ministro político del Gobierno planteaba un escenario de ballottage “blindado” del 65 contra 35 a favor de Néstor Kirchner. Para eso les alcanzaría con una campaña corta que hiciera eje en la confrontación de dos modelos antagónicos. En el menemismo, a esa altura, era difícil obtener un análisis serio, porque hablaban de un triunfo holgado de Carlos Menem en la primera vuelta, que volcaría los ánimos de cara al repechaje del 18 de mayo. Tuvo que aparecer Luis Barrionuevo –que será lo que será pero lleva algunos años en el negocio– para escuchar el primer dato: dijo que había que “tejer alianzas políticas” para ganarse los votos de Adolfo Rodríguez Saá y de Ricardo López Murphy, una línea que luego abonó el propio Menem en su discurso. Los encuestadores –todos– hablaban de un triunfo de Kirchner, pero ayer advertían que los números podrían no ser tan amplios como en los juegos de laboratorio previos. No obstante, insistían en que, de no mediar catástrofes, el santacruceño será el próximo presidente.
En el comando de campaña de Kirchner sostenían que el discurso de fondo del candidato no tenía por qué cambiar, alcanzaba con hacerlo más amplio. “Tenemos que convocar a todos los sectores, tenemos que agrandar nuestro espectro”, explicaba el jefe de campaña, Alberto Fernández. Cerca del santacruceño confiaban en que para la segunda vuelta comenzaría a jugar el factor “a quién nunca votaría” y que eso sería la mochila de plomo que hundiría al ex presidente. En cuanto al resto del discurso no hacían falta retoques porque desde el vamos Kirchner apuntó a convertir la elección en un mano a mano con Menem.
Anoche, Kirchner y sus voceros remarcaban el perfil de la confrontación en la que quieren convertir el ballottage: el modelo de la concentración y la exclusión contra el de la producción y el trabajo. O el de la corrupción contra el de la honestidad. O el de la frivolidad contra el de la seriedad. Y así hasta el infinito. “Menem va a tratar de agrupar detrás suyo el voto peronista, es la única que le queda. Nosotros tenemos que ir por los peronistas pero también por el resto del electorado, que es el que nos va a hacer ganar”, explicaban cerca del santacruceño.
En ese sentido, imaginaban para estas tres semanas de campaña a Kirchner en menos actos públicos del PJ bonaerense, más apariciones televisivas y más Roberto Lavagna, buscando captar un electorado que sienten al alcance de la mano: los votantes del ARI, radicales y, por que no, parte de los que eligieron a López Murphy. “Es erróneo pensar que los que votaron a López Murphy son todos de derecha: son radicales”, argumentaban.
El electorado del ex ministro de la Alianza asoma como la novia a conquistar en estas semanas que quedan por delante. En el Hotel Presidente, Menem anticipó que conversaría con él y con Rodríguez Saá. “Han hecho una magnífica elección”, subrayó. Un operador menemista analizaba esa posibilidad: “Eso está bien, pero en este país nadie es dueño de los votos. Lo que tenemos que instalar es que en esta elección también se decidía la interna peronista y que la ganó Menem. Tradicionalmente el peronismo se encolumna detrás de su líder”. Pero ese análisis lo hacía en base a una supuesta diferencia de ocho puntos –es lo que decían los menemistas que les otorgaban sus planillas– y no al magro dos por ciento del cómputo oficial al filo de la medianoche.
El operador menemista consideraba a los electores de Rodríguez Saá como parte de su mismo nicho. “En muchos pueblos del interior, el voto a Menem y a Rodríguez Saá era intercambiable. Tienen un perfil parecido de candidato y un votante también parecido”, agregaba. Otra de sus cartas era la de insistir en que Menem es el único candidato que garantiza la gobernabilidad de un país ingobernable. “Es mentira: Menem divide a la sociedad, Kirchner es quien contiene a todos”, respondía Fernández.
Uno de los encuestadores que trabajó para el peronismo durante la campaña y que anoche seguía el recuento desde el Correo desmenuzaba lalectura de cada comando de campaña. “Lo que dicen los menemistas, que van a sumar a Rodríguez Saá y López Murphy, es ficción. Por más que se lo ordenen, los votantes van a elegir a quien les parezca”, respondía pidiendo anonimato porque todavía no tenía nuevas encuestas que aportar. “El voto a López Murphy es del radicalismo antiperonista y es impensable suponer que todo ese caudal se va a trasladar automáticamente a Menem. Mi sensación es que Kirchner gana en segunda vuelta con comodidad. Tal vez no con los números que se manejaban antes de la elección, pero sí que el resultado final no cambia”, agregó el analista.
Kirchner se cruzó en un programa de televisión con Lilita Carrió y la felicitó. Carrió insistió en su galimatías: no hará alianzas con nadie para el ballottage pero de ninguna manera votará a Menem. Cerca del santacruceño, para ellos ya era más que suficiente. Hacía un rato también habían recibido el apoyo del hasta ayer prescindente jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra. Mientras, en la otra vereda, todavía no recibían señales positivas desde ningún sector. Cuando le preguntaron a López Murphy si apoyaría a Menem o a alguien en la segunda vuelta, respondió: “No vamos a traicionar nada de lo que prometimos. Vamos a hacer oposición”, y se ganó la ovación de los suyos.

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El ballottage del 18 de mayo será otra oportunidad.
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