EL PAíS › UN FERROVIARIO DIJO QUE EL ACUSADO GABRIEL SANCHEZ ESTABA ARMADO EL DIA QUE MATARON A MARIANO FERREYRA

Al Payaso se le borró la sonrisa

“Traje el juguete por las dudas”, contó el testigo protegido que le dijo Sánchez mientras sacaba de la guantera una bolsa con un revólver. El acusado se enojó y pidió declarar. “Ahora me acusa, pero era mi amigo, fuimos a pescar, a comer asado con la familia”, dijo.

 Por Irina Hauser

El Tribunal Oral Criminal 21 rechazó realizar un careo, pero le ofreció declarar al acusado Gabriel Sánchez.
Imagen: Télam.

El segundo testigo protegido que declaró en el juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra se convirtió ayer en el primero desde que se iniciaron las audiencias en comprometer al guarda Gabriel “Payaso” Sánchez, uno de los acusados. “Traje el juguete por las dudas”, contó que le dijo mientras sacaba de la guantera del auto “una bolsa de nylon blanca de carnicería” con un revólver de tambor negro. Iban juntos rumbo a Barracas, en un Ford Focus color champán, convocados por un delegado para evitar un corte de vías de trabajadores tercerizados, explicó. El testimonio encolerizó a Sánchez, que escuchaba desde atrás de un vidrio blindado, y de pronto se sacó la remera para mostrar que no tiene tatuajes de payaso, como lo había descripto el testigo, a quien intentó contradecir más tarde al pedir ampliar su declaración indagatoria. Lo tildó de “mentiroso”, dijo que lo había “injuriado” al decir que estaba armado y sugirió que quien llevaba un arma era él.

El testigo es Claudio Díaz, guarda tren, igual que Sánchez. “¿Qué vas a hacer con eso?”, contó que le preguntó cuando le mostró la bolsa con el arma. “Yo de alguna manera tengo que poder irme de acá”, dijo que fue la respuesta. Según su relato, el 20 de octubre de 2010 lo había llamado el delegado Alberto “Tano” Carnevale para que fuera a la estación Avellaneda, donde protestaban los tercerizados en reclamo de regularización. Pasó por Constitución para dejar su ropa de trabajo (ya que entraba más tarde) y se encontró con Sánchez, que le propuso ir juntos. Díaz no recordaba si Sánchez bajó el revólver del auto o no. Estaba concentrado en que Carnevale notara su presencia, lo que –señaló– podía ayudarle a conseguir trabajo para su esposa a través de Ugofe, la Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria, a cargo de operar la línea Roca bajo tutela estatal. Explicó que desde que está Ugofe, la Unión Ferroviaria es la que define quién entra a trabajar al ferrocarril.

Pese a que hasta ahora se había negado a declarar, Sánchez pidió un careo al terminar el testimonio de Díaz, por la tarde. El tribunal se lo negó, pero le ofreció declarar. Es el primer acusado que acepta preguntas de los jueces. “Lo que dice es mentira”, refutó exaltado al testigo protegido. “Me siento injuriado que diga que yo tenía un arma”, afirmó después de que su abogado le diera el pie con una pregunta sobre cómo se había sentido. “El que puso en el torpedo del auto una riñonera fue el señor Claudio Díaz, no sé si tenía una picadora de boletos o un arma o qué”, advirtió Sánchez, pero “llevaba algo”. “Ahora me acusa, pero era mi amigo, fuimos a pescar, a comer asado con la familia”, se quejó, vestido con remera blanca de manga larga, aunque admitió que el auto en el que iban era el suyo.

Díaz declaró con un gorro que le ocultaba la cara y anteojos que hacían difícil discernir sus facciones. No estuvo permitido el ingreso de público, aunque esta vez los abogados pudieron tener las computadoras y celulares encendidos, a diferencia de la audiencia anterior cuando se presentó, Alejandro Benítez, testigo con mayor protección. Ayer los defensores del segundo de la UF, Juan Carlos “Gallego” Fernández, y del delegado Pablo Díaz pidieron la nulidad de la declaración de Benítez (quien los había dejado mal parados con su relato) con el argumento de que no podían acreditar que fuera él. El Tribunal Oral Criminal 21 difirió una respuesta. También le reclamaron, pero sin éxito, que Díaz se quitara la gorrita.

Poco después de que Díaz llegara a Barracas, al mediodía, comenzó el ataque a los tercerizados, según pudo reconstruir Página/12 de su declaración. En ese momento, señaló, los dos patrulleros que vio ya no estaban atravesados, sino que estaban estacionados junto al cordón, y había policías parados contra la pared. El estaba a unos 150 metros de la embestida inicial y cuando comenzaron a llover las piedras salió corriendo, pero una tuerca le produjo un tajo en la cabeza. El delegado Pablo Díaz –quien coordinaba– le indicó a Jorge González que lo llevara al Hospital Argerich con otro ferroviario que tenía la mano lastimada. Era (Guillermo) Uño, otro acusado, aunque el testigo por asociación dijo que creía que se llamaba “Garra”. Pero en el Argerich no los atendieron: estaban Mariano Ferreyra, que había llegado sin vida, Elsa Rodríguez y Nelson Aguirre, heridos de bala. Camino a un consultorio del gremio –según Díaz–, González les advirtió: “De lo que pasó hoy no hablen con nadie porque se pudrió todo”.

Díaz comentó que no habló del tema hasta que un día después lo llamó Germán Aguirre, un ferroviario que estaba intentando armar una lista opositora a la oficialista, la Lista Verde. Le advirtió que había filmaciones, pero le ofreció “gente conocida que podía ayudarlo”, que iban a llamarlo: eran policías que lo llevaron a declarar en la fiscalía de Cristina Caamaño. Su descripción, igual que ayer, fue comprometedora para Sánchez. También aportó una explicación sobre el funcionamiento de la UF (ver aparte).

Sánchez, que presenciaba la declaración, del lado que suele sentarse el público, reaccionó levantándose la remera cuando Díaz dijo que tenía un tatuaje de payaso o arlequín, algo que ya durante la instrucción de la causa le valió el apodo de “Payaso” Sánchez. Los prefectos que custodiaban la sala tuvieron que sacarlo un momento del lugar. “No sé por qué me dicen payaso, no tengo tatuado un payaso en el brazo”, dijo después al ampliar la indagatoria. Mostró tatuajes de Racing y de un águila. “Tampoco soy barrabrava”, se enojó, aunque trastabilló ante las preguntas sobre ese punto del presidente del TOC, Horacio Días. También intentó sugerir que los testigos protegidos tenían un interés político y que ya antes de los hechos del 20 de octubre se reunían en un bar llamado Tren Mixto junto con Aguirre. En realidad, según la abogada de la querella María del Carmen Verdú, eso explicaría que se hayan animado a declarar contra la UF.

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