Domingo, 27 de octubre de 2013 | Hoy
EL PAíS › A TRES AÑOS DE LA MUERTE DE NESTOR KIRCHNER
Militantes de distintas agrupaciones de jóvenes kirchneristas hablan de su acercamiento a la política y la influencia del ex presidente en esa experiencia.
Por Leonardo Grosso *
“Vi la foto y se me pasó la rabia.” Lo dijo una compañera del Movimiento Evita al verse con Néstor, en 2009, durante una recorrida en San Martín. Luisa tenía un mal día y cuando lo vio a Néstor sonriendo con un casco de obra puesto, se le pasó. “Estábamos almorzando junto a otros compañeros en un merecido descanso de campaña y empezamos a recordar la cantidad de veces que Néstor nos provoca felicidad, amor, ganas.
Nunca falta el recuerdo y la risa consecuente del “¿te acordás cuando Néstor...?”. Rompió los moldes. Tenía otros modales, sin protocolos. Hizo algo distinto: empezó la reconstrucción de nuestra Patria herida por tanto neoliberalismo. El país lo necesitaba sin saberlo. ¿Quién iba a pensar que Néstor Kirchner iniciaría un cambio tan profundo?
¿Qué fue aquello que lo hizo tan grande, tan necesario, tan importante en la vida y la memoria de millones de argentinos?
Más de 30.000 familias empezaron a vivir más tranquilas, con ellos el pueblo y gritaron bien fuerte: Memoria, Verdad y Justicia, pidiendo perdón en nombre del Estado. Unico.
Porque aquellos que sobrevivieron al vendaval de la desocupación de Menem y de De la Rúa recuperaron paridad y paritarias, dignidad y expectativas de poder estar cada día un poco mejor.
Porque aquellos niños y nietos de desocupados en los barrios humildes recuperaron el concepto del trabajo a partir del trabajo en cooperativas e inclusión social.
Porque, cuando por voluntad popular y por decisión política asumió una banca, impulsó una Argentina más igualitaria, derechos para minorías siempre postergadas. Ese es el lugar de donde nunca se debió correr el peronismo, defender minorías es construir mayorías: peronismo puro.
Habría que preguntarle a Bush y a todos sus cipayos lo que significa el peronismo o la soberanía política, y recordarle la gesta histórica de Mar del Plata 2005, cuando el pueblo movilizado en la calle y Néstor organizándose con la Patria Grande pudimos decirle ALCA... RAJO y enterrar para siempre ese nefasto proyecto yanqui.
“Iba matando canallas con su cañón de futuro”, canta Silvio Rodríguez en “Canción del elegido”. Y así fue haciendo de cada lucha una conquista popular. Le dio al pueblo todo lo que pudo hasta último momento. Peleó contra lo establecido. Contra lo que “la política” había ordenado en los últimos 50 años.
Fue quizás el mejor intérprete de lo que pasó en la Argentina. Consiguió con mucho esfuerzo sintetizar en un proyecto de país a las fuerzas vivas de la Patria, entonces este pueblo se puso de pie. El no nos sacó del infierno, él nos mostró el camino y nosotros salimos; eso es lo mejor de Néstor Kirchner. Significa futuro. Los pueblos que se organizan se deciden y dan batalla. Están vivos y construyen su destino.
Cristina es hoy la síntesis de lo que significó Néstor. Es la conductora de un movimiento nacional que hoy pelea día a día por profundizar este proyecto político que va en busca de lo que todavía falta para construir la victoria definitiva que, como dijo Cristina, será cuando “... no haya un solo pobre en la patria...”.
Cristina, el pueblo y la década ganada son los cimientos de una Argentina más grande, de un futuro inmenso, de la posibilidad real y concreta de llevar adelante los sueños de tantos y tantas que dieron su vida, pusieron el cuerpo y la cabeza para construir la felicidad del pueblo.
Néstor despertó al gigante que estaba durmiendo en nuestro pueblo. Evita decía: “... no hay fuerza en la tierra capaz de doblegar a un pueblo que es consciente de sus derechos y su nacionalidad...”.
