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El crecimiento sigue firme, pero a ritmo “más normal”

Los resultados del primer trimestre muestran que la tendencia positiva no se detiene, aunque a partir de marzo ya no se alcanzaban las tasas del 8 al 9 por ciento anual de 2003 y 2004.

El crecimiento vuelve a la normalidad. Esta es la lectura que el equipo económico tiene de los datos del Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) de marzo que, según informó el Indec ayer, registró una suba mensual del 0,3 por ciento e interanual del 7,5 por ciento. A nivel sectorial, el dato más relevante fue el pobre desempeño de la construcción, lo que repercutió también en menores volúmenes de inversión. La desaceleración también surge de la comparación del acumulado del primer trimestre que, contra igual período del año pasado, creció el 8,3 por ciento.
Está claro que un crecimiento a tasas tan altas como las registradas en 2003 y 2004 no puede sostenerse en el tiempo salvo circunstancias extraordinarias. A medida que la economía comienza a acercarse al promedio histórico del uso de sus recursos productivos (mano de obra, fábricas, etc.), como sucedió cuando la crisis fue quedando atrás, también se acerca a su producto potencial. Cuando ello ocurre se vuelve indispensable un aumento significativo de la tasa de inversión. Y si bien existen planes de inversión en muchos sectores, no sólo en los que comenzaban a llegar al límite técnico de la utilización de su capacidad, también existen indicios de que a nivel global el desempeño de este componente de la demanda agregada no estaría respondiendo acorde con lo esperado.
En Economía la sugerencia de que este componente de la demanda está lejos de los niveles óptimos no cae nada bien. Prefieren, en cambio, jugar con las estadísticas. Sucede que el 2004 dejó un “arrastre estadístico” del 4 por ciento que, sumado al crecimiento del primer trimestre del 1,1 por ciento (contra el último del año pasado), deja una expansión del 5,1 por ciento. La proyección de suba del PIB de Roberto Lavagna es del 6 por ciento. Siguiendo esta lógica, si la economía se estancase en los niveles actuales, ya se habría conseguido el citado 5,1 por ciento. Y si sólo siguiese creciendo al actual 1,1 por ciento trimestre contra trimestre, se obtendría un crecimiento del 6,3 por ciento en el año. En otras palabras, la economía podría llegar a la pauta prevista solamente en piloto automático.
Pero volviendo a la economía real, que en última instancia es lo que importa, los datos adelantados de la demanda agregada muestran que el consumo y la inversión ya no crecen a los niveles de 2004. Es claro que no podrían hacerