EL PAíS › RECONOCIMIENTO DEL EJERCITO A UN REPRESOR
Homenaje en la cancha de polo
El coronel Manuel Alejandro Morelli comandó hasta marzo de 1979 –fecha en la que falleció– la Superintendencia de Seguridad Federal, uno de los bastiones del terrorismo de Estado durante la última dictadura. Fue desde ese cargo que el 19 de agosto de 1976 ordenó la matanza de treinta jóvenes, que más tarde se conoció como la Masacre de Fátima. El hecho no sólo no le valió una condena. La Segunda Brigada de Caballería Blindada de Paraná, de donde Morelli era oriundo, decidió homenajearlo el sábado con un acto en donde bautizaron con su nombre una de las dependencias que allí tiene el Ejército: la cancha de polo. La medida, que causó malestar en el Gobierno, podría derivar en fuertes sanciones e incluso en el pase a retiro del titular de la Brigada, el general Juan Carlos Willington.
El caso fue dado a conocer por el semanario local Análisis. De acuerdo con el artículo, el acto no ahorró elogios y honores para el siniestro personaje. La iniciativa, que fue promovida por su hermano Salvador Morelli, inmediatamente consiguió el apoyo de las autoridades militares locales, entre ellas el general Valentín Venías, quien junto con Willington descubrió la pequeña chapa que de ahora en más escudará el campo de polo de la dependencia. El evento tuvo poca difusión entre los medios locales. Sólo estuvo presente El Diario, de Entre Ríos, que presentó a Morelli como “un personaje singular y carismático, muy querido por quienes lo conocieron o por aquellos que fueron sus subalternos”.
Ninguna referencia se hizo al poder que logró concentrar el militar durante el gobierno de Jorge Rafael Videla. De la mano del entonces ministro del Interior, general Albano Harguindeguy, Morelli se transformó en el jefe máximo de la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal, donde operaba un centro clandestino de detención. Años después pudo confirmarse que los jóvenes cuyos cuerpos fueron hallados en la localidad bonaerense de Fátima el 20 de agosto de 1976 estuvieron allí detenidos.
De acuerdo con varios testimonios, las víctimas fueron trasladadas al descampado por orden del propio Morelli. Cada uno de ellos fue asesinado con un disparo en la cabeza. El hecho se habría producido en represalia por el atentado en el que murió el general Omar Actis, presidente del ente organizador del Mundial de Fútbol de 1978. Los cuerpos fueron dinamitados. En ese entonces sólo pudieron identificarse dos cadáveres ya que el caso se archivó rápidamente. Al resto de las personas se las comenzó a identificar diez años después y la causa fue reabierta en 1995. Actualmente la mayoría de los implicados se encuentran detenidos por disposición del juez federal Daniel Rafecas.
La Masacre de Fátima no es lo único que se le recuerda al coronel. Según narra el seminario Análisis, los hijos del ex director de El Cronista Comercial, Rafael Perrota, desaparecido el 13 de junio de 1977, revelaron que siguiendo precisas instrucciones de Harguindeguy se entrevistaron con Morelli en la SIDE, donde también, se presume, prestó funciones. Al recibirlos les recomendó los pasos que debían seguir para hallar con vida a su padre. Pocos días después se presentó en la casa de la familia un oficial del Ejército, quien acudió como un enviado de Morelli. Dijo que era de apellido Arrán y les aconsejó pagar el rescate pedido, que era de 375.000 dólares. El 17 de julio de 1977 dejaron el dinero en el lugar convenido, la Isla Maciel. Morelli no los atendió nunca más.
Además, al negro listado de antecedentes se suman las relaciones que supo tejer en su paso por la Escuela Superior de Guerra, el Comando General del Ejército y el Regimiento de Caballería. Fiel amigo del ex vicario castrense Adolfo Servando Tortolo, Morelli mantuvo además buen trato con Ramón Camps y con el cura represor Cristian von Wernich, a quien lo unió más que un simple lazo de amistad. En 1950, siendo ya subteniente delRegimiento de Caballería, Morelli conoció a la hermana del sacerdote, Susana von Wernich, con quien contrajo matrimonio años después.
Su oscuro pasado no le impidió pasar cómodamente sus últimos días en Paraná. La estrecha relación que mantuvo con el general Juan Carlos Trimarco, interventor de la provincia durante la dictadura, le garantizó a su hermano la presidencia del Instituto Autárquico Provincial del Seguro (IAPS). A la generosa prosperidad económica se le agregó durante estos días el reconocimiento de las instituciones militares.
Tras enterarse de lo sucedido, el comandante del Ejército, Roberto Bendini, expresó su “sorpresa” y fuentes del gobierno nacional indicaron que en las próximas horas se aplicaría “graves sanciones” a los generales Willington y Venías. Dichas medidas podrían significar el pase a retiro de ambos. “Es una provocación”, agregó un funcionario de Casa Rosada. Según explicó, la información habría causado “malestar” en el presidente Néstor Kirchner, quien el martes fue notificado del hecho.