Lejos quedaron los días en que se jactaba de ser un policía bravo y torturador. Luis Abelardo Patti, el ex comisario que fue intendente de Escobar y está condenado por crímenes de lesa humanidad, tras sobreactuar sus dolencias físicas había conseguido pasar unos días internado en una clínica privada hasta que se acondicionara una celda especial para su estado de salud. Pero ahora deberá volver a alojarse en el Complejo Penitenciario de Ezeiza porque el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín dispuso su traslado desde el lugar actual de internación hacia el hospital penitenciario de esa cárcel para “su alojamiento en una celda especialmente acondicionada”.

A fines de junio, la Cámara de Casación había autorizado su traslado a una clínica privada para tratar su enfermedad “hasta tanto se cumpla acabadamente con los ajustes y el reacondicionamiento” de su lugar de detención. Ahora, los jueces del TOF Héctor Sagretti, Martina Milloc y Diego Barroetaveña ordenaron que vuelva a la cárcel “atento a que se ha informado la finalización de los ajustes y reacondicionamiento en el lugar de alojamiento de Luis Patti” por parte de “la Coordinación del Programa Nacional de Asistencia a las Personas con Discapacidad”. Según esas autoridades, “las obras finalizadas permiten que el condenado pueda gozar en su celda de autonomía, independencia y contar con apoyos y cuidados, en atención a su situación de discapacidad, e implican el cumplimiento de la obligación en relación a los ajustes razonables” fijados en “la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”.

Sin embargo, Patti será retirado de esa prisión para ser tratado de manera “ambulatoria” porque el servicio de kinesiología y fisiatría del hospital penitenciario no cuenta con una serie de elementos necesarios para la rehabilitación. Los jueces pidieron además seguir con atención el estado de salud del paciente, porque según él mismo refirió, sufre “un trastorno deglutorio, con reflejo nauseoso preservado”.

Hace pocos días en su página de Facebook, Libertad a Luis Patti, sus fanáticos habían denunciado que “el Estado nacional, a través del Servicio Penitenciario Nacional y con la responsabilidad de la Corte Suprema, está violando sus derechos humanos”. Y aseguraban que “sufrió un edema cerebral, una inmovilización de la columna por una operación con mala praxis y tiene ceguera parcial, por lo que requiere asistencia de terceros para desplazarse. Como el sistema carcelario no cuenta con la estructura adecuada para los cuidados que requiere su enfermedad, varias veces solicitó el arresto domiciliario, que no le fue concedido por la Justicia, por lo cual depende de la solidaridad de otros detenidos que deben alimentarlo en la boca y levantarlo entre tres para ir al baño”.

En 2007, Patti fue detenido por la desaparición de Gastón Gonçalvez y Ana María Granada, y en 2011 fue condenado a perpetua en cárcel común. “La policía, para esclarecer un hecho, tiene que cometer no menos de cuatro o cinco delitos”, dijo en 1990 para justificar la tortura. Y seis años más tarde, desafió: “Que digan que soy torturador, no lo niego, pero no me acusen de chorro y de corrupto”. Así llegó a presidir el Ejecutivo comunal en Escobar y en 2005 consiguió una banca en el Congreso, que no la pudo ocupar porque su diploma quedó impugnado por “inhabilidad moral”.