EL PAíS › ANIVERSARIO DEL ATENTADO CONTRA LA EMBAJADA DE ISRAEL
Trece años sin investigar
Hubo una concentración en Arroyo y Suipacha. El padre de una de las víctimas dijo que los familiares se sienten “parias olvidados” y que hay encubridores que “aún actúan en política”.
Por Sergio Kiernan
Como ya es una triste tradición argentina, ayer se conmemoró otro aniversario de un acto violento e impune. Una pequeña multitud se concentró en la esquina de Arroyo y Suipacha para marcar los 13 años del atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires. Los 21 muertos del 17 de marzo de 1992 fueron recordados, hubo una presencia oficial de alto nivel y pocas críticas. El problema es que, al contrario que con el caso AMIA, esta primera explosión casi ni se investigó, por lo que ni siquiera hay demasiado que criticar.
A las 14.45 sonaron las campanas de la iglesia de la esquina, cuyo párroco murió en el atentado, y sonó una sirena. Dentro del perímetro del acto –custodiado por efectivos del GEOP con ropa de combate, armas largas y máscaras negras– y bajo la mira de francotiradores en los techos, estaban en el sector oficial el canciller Rafael Bielsa, la senadora Cristina Fernández de Kirchner, el jefe y vicejefe de gobierno porteños Aníbal Ibarra y Jorge Telerman, y el actual embajador israelí Rafael Eldad, que en 1992 era funcionario en la embajada y se salvó de la bomba porque estaba en una reunión en la DAIA.
El gobierno de Carlos Menem, todavía reciente en marzo de 1992, congeló la investigación del atentado con una excusa inviolable: que al tratarse de una sede diplomática, el caso le correspondía a la Corte Suprema. En la década larga que siguió prácticamente no se hizo nada para averiguar cómo fue llevado a cabo el ataque en Buenos Aires.
Por eso, las críticas que se escucharon ayer en el acto fueron genéricas y estuvieron a cargo exclusivamente de Carlos Susevich, que perdió a su hija Graciela en el atentado. “Nunca aceptaremos escuchar de ex funcionarios de gobiernos anteriores la excusa de que son muchos los atentados en el mundo sin resolver”, dijo Susevich, que agregó que los familiares de los muertos se sienten “parias olvidados”. “Los autores y encubridores, especialmente estos últimos, tienen nombre y apellido –continuó Susevich–, y algunos aún actúan en política. Hacia ellos debe apuntar la Justicia.”
“El señor presidente de la Nación dio muestra de un fuerte compromiso que nadie había tomado”, reconoció Susevich, que a continuación criticó a la “anterior composición de la Corte Suprema que condujo la investigación a la absoluta nada”, y se esperanzó con que el actual gobierno realmente avance en algo en averiguar qué ocurrió.
El canciller inmediatamente tomó el guante. “Quiero decirles en nombre del presidente Kirchner que nuestro compromiso es inclaudicable a la hora de averiguar quiénes fueron, quiénes encubrieron y por qué razón” se cometió el atentado, dijo Bielsa. El ministro agregó, tomando una frase de Susevich, que su gobierno no tiene “ningún compromiso político o diplomático que le impida ir a fondo. La impunidad, en lo que depende de nosotros, más temprano que tarde, será vencida”, aseguró.
Sus palabras no convencieron a un grupo de jóvenes que llevaban carteles con leyendas como “Menem, fundamentalista, permitió que pasaran las bombas”, “Corach y Beraja traidores”, “De la Rúa y Duhalde cómplices” y “¿Y Kirchner? ¿Qué va a hacer?” Los chicos levantaron sus carteles, impresos en azul y blanco, apenas fue anunciado que hablaba Bielsa.
Como hay tan poco que comentar sobre la causa de este atentado, el embajador Eldad destacó la actitud del Gobierno de entregar a la Justicia los archivos de la SIDE en la causa AMIA. También consideró “sin precedentes” que la Argentina admitiera su culpablidad por el fracaso de esa pesquisa ante la OEA. “Sin seguridad no habrá posibilidad de construir progreso alguno”, afirmó Eldad, para quien “el terrorismo no tiene fronteras ni religión”, y el deber de los gobiernos pasa por “estar alertas y buscar y exigir la verdad”.
El acto terminó con un recuerdo emotivo de los muertos de parte de una sobreviviente y la lectura de un poema. Entre el público estaban Diana Malamud y Enrique Burbinsky, del grupo Memoria Activa, y Sergio Widder, del Centro Simon Wiesenthal. En el sector oficial estaban las autoridades de la AMIA y la DAIA, que no fueron mencionadas por el locutor.