EL PAíS › A 29 AÑOS DEL GOLPE MILITAR DEL 24 DE MARZO DE 1976
El día del terrorismo de Estado
Desde 1996, el aniversario del golpe militar se convirtió en una fecha central de la agenda democrática. Todo tipo de expresiones, desde clases y charlas, hasta escraches y homenajes confluyen en el acto central que se realiza en la Plaza de Mayo. Como parte de esta fecha también se realizará otro acto en el Obelisco. Los argentinos expresan su repudio a la dictadura más sangrienta de su historia.
Por Luis Bruschtein
Al cumplirse hoy 29 años del golpe militar del 24 de marzo de 1976 se realizarán dos actos, en el Obelisco a las 16.00, y el central en la Plaza de Mayo a las 17.30, que serán la culminación de una serie de marchas, clases especiales en las escuelas, seminarios, manifestaciones, escraches y expresiones de todo tipo en repudio al que fue hasta ahora el último golpe militar y el más sangriento en la historia argentina. Desde el 20° aniversario, en 1996, la fecha se convirtió en un día central en la agenda democrática, que funcionó como un termómetro de la forma en que la sociedad fue procesando su mirada sobre la dictadura, desde los primeros actos solitarios, hasta las multitudinarias concentraciones actuales.
Durante los años 80 y los primeros años de la década de los 90, a pesar de las grandes marchas que se habían realizado por las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, los aniversarios del golpe convocaban sólo a algunos centenares de militantes de los organismos de derechos humanos. La masividad de las marchas contra las leyes del punto final y la obediencia debida o contra los indultos contrastaba con la escasa concurrencia a los actos por los aniversarios del golpe. Incluso los organismos evitaban convocar en plazas o lugares abiertos, por la escasa concurrencia que se limitaba a sus mismos integrantes. Solían ser radios abiertas o la lectura de algún comunicado en el Obelisco o frente a algunos de los lugares en que habían funcionado centros clandestinos de detención.
A fines de 1995, algunos grupos comenzaron a reunirse en la casa de las Abuelas de Plaza de Mayo, en la avenida Corrientes, enfrente del Abasto, con la idea de convocar a un gran acto para el 20 aniversario del golpe. El primer documento fue firmado por los organismos de derechos humanos, dos o tres periodistas, algunos intelectuales y la CTA. La repercusión a esa convocatoria fue tan fuerte, con la adhesión de decenas de agrupaciones barriales, estudiantiles, políticas, gremiales y culturales, que las reuniones se trasladaron a la sede de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), sobre la avenida Independencia.
Se hicieron maratónicas reuniones durante todo el verano, en un intento de lograr consenso entre los representantes de 180 agrupaciones. Sin embargo, las dudas sobre la afluencia de manifestantes eran muy grandes. La fecha era un domingo, lo que la hacía más difícil aún y había quienes proponían que se la pasara a un día de semana. Finalmente hubo un acuerdo mayoritario. La Asociación de Madres de Plaza de Mayo, encabezada por Hebe de Bonafini, no se sumó al acuerdo, pero decidió hacer el acto en la noche del sábado hasta la madrugada del domingo. El gobierno de Carlos Menem, a través de su ministro del Interior, Carlos Corach, intentó sin lograrlo prohibir por vía judicial el acto en la Plaza de Mayo.
El acto fue uno de los más importantes que se había realizado hasta ese momento, sobre todo por la participación de una gran mayoría de manifestantes, familias y jóvenes que se sumaron en forma espontánea, sin participar en las columnas organizadas. La masividad de ese 20° aniversario del golpe fue uno de los elementos que aceleraron el juicio que comenzaba a abrirse en España contra los militares argentinos y, al mismo tiempo, inauguró una práctica que se repitió todos los años de allí en adelante. El general Cándido Díaz, segundo del Ejército, reivindicó las violaciones a los derechos humanos cometidas por las Fuerzas Armadas y recibió la adhesión de sus camaradas acusados, todos ellos en libertad por leyes e indultos que los habían favorecido. Y la actriz Elena Cruz y Fernando Ciro realizaron un acto de homenaje a Rafael Videla en la puerta del domicilio del general golpista.
En el 2001, al cumplirse los 25 años del golpe, el país se encaminaba hacia el desastre. Domingo Cavallo estaba nuevamente como ministro de Economía y exigía superpoderes en el Congreso. La concentración del aniversario del golpe se convirtió también en una masiva muestra de repudio a una política económica que llevaba al descalabro.
En los años siguientes, 2002 y 2003, tras la crisis del 19 y 20 de diciembre de 2001, los principales protagonistas fueron las agrupaciones piqueteras y las asambleas populares. El predominio de las agrupaciones orientadas por los partidos de izquierda planteó una nueva discusión que estuvo a punto de excluir a la CTA, pese a que la central había sido el motor de las grandes concentraciones durante los diez años anteriores.
El año pasado, este aniversario se convirtió nuevamente en caja de resonancia de la situación política. La asunción de Néstor Kirchner a la Presidencia polarizó las posiciones entre las agrupaciones que abrían una expectativa ante el nuevo gobierno, que avanzaba en el tema de los derechos humanos, y las que planteaban una oposición cerrada. Ese día el Gobierno convocó a un acto frente a la ESMA para recuperar los edificios del antiguo campo clandestino. Por la mañana, en el Colegio Militar, Kirchner había hecho retirar el retrato de Videla. Las fechas históricas no tienen dueño ni herederos, así que finalmente los organismos de derechos humanos lograron que se suavizara el documento que se leería en el acto de Plaza de Mayo, y se realizó también el acto en la ESMA que tuvo una gran fuerza simbólica por el lugar y por la participación, por primera vez, de un presidente de la República.
En los actos de hoy se ponen nuevamente en evidencia esas tensiones, ya que en el acto central de Plaza de Mayo participan las agrupaciones de oposición dura que, pese a todo, hicieron un acuerdo de convivencia con los organismos de derechos humanos que se oponen a darle ese cariz a la concentración. Por otra parte, en el acto del Obelisco confluyen las agrupaciones que respaldan, con una actitud más o menos crítica, las iniciativas que ha impulsado el Gobierno en torno de los derechos humanos.