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No pudo dar el zarpazo que esperaba, pero igual quedó conforme. Con casi el 17 por ciento de los votos, el candidato de Recrear, Ricardo López Murphy, coronó ayer un giro al centro que, junto a una inteligente campaña publicitaria, le permitió disimular algunas de sus ideas más desagradables y mostrarse como lo que nunca fue: un moderado. De ahora en más, el objetivo es ampliar la base territorial e ideológica de su partido, con los ojos en los votos del radicalismo y de la esquiva clase media. Anoche, el candidato favorito del establishment blanqueó sus planes para consolidarse como el líder del nuevo antiperonismo. “Esta es la fuerza alternativa al justicialismo”, aseguró.
El día
Anoche, luego de que los datos oficiales lo confirmaran en el tercer puesto, López Murphy no habló de ningún tipo de alianzas de cara al ballottage. Su discurso evitó las menciones al orden y los calificativos como “sediciosos”, que había utilizado para definir a los piqueteros. Más moderado, prometió “no arriar ninguna bandera” y hasta habló de la “solidaridad social” (ver recuadro).
Fue poco antes de las once, luego de una tarde que comenzó con un golpazo, cuando las encuestas de boca de urna y los primeros cómputos oficiales señalaron que, a pesar de las esperanzas alentadas por el ascenso en el tramo final de la campaña, el ex ministro quedaba en un tercer puesto, lejos del ballottage.
“En menos de un año nos hemos consolidando como la verdadera oposición al peronismo”, señalaba el jefe de campaña, el demócrata Carlos Balter, en la sede de Recrear.
Eran las siete de la tarde y López Murphy continuaba recluido en sus oficinas, a la espera de que un milagro le permitiera descontar los cuatro o cinco puntos que lo separaban de Néstor Kirchner. Pero la tendencia se mantenía y los operadores del ex ministro ya planeaban la línea política para el futuro. “La clave es crecer ampliándonos”, resumía uno de los asesores del ex ministro.
La voluntad de ensanchar el perfil ideológico contrastaba con el pasado de los adherentes de López Murphy. Uno de los más visibles fue el ex intendente de facto de Rosario, Alberto Natale. Otros se mostraron menos, como el ex asesor de la dictadura Jorge Kogan. Y hubo algunos que apenas aparecieron: el ex secretario de Hacienda de Roberto Viola, Manuel Solanet, se mostró apenas unos instantes, que igual alcanzaron para mostrarlo exultante. “No lo veía tan contento desde el Proceso”, aseguraba un dirigente cercano a López Murphy.
El futuro
El objetivo, de aquí en adelante, es liderar la oposición al peronismo. No le resultará tan sencillo.
- La primera clave es quedarse con el voto antiperonista, que tradicionalmente capturaba el radicalismo. Ayer, el candidato oficial de la UCR, Leopoldo Moreau, confirmó el colapso partidario obteniendo apenas el 2,33 por ciento de los votos. Por su parte, López Murphy superó el histórico diez por ciento del voto de derecha gracias al presumible apoyo de muchos de sus ex correligionarios. El dato se confirma si se tiene en cuenta su buena performance en tradicionales bastiones radicales: la Capital Federal, donde cosechó el 25,3 por ciento, el interior bonaerense, y Córdoba, donde obtuvo el 21,6.
Aunque prioritaria, la conquista del voto radical asoma difícil. La UCR es un partido orgánico, algo que quedó demostrado en estos comicios, donde, a pesar de la previsible debacle, fueron muy pocos los radicales que emigraron hacia otras fuerzas. “Hasta los últimos días teníamoscontactos informales. Pero ahora atendemos muchos llamados de intendentes que quieren trabajar con nosotros”, se entusiasmaba ayer, en el bunker de López Murphy, el candidato a gobernador de Recrear, el ex delarruista Hernán Lombardi. La visión del ex ministro de Turismo, compartida por los pocos ex radicales que se acercaron a Recrear, es que el ingreso de dirigentes de la UCR permitirá balancear el peso ideológico de los economistas de FIEL y de los ex funcionarios de la dictadura que pululan alrededor de López Murphy.
- El segundo objetivo es ampliar la base territorial de Recrear, que hasta el momento no es más que la alianza electoral de un grupo de partidos provinciales, presentando candidatos en todos los distritos. Tampoco será fácil. Los postulantes de López Murphy para la provincia de Buenos Aires y la Capital –Lombardi y Patricia Bullrich– aún tienen chances de crecer, pero no son precisamente topadoras electorales. En otras provincias, como Córdoba y Catamarca, López Murphy apoyará a los candidatos radicales. En este caso, el riesgo es quedar pegado a su antiguo partido y neutralizar la imagen de “fuerza nueva” que había logrado construir.
- El último objetivo es el más complicado. Para ampliar su caudal electoral, el ex ministro deberá consolidarse como el referente del radicalismo (o al menos de un sector) y fortalecer su estructura territorial. Pero con eso no es suficiente. En la elección de ayer, López Murphy obtuvo un porcentaje que le permitió ubicarse en un tercer lugar, pero que no alcanzaría para disputar el poder con un PJ unificado. En rigor, superó por menos de un punto la performance de Horacio Massaccesi en 1995.
La clave, entonces, es profundizar la “apertura ideológica” que –al menos publicitariamente– había ensayado durante la campaña. En el último tramo, el ex ministro había hecho más de un guiño a los votantes de clase media: dedicó los últimos spots de su millonaria campaña televisiva a hablar de sus padres inmigrantes, subrayó una y otra vez su paso por la escuela pública, moderó su discurso, endulzó su imagen. Y hasta aprovechó sus actos para mostrar nenas con guardapolvos blancos portando una bandera de ceremonia.
Con estos trucos de marketing, López Murphy logró esconder algunos datos elementales de su pasado, como el intento por recortar el Fondo de Incentivo Docente durante su paso por Economía, y hasta de su programa de gobierno, que incluye la atomización del sistema escolar, el arancelamiento universitario y la criminalización de la protesta social.
La cuestión es si, una vez superada la pelea electoral y sin el apoyo clave de la propaganda televisiva, López Murphy evita reconvertirse en el economista ultraliberal que era hasta hace poco.