Por eso este proyecto es futuro, tiene historia y se impuso en la Argentina. No lo inventó nadie. Estaba allí, en el seno de nuestro pueblo. Tarde o temprano iba a despertar. La historia no se detiene.
El amor derrota al odio y la política vence a las corporaciones, ésa es la verdad y ésta, la única realidad decía Perón, no quedan más palabras que decir ¡Gracias Néstor, fuerza Cristina!
* Diputado nacional. Movimiento Evita.
Por Victoria Montenegro *
Es inevitable sentir una gran emoción al recordar esta fecha que quedó grabada en el corazón de todos los argentinos. Hoy, 27 de octubre, se cumplen tres años del paso a la historia grande del compañero Néstor Kirchner.
¡Cuánto se puede decir del hombre que nos devolvió la posibilidad de ser protagonistas de nuestra propia historia! Para muchos de nosotros, además de un compañero, de un conductor político, fue un padre. Néstor Kirchner marcó la vida de toda nuestra generación, no sólo porque asumió el legado que dejaron los 30 mil, sino porque supo ser el puente entre esos sueños y la construcción de un país para todos.
Allá, por el 2010 en el lanzamiento de nuestra corriente, Néstor nos lego a los militantes la responsabilidad de hacer “que florezcan mil flores”, que florezcan miles de espacios de formación y de construcción política. El desafío es incorporar y organizar a aquellos compañeros que entienden a la política como la herramienta para transformar las realidades. Kolina sigue construyendo estos espacios, con un sentido federal e inclusivo. Todos los que formamos parte de esta Corriente que conduce Alicia Kirchner tenemos el claro objetivo de consolidar los logros de esta década ganada y la firme decisión de avanzar por todo lo que falta.
En este día tampoco puedo dejar de pensar en cuántas cosas hemos vivido durante este año, a lo largo de la campaña, y cómo los mismos de siempre atacaron sistemáticamente la política de derechos humanos de la que nos sentimos orgullosos y a la que el mundo mira con admiración.
Por eso, es justo llamar las cosas por su nombre: esta realidad fue posible gracias a la decisión política, que con mucho coraje tomó ese presidente, de terminar con la impunidad, la que siempre vino en nuestra historia vestida de reconciliación o de olvido. Un presidente que le propuso a la Argentina la construcción de la memoria con verdad y justicia, que permitió juzgar a los genocidas de la última dictadura militar y también a sus cómplices civiles, recuperar espacios para construir la memoria colectiva, continuar con la búsqueda de los restos de nuestros desaparecidos y de nuestros hermanos, los nietos. En definitiva, hacernos cargo, por primera vez como nación, de nuestra historia, por dolorosa que sea, porque entendimos que no se puede construir un país en serio desde la impunidad.
Fue triste ver como tantas veces quisieron manchar el nombre de este gran compañero. Los que recurren a la difamación, a la descalificación, a las operaciones mediáticas son los mismos que tienen el proyecto del olvido y de no juzgar los delitos de lesa humanidad. Quedó demostrado que ellos creen que la única manera de lograr algún rédito político es erosionando los pilares de nuestro proyecto de país o anunciando el fin de ciclo.
Lo que no tienen en cuenta es que hay siembras que son profundas y que Néstor supo poner los cimientos firmes de este proyecto.
Siento que es un hermoso presente el que hoy vive nuestra juventud, que, aunque a algunos les pese, es maravillosa. Lo demuestra día a día, participando, militando, siendo protagonista, soñando y construyendo un futuro hoy y aquí, en su país.
Ellos son la generación de Néstor, las semillas de ese sueño que tenemos que defender. De esta generación forman parte mis hijos, los nietos de los que alguna vez tuvieron el mismo sueño. Los que hoy llevan con orgullo en sus remeras el rostro del hombre que nos permitió “volver a tener una Argentina con todos y para todos”.
Hoy quisiera recordar a Néstor en las palabras del compañero Joaquín Areta. “Este poema es para ustedes, compañeros, los que empuñaron la bandera, los que gritaron su esperanza..., a todos los que sumaron, a todos los que dejaron una huella, una obligación..., porque su ejemplo da ganas, su sacrificio abre ojos, su coraje arma brazos y sus errores evitan otros..., a todos, este poema los recuerda, compañeros.”
