EL PAíS › OPINION

Desatinos bonaerenses

 Por Nora Veiras

“Computadoras, laboratorios bien equipados, bibliotecas informatizadas, medios audiovisuales, pizarrones electrónicos y tantas otras maravillas parecen inalcanzables para una realidad en donde impera una escasez crónica de fondos. Frente a esta situación, conviene advertir que la necesidad constituye el mejor incentivo para agudizar el ingenio”, explicaba el manual (módulo) de capacitación docente Nº 1 que allá por el verano de 1995 llegó a manos de todos los educadores bonaerenses. A la obviedad del diagnóstico los especialistas la contrarrestaban con una propuesta superadora –eso sí, del más elemental sentido común–: proponían como actividad la fabricación de una maqueta de computadora con “cartón, plástico, madera, etc.” (sic). ¿Hay algo más útil que fabricar un teclado que no escribe? ¿Y una pantalla que no refleja? En definitiva, la negación de la informática: la herramienta de la comunicación ilimitada transformada en un artefacto autista.
Pero ahí no terminaron los desatinos. Ese mismo año, el de la campaña por la reelección de Eduardo Duhalde como gobernador, la directora general de Escuelas, Graciela Giannettasio, a la sazón actual vicegobernadora, tuvo otra idea brillante. Que maestros que no sabían inglés enseñaran inglés. Sí, como no había suficientes docentes para aplicar la enseñanza de ese idioma en las escuelas rurales se elaboraron videos destinados a cuarto grado de las escuelas primarias. “Y... es como el que estudia en su casa”, intentaba justificar el absurdo por entonces la funcionaria.
La improvisación del experimento tuvo como conejillos de Indias nada menos que a 4,5 millones de estudiantes –sólo un dato: hay más alumnos en la Provincia de Buenos Aires que población en Uruguay–. Los pedagogos suelen decir que los tiempos educativos son largos y los políticos cortos. Pasaron diez años y las consecuencias de esa corta mirada están a la vista. Lo único positivo de la reforma bonaerense modelada al ritmo de la urgencia electoral había sido la inclusión en la escuela de los sectores más excluidos. Ajuste mediante, la crisis económica los arrastró otra vez fuera al tiempo que se desmoronaban los planes de becas durante la gestión de Carlos Ruckauf.
El gobernador Felipe Solá lanzó ahora una consulta popular “calificada” para analizar qué pasó con la reforma educativa. Es loable que se atrevan a revisar lo que se hizo. Lo esperable es que actúen rápido pero no movidos por urgencias políticas de corta mira, sino por el riesgo de seguir hipotecando el futuro de generaciones enteras.
Recién este año reincorporaron la enseñanza de la matemática en el último año del Polimodal. Los alarmantes resultados de los chicos en los exámenes de ingreso a la Universidad Nacional de La Plata obligaron al replanteo: ¿Era necesario la objetivación en esos exámenes para darse cuenta del despropósito?
La educación requiere de decisiones estratégicas. Es obvio que la escuela no podía salir indemne en medio de un país devastado. Pero es obvio, también, que sin medir consecuencias desde el propio sistema se contribuyó a agudizar la crisis.

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