Domingo, 29 de marzo de 2015 | Hoy
EL PAíS › LA DECLARACION PATRIMONIAL DE NISMAN NO EXPLICA SUS VIAJES Y GASTOS NI ADMITE SUS PROPIEDADES
No están la cuenta en el Merrill Lynch de Nueva York ni el dinero encontrado en su casa, ni inversiones o propiedades, ni siquiera un auto. En los papeles, el fallecido fiscal no tenía ahorros, aunque se tomaba vacaciones en el extranjero todo el tiempo.
Por Raúl Kollmann
Nada. A lo largo del formulario de once páginas de su última declaración jurada patrimonial pública, el fallecido fiscal Alberto Nisman dice no tener prácticamente nada: sólo una casa en un country, a medias con su ex esposa, Sandra Arroyo Salgado. Pero fuera de eso no posee otras propiedades, ni auto, ni cuentas, ni ahorros, ni inversiones, ni dinero en cajas de seguridad ni, mucho menos, la cuenta en Nueva York que se le conoció en estos días, en el banco Merrill Lynch. La declaración de bienes de Nisman está tan pelada que nada explica cómo hizo para solventar los viajes al Caribe de noviembre, acompañado por Florencia Cocucci y otra joven, o el periplo por Europa de enero de 2015. La hipótesis de que a Nisman lo podrían haber matado por un conflicto económico –expuesta por Arroyo Salgado– no muestra tener anclaje en su declaración oficial. Más verosímil, en cambio, es que Nisman manejaba enormes recursos en negro.
Página/12 se presentó la semana pasada en la Mesa de Entradas del Ministerio Público Fiscal y entregó un escrito en el cual reclamó tener acceso a la información contenida en la declaración jurada de Alberto Nisman, según lo establecido por la Ley 25.188 de Etica Pública. El trámite es personal. Tras llenar un formulario, días más tarde, la Procuración entregó –era su obligación– una copia de la declaración, por Resolución 799/15. Se trata de la declaración realizada en 2014, pero que abarca todo el período comprendido entre el 1º de enero y el 31 de diciembre de 2013.
Por supuesto que el primer interés estaba en saber si Nisman tenía declarada la cuenta que manejaba en el Merrill Lynch de Nueva York. Fue la propia Arroyo Salgado quien sacó a la luz esa cuenta sugiriendo que podía ser motivo de un conflicto económico con el informático Diego Lagomarsino que, asombrosamente, figuraría como co-titular. La ex esposa de Nisman contó que el fiscal abrió la cuenta a nombre de Sara Garfunkel, la madre del fiscal, y de su hermana, Sandra Nisman, pero que en el Merrill Lynch dijeron que también Lagomarsino figuraba como titular.
En un escrito presentado por el abogado del informático, Maximiliano Rusconi, Lagomarsino confirma que aceptó ser co-titular, a raíz de un pedido que le hizo Nisman durante 2013. De todas maneras, quien retuvo todo el control de la cuenta fue Nisman, ya que figuraba como apoderado, es decir la persona que podía depositar o retirar fondos. Según la declaración de Lagomarsino, el dinero de la cuenta del Merrill Lynch se utilizaba para inversiones inmobiliarias en Miami. No está comprobada, pero la versión es que en la cuenta había un saldo de unos 600.000 dólares y, según dijo Arroyo Salgado, la mamá o la hermana del fiscal le contaron que ese dinero estaba destinado a las hijas en caso de que a él le pasara algo. La documentación de la cuenta, incluyendo los resúmenes de movimientos y saldo, llegaba a la dirección de la calle Roosevelt, en la que vive Sara, la madre de Nisman.
En el escrito de Rusconi, Lagomarsino le informa a la fiscal Fein que él firmó sólo dos transferencias en este año y medio, cada una por 2500 dólares. El informático sostiene que fue dinero enviado a Uruguay para pagar las expensas de un terreno ubicado en el vecino país.
En su afán de imponer la hipótesis de que a Nisman lo mataron, Arroyo Salgado abrió una primera caja de sorpresas revelando la cuenta de Merrill Lynch. La jueza no lo dice con todas las letras, pero lo deja traslucir continuamente: acusa a Lagomarsino de haber matado a Nisman por cuestiones de plata. No parece una hipótesis muy verosímil, es difícil que alguien mate a otra persona y deje en la escena un arma registrada a su propio nombre. A esto se agregan los elementos ya conocidos y que orientan el caso más al suicidio que al homicidio: disparo a menos de un centímetro; en un baño chico, casi cerrado; sin rastros de pelea ni lesiones defensivas y con una pistola que Nisman no sólo pidió prestada a Lagomarsino sino también a su custodio de mayor confianza, Rubén Benítez.
Sea como fuere, la revelación de la existencia de la cuenta de Merrill Lynch deja al desnudo tres ocultamientos:
- No está en la declaración jurada la propia cuenta de Merrill Lynch.
- No están declaradas las inversiones inmobiliarias en Miami, que supuestamente son en sociedad con familiares del fiscal.
- No está declarado el terreno en Uruguay ni se sabe a nombre de quién está.
La fiscal Fein pidió datos sobre la cuenta de Nueva York, lo que seguramente será cursado –o ya se cursó– a través de un
exhorto a la Justicia norteamericana. Es de interés para el expediente saber los movimientos en esa cuenta y si existen allí motivos de algún conflicto. Por ejemplo, que hubiera una cifra importante retirada por alguien y que eso haya provocado algún enfrentamiento. La experiencia es que la Justicia de Estados Unidos es poco proclive a colaborar con información de ese tipo y tal vez esté aún menos apurada en aportar datos de un fiscal que visitaba tan habitualmente la embajada de la avenida Colombia.
En las 11 páginas del formulario de la declaración jurada, además de los datos de nombre, apellido, el DNI y el número de legajo 21.358, sólo aparecen cuatro renglones llenos. En el capítulo que tiene que ver con bienes situados en el país, en dos renglones, figura la casa que tiene, a medias con Arroyo Salgado, en un tradicional country del partido de Pilar.
De ahí para abajo, aparece todo vacío. Nisman declara que no tenía auto (ver aparte) ni participación en empresas ni bonos ni acciones ni fideicomisos ni joyas, objetos de arte ni ningún bien superior a 20.000 pesos.
El formulario de declaración jurada contempla también un detalle de “bienes situados en el exterior”. Ahí tampoco hay nada de nada: ni propiedades ni vehículos ni créditos ni depósitos en dinero ni títulos o acciones ni participaciones societarias.
Los únicos otros dos renglones en los que Nisman declaró algo están referidos a tarjetas de crédito. El fiscal escribió que tiene a su nombre dos, una Visa y una American Express.
Finalmente, declara que no integra ninguna fundación o asociación.
En toda la declaración jurada no hay ninguna referencia a dinero ahorrado o a cifras que pudieran estar guardadas en las cuatro cajas de seguridad personales que Nisman tenían contratadas (ver aparte). Eran tan personales, que además de él mismo, la única que tenía acceso a ellas era su madre, Sara. O sea que allí no guardaba documentación de la Fiscalía –había una caja en la Unidad AMIA– sino papeles, instrumentos financieros y dinero propio.
Tampoco surge de la declaración que tuviera algún ingreso extra. Por supuesto que no figura nada de lo denunciado por Lagomarsino, quien puso por escrito que Nisman le dio el contrato en la Fiscalía por 41.000 pesos mensuales pero que él le reintegraba la mitad al fiscal todos los meses. Se ha dicho equivocadamente que ese dinero se depositaba en Nueva York, algo que este diario nunca afirmó. Esa plata se le hacía llegar a Nisman mediante un depósito o en efectivo, un detalle que Lagomarsino no aportó hasta ahora.
Los enormes blancos de la declaración tampoco permiten entrever de dónde salía el dinero para sostener un nivel de vida más que llamativo. Nisman tenía un sueldo muy alto, pero se menciona, por ejemplo, que el alquiler en Le Parc era de 30.000 pesos mensuales, aunque el departamento –según parece– pertenece al padre de una de las chicas de la Fiscalía. Tampoco queda claro con qué ingresos se solventaban los viajes al Caribe: el periplo con Cocucci y la otra joven costó, sólo en pasajes en primera a Cancún, 12.000 dólares. Habrá que agregar las estadías. A esto se suma también el viaje a Europa, como siempre en primera, todo en menos de 60 días.
De la declaración jurada de Alberto Nisman no surge nada que dé base a la hipótesis de- sarrollada por Arroyo Salgado de que a Nisman lo mataron por un conflicto económico. Es cierto que esa declaración no parece tener vínculo con la realidad: hay un mundo económico del fiscal que está en la oscuridad.
Desenredar la madeja de cuentas, inversiones, desarrollos inmobiliarios, terrenos, reintegros y cajas de seguridad que no se saben qué contuvieron, no será cosa fácil. Y habrá que ver hasta dónde querrá llegar Fein.
En principio, la lógica es que la fiscal se concentre primero en determinar si hubo suicidio u homicidio, empezando por concretar la junta médica que le obstaculizó la querella que lidera Arroyo Salgado.
El siguiente paso seguramente estará en terminar la pericia informática, de la que deberían surgir datos de la hora en que Nisman usó los celulares y las computadoras, y si hay algo que oriente en el dilema suicidio-homicidio.
Casi al mismo tiempo, se están relevando las imágenes de las cámaras de seguridad de Le Parc, para ver si entró alguien extraño al edificio y si Lagomarsino salió a la hora que dijo haber salido.
Por último, el plan es convocar luego a una audiencia con criminalistas para hacer el análisis de cómo fue la mecánica del hecho.
Con todos los elementos en la mano, Fein es posible que le cambie la calificación al expediente, saliendo de la que tiene hoy: muerte dudosa.
En el berenjenal parece poco probable que la fiscal pueda usar la declaración jurada para algo. Tiene muchísimo más de engaño que de realidad.
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