* Kolina.
Por Federico Conditi *
Tenía cinco años cuando llegó el menemismo y 18 cuando el país implosionó, en diciembre de 2001. La mayor parte de mi infancia y la totalidad de mi adolescencia estuvieron signadas por el neoliberalismo que saqueó patrimonial, moral y culturalmente a nuestro país. Así fue que el final del secundario, el 14 de diciembre de 2001, me encontró con dos sensaciones muy marcadas: por un lado, mi miedo a no encontrar trabajo después de realizar grandes filas para un puesto al que se postulaba casi el 30 por ciento del país, desocupado como yo. Por otro lado, la sensación de que la política como herramienta de transformación era sólo un recuerdo del pasado. Mi viejo, odontólogo, llevaba un año y medio sin trabajo, y se multiplicaban los profetas de que en la Argentina la única salida era Ezeiza. En ese país que había perdido toda identidad, toda imagen nacional, y con una sociedad que relacionaba la política con la traición al pueblo y pactos espurios con los poderes fácticos, apareció Néstor Kirchner desde el sur. Al principio, como muchos, desconfié. Parecía ser uno más del elenco de impresentables que nos habían llevado al descalabro, disfrazado bajo el rótulo de “algo nuevo”. Pero su discurso, complicado y jugado, refería a algo más: a la recuperación de la mejor tradición histórica de nuestro pueblo, la de un proyecto nacional y popular desde la perspectiva de un peronismo combativo, que pensó grandes gestas nacionales, pero que había sido enterrado por quienes se entregaron a los altares de los poderes dominantes. Sorprendido observé su asunción, donde se refería a la generación diezmada a la que pertenecía y proponía al cambio como el nombre del futuro. Ruptura con lo anterior y un nuevo comienzo luego de la derrota iniciada el 24 de marzo de 1976. Madres de Plaza de Mayo, memoria, verdad y justicia, recuperación del Estado como actor central en la planificación y regulación de la economía, y el fantasma de la justicia social surcando los techos de los sectores dominantes fueron la marca de estos años. Del oscuro rincón del olvido histórico volvieron a resurgir los patriotas de la Revolución de Mayo, las montoneras federales, Scalabrini Ortiz, Jauretche, Felipe Vallese, Dardo Cabo, Rodolfo Walsh y los 30 mil compañeros de- saparecidos que se hicieron carne en las políticas llevadas adelante. Pero sobre todo, volvimos a recuperar sensaciones que nuestro pueblo había perdido hacía décadas: la autoestima y la felicidad. Porque eso significó Néstor en nuestra generación: recuperar los sueños de una Argentina justa, libre, soberana e integrada al resto de América, dándoles vigencia a esas banderas que sólo conocíamos en relatos de padres y abuelos, pero que contemplábamos en blanco y negro. Néstor Kirchner encarnó la recuperación de un proyecto de país y el retorno de la política como herramienta de transformación. Significó volver a construir una identidad colectiva basada en la identidad nacional, reconociéndonos a nosotros mismos, aceptándonos sin añorar lo ajeno, enorgulleciéndonos de nuestra cultura. Néstor Kirchner nos enseñó que, en medio de tantas traiciones y defecciones, aún quedaba una narración escondida en los mares del sur. Que el final de nuestra historia no era el 2001, que nuestra mejor tradición seguía latente en los corazones y en el inconsciente colectivo de nuestro pueblo. Que un proyecto nacional y popular era posible, y no eran simples banderas de un anacronismo sin salida. Las mil flores que surgieron después son el fruto de ese estadista que sin pelos en la lengua instaló los debates postergados y, enfrentando a las corporaciones, nos sacó del infierno de lo peor de nuestra historia para encarrilarnos hacia el país por el que nuestro pueblo lucha desde hace más de 200 años.
* La Scalabrini.
Valentina Moran *
Los pibes de mi generación tuvimos la suerte de prácticamente crecer en una Argentina distinta a la que vivieron nuestros padres. Ellos vivieron etapas en donde la patria se veía devastada. Vivieron una década en la cual se veía año tras año el agujero o la herida que le generaban a nuestro pueblo las decisiones políticas tomadas por ciertos sectores. Esos años, además de que hacían crecer cada vez más la desocupación, la pobreza, e incluso la indigencia, hicieron perder lo más valioso que puede tener una sociedad: la dignidad. Primero porque sus éxitos económicos no abarcaban su interés en los sectores más carenciados, en los trabajadores, y mucho menos en la juventud, eran orientados por las corporaciones. Entre otras cosas quienes sufrieron las políticas neoliberales de la Argentina llegaron a aquel 25 de mayo del 2003. Asumía como presidente de la Nación Néstor Carlos Kirchner y nos decía: “Sabemos hacia dónde vamos y sabemos hacia dónde no queremos ir o volver”, “Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política, ésta es la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y moral que demanda la hora, cambio es el nombre del futuro”. Estas, entre otras, fueron frases que hicieron ruido en los argentinos y sobre todo hicieron crecer una raíz de esperanza en la vida de cada uno de ellos. En este caso, no puedo utilizar la frase “gracias a Dios”, humildemente debo utilizar la frase “gracias a Néstor”, hoy nuestro pueblo tiene dignidad. Por eso hay que decirlo, el 25 de mayo del 2003 se vino a recuperar la política, se vino a recuperar la decisión política, la movilidad social, la independencia económica, la justicia social, la educación, la salud, el trabajo, el desarrollo, la participación. Por eso hoy esta Juventud del Bicentenario lleva como bandera en su corazón a Néstor C. Kirchner. Porque nos enseñó que la política está en lo diario, en lo cotidiano. Nos dio un lugar central en el escenario de la historia, porque sabía, y confió en que nosotros asumiríamos las grandes responsabilidades que tenemos como ciudadanos, pero sobre todo un proyecto político que quiere que haya cada vez más jóvenes en los barrios trabajando con esfuerzo y llevando la Patria al hombro. El lo hizo. Y él dejó la vida por el Pueblo. Seguramente, haya quienes no lograron entender el lugar y el significado que fue en nuestras vidas Néstor, pero hubo un día que fue un claro ejemplo y fue ese día en el que sus ojos se cerraron, y vimos y sentimos que quien nos había devuelto los sueños, las esperanzas, la confianza, se había ido. Pero ese día el pueblo y la juventud salieron a la calle y lo reconocieron. Lo lloraron y hoy lo reivindican en cada uno de sus días. Ese es el valor que tiene para nosotros este proceso político. Ese es el logro de este hombre, que nos enseñó a ser militantes del amor, a trabajar por el otro y asumir nuestro rol con responsabilidad. Por eso hay que transmitirlo, como lo hacemos todos los días: Néstor vino a sacar del infierno a un país totalmente castigado, trabajó por y para cada uno de los argentinos, defendió ante los “dinosaurios” nuestra patria libre y soberana, logró generar una mayor justicia social para todo este pueblo y logró reincorporar a los jóvenes a la política, y nos enseñó que ésta era nuestra herramienta de transformación para cambiar realidades. Seguirán floreciendo miles y miles de flores, que nunca van a abandonar la lucha por este maravilloso país, nunca van a abandonar la lealtad por estas personas que dieron su vida, y por quienes la dan día a día, como lo hace la única conductora de este proceso histórico: Cristina Fernández de Kirchner.
* La Cámpora secundarios. Mendoza.
Por Eduardo “Wado” De Pedro *
Como la inmensa mayoría de los argentinos, conocí a Néstor Kirchner un poco antes de que comience su gestión como presidente de la Nación. Antes de que se produjera este punto de inflexión en la historia reciente de nuestro país, formaba parte de una generación que no encontraba un espacio político que la representara. Lo que imperaba eran el desencanto, la apatía y la desconfianza. Para nosotros, hacer política durante los ‘90 era sinónimo de resistencia y nuestros espacios de militancia se habían construido desde esa lógica.
Hasta ese momento, militaba tanto en una agrupación universitaria de la Facultad de Derecho de la UBA como en la organización HIJOS, además de las actividades solidarias que había comenzado en mi ciudad, Mercedes, y que seguía desarrollando. En todos los lugares donde me tocó participar sentíamos que las demandas y las luchas que nos movilizaban no tenían lugar en la agenda de quienes protagonizaban el escenario político luego del 2001; ni hablar en el de la década anterior. Si la política estaba en crisis y recibía el rechazo de la sociedad, el peronismo sufría una profunda crisis de identidad tras una década de renunciar a sus banderas históricas, una situación que lo alejaba cada vez más de los sectores populares y el compromiso de la militancia.
Pero llegó Néstor y el mismo día de su asunción pasó a retiro a las cúpulas militares que presionaban en defensa de las leyes de impunidad. A las 48 horas viajaba a Entre Ríos a destrabar un paro docente que llevaba meses sin solución. Dos meses y medio después, el Congreso declaraba la nulidad de las leyes de obediencia debida y punto final. Cada día de su gobierno se acumulaban argumentos para militar a favor de un proyecto político y no para resistir medidas impopulares e injustas como lo veníamos haciendo hasta el año 2003. Entonces la desconfianza mutó en esperanza y compromiso.
Néstor y Cristina, como representantes de la generación de nuestros padres, nos dieron una fuerte contención espiritual y nos transmitieron su fortaleza. Para muchos HIJOS la muerte de Néstor se convirtió en la despedida que nunca pudimos darles a nuestros propios padres. Su desaparición física nos pegó en lo simbólico y en lo afectivo. Néstor fue el ejemplo a seguir de nuestra generación, fue quien nos abrió las puertas de un camino fundamental para todo militante: volvimos a ver que desde la política se transforma la realidad.
El nos sumó a la tarea de reconstruir una Nación castigada por un modelo económico de exclusión, no desde la crítica y el señalamiento de lo que se había hecho mal, sino desde la visión de un futuro diferente que había que construir. Un futuro del que debíamos hacernos cargo como generación o esperar que otros lo construyeran por nosotros. El discurso antipolítico había calado hondo en muchos sectores de nuestra sociedad, incluida la juventud. No era para menos, a la luz de las experiencias vividas. Néstor Kirchner significó, para todos nosotros, muchas cosas distintas en términos personales. Políticamente, en cambio, significó algo muy similar para la generación de jóvenes que comenzó a redescubrir la política como vocación de servicio. Significó, nada menos, que la revelación de la responsabilidad histórica que teníamos con el país.
Si la noticia de la muerte de Néstor nos tomó por sorpresa y en un primer momento nos paralizó, la necesidad de levantarnos rápido, de estar cada vez más juntos, de ser cada vez más responsables se hizo urgente. Néstor legó una tarea para la cual nos había estado formando en cada gesto, en cada discurso, en cada charla íntima. Y nos dejó, sobre todas las cosas, nada menos que una conducción clara y firme para ese proceso de su compañera Cristina Fernández de Kirchner.
Durante estos años comprendimos la necesidad de contar con una dirigencia política fuerte y autónoma de los intereses de las corporaciones. Ese es otro de los ejemplos que tenemos que recuperar de Néstor Kirchner. Su muerte nos dejó la obligación histórica y política de continuar el camino de transformaciones que él inició, de honrar la enorme voluntad que demostró desde el primer día de su gestión con militancia, con trabajo y con compromiso hacia los demás.
Gracias a Néstor y Cristina, los jóvenes, y los que ya no lo somos tanto, llegamos a la política para quedarnos. Aunque algunos sectores poderosos busquen a fuerza de operaciones mediáticas demonizar la participación juvenil, no van a conseguir desanimarnos porque, como dijo Néstor, “la juventud tiene que ser un punto de inflexión del nuevo tiempo”. Para nosotros eso es más que una consigna: es una tarea en la historia y un compromiso con nuestro pueblo.
* Diputado nacional. La Cámpora.
Homero Mario Koncurat *
¡Coraje que hay un nuevo amanecer y una nueva Patria, demostrémosle a todos! ¡No dejemos a la Presidenta sola en esa batalla, la tienen que acompañar todos ustedes!
Néstor Kirchner, 10/09/2010
Néstor fue el agua helada. Llegó a calmar la garganta sedienta de una Argentina exhausta. Las palabras de Nicolás Casullo en 2003 se hicieron realidad: hay una última narración escondida en los mares del sur. Y luego también las que Néstor pronunció aquel histórico 25 de Mayo: “Anhelo que por estos caminos se levante a la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación: la nuestra”. Y se levantó nomás porque antes estaba de rodillas, claudicante ante los poderes de adentro y de afuera, sometida al estrangulamiento corporativo de los dueños de siempre. Estábamos frente al dolor de ya no ser. Hoy podemos decir que vivimos el sueño que él nos propuso. Los jóvenes fuimos interpelados por este proceso de transformación que tiene a la política como eje y un futuro grande por delante. Nos zambullimos en la militancia. Nos hermanamos con otras generaciones de jóvenes que a lo largo de nuestra historia tampoco renunciaron a alcanzar una patria justa, libre y soberana. Los ecos de todas las luchas populares resuenan en el proyecto nacional que Néstor y Cristina recuperaron para el bienestar de los argentinos y argentinas.
A tres años de su partida, el legado de Néstor es una constelación en la que nos sentimos amparados y protegidos, de la que sacamos la fuerza para continuar con lo que falta. Levantamos la vista hacia nuestro cielo y vemos a las Madres y Abuelas, la Unasur, los millones de puestos de trabajo, la Argentina de la producción, el no al ALCA, la política de desendeudamiento, las paritarias, el Fútbol para Todos, la ley de medios, la Asignación Universal, entre muchos otros hitos que han puesto en marcha la Argentina. Vemos cómo a 30 años de la recuperación democrática, recién en estos últimos diez años avanzamos hacia una democracia real e inclusiva, con la justicia social como horizonte. Néstor, con la intrepidez de su carácter y la convicción de sus ideas, nos encaminó hacia la recuperación del orgullo nacional, hacia la seguridad de sentirnos plenos en nuestra identidad. El kirchnerismo supo ahuyentar los fantasmas del posibilismo, del país quebrado por su propia impotencia, del país condenado al complejo de inferioridad.
Por fuera del peronismo, que los jóvenes hemos conocido a través de los libros y los relatos familiares, no existió otro momento como este que vivimos. La realidad se acercó al mito y viceversa. Sentimos cómo la fuerza de la historia nos rozó y nos invitó a formar parte de ella. Néstor es el fuego que inflama los corazones de millones de argentinos y suramericanos. Gracias a él ya no pregonamos el sálvese quien pueda, no defendemos la patria financiera, no estamos detrás de los intereses del mercado, no tenemos relaciones carnales con el imperialismo ni creemos tampoco en el individualismo. Para nosotros nadie se realiza en una sociedad que no se realiza, el individuo se construye en la relación creativa con los otros en un proyecto colectivo. Es por ello que miles de militantes hemos adoptado las hermosas palabras de Cristina: la Patria es el otro, como guía de nuestra militancia cotidiana en barrios, universidades y fábricas.
Claro está que no hay cadena del desánimo, ni poder mediático, ni politiquería new age que pueda revertir lo que Néstor hizo en los jóvenes. Porque Néstor fue todo para nosotros: el compañero, el padre, el amigo, el jefe y el compinche. Fue el patriota que junto a Cristina parió una generación y nos puso en un camino que vale la pena transitar: la lucha por una Argentina mejor.
* JP Peronismo Militante.
Juan Patricio Mussi *
Como joven intendente, debo destacar que Néstor Kirchner fue quien acercó a los jóvenes a la política, y quien prestigió esa palabra. El acercamiento que produjo con los jóvenes y el compromiso social que promovió son hechos que deben ser muy valorados. Hoy los chicos no quieren irse del país buscando mejores horizontes, como pasaba en 2001. Hoy los ciudadanos se comprometen, discuten, debaten y se interesan por lo que sucede.
Por mi propia experiencia puedo decir que cuando decidí dedicarme a la política acompañando a mi padre, que era intendente de Berazategui en ese entonces, todos me decían “no te metas”. Ahora todo cambió y esas mismas personas me piden que me meta cada vez más en diferentes temas. Hay una demanda de la sociedad y eso es sumamente positivo; porque significa que la gente volvió a creer en los dirigentes, en sus autoridades y en su capacidad de dar soluciones. Eso lo logró Néstor.
Este logro comenzó con una cuestión básica que es otorgar dignidad a la gente, con trabajo, educación y salud para todos y todas. Cuando era chico, mi papá me hablaba de lo maravilloso que fue para el pueblo un gobierno como el de Juan Domingo Perón. Hoy miro lo que logró el país en estos últimos 10 años y me doy cuenta de que estoy viviendo lo que me contaban cuando era chico. Soy parte de una generación que está viviendo una gestión y un proyecto de país nacional y popular, que empezó con Néstor y continúa con Cristina.
Por eso, hoy a Néstor no sólo lo recordamos con cada obra que construyó, que en Berazategui son las de mayor envergadura de su historia, sino también en cada joven que quiere sumarse y lucha por hacer una Argentina cada día más justa.
* Intendente de Berazategui.
Por Juan Miguel Gómez Parodi *
Pensar a Néstor desde mi condición de joven, de patagónico, de kirchnerista, de peronista... es pensarlo desde la simpatía y la empatía, desde la nostalgia y la esperanza. Es recordar, como volver a pasar por el corazón, a aquel hombre que transformó la historia, mi historia, la de mi generación. El que puso la primera cuota de cojones, para –como dice el Indio– enfrentar desde el gobierno a todas las corporaciones juntas. Pensar a Néstor es transitar los caminos que él fue abriendo, como picadas en la selva enmarañada del neoliberalismo. Aquellos tiempos donde los argentinos nos sentíamos extranjeros en la propia tierra empezaron a terminar por ejercicio de su voluntad, por arte de su política, por capacidad de su inteligencia, por fruto de su compromiso. Con él aprendimos que las banderas y las convicciones no deben dejarse en la puerta de la Casa Rosada a la hora de gobernar. Por eso, pensarlo es repasar lo que hizo y pararnos desde ese piso más alto que es producto de su acción. Y siempre ir por más. Es caminar por el puente que él trazó entre el país que construimos hoy, con nosotros los jóvenes como protagonistas, y esa juventud maravillosa –la de la generación de mis viejos–, que se entregó en cuerpo y alma a la causa peronista y que pagó con la desaparición de decenas de miles su osadía. Ese puente Néstor lo hizo de memoria, verdad y justicia, embistiendo contra la impunidad en tanto pilar fundamental del proyecto de sumisión nacional e injusticia.
Pensar a Kirchner es apropiarme de su mirada desafiante frente al poder imperialista, cuando con un puñado de patriotas latinoamericanos mandaron el ALCA al carajo, y pensar como cierta aquella frase de San Martín que decía que al enemigo se lo ve como gigante sólo cuando uno está de rodillas. Es abrazarnos con los pueblos de nuestra América, encontrando todos juntos nuevos rumbos para nuestra liberación. Liberación de las pesadillas como la cadena que a nuestro cuello ponía la agobiante deuda externa y la presión del FMI.
Me enteré de que Néstor Kirchner asumía la presidencia cuando estaba en mi colegio secundario en El Bolsón. En ese momento no pensé todas las cosas que iban a cambiar en mí y en el país. Jamás pensé que sólo unos años después, el club del trueque sería sólo una anécdota de una Argentina que nos parece lejana. Cuando acompañaba a mi mamá a cortar la ruta para reclamar los sueldos que hacía meses no cobraban los maestros, ni se me pasaba por la cabeza la posibilidad de que un par de años después esos mismos maestros estarían frente a un aula donde cada pibe tendría una computadora en la mano.
Su gran legado fue la recuperación de la política como herramienta de transformación. Por eso muchos jóvenes se volvieron a enamorar del peronismo, por eso los pibes siempre vamos a estar...
Hablar de Néstor es surcar el cielo de los sueños restituidos, porque él nos devolvió la capacidad de soñar e ir construyendo la patria que soñamos.
Pensar a Kirchner no es penar por lo que ya no tenemos, sino redoblar nuestro esfuerzo militante para mirarnos en su espejo, para constatar que nada es imposible. Es saber que, como nos enseñaba, tenemos que ser transgresores, porque los jóvenes tenemos que ser un punto de inflexión en este nuevo tiempo.
* Sec. Gral. JP Descamisados.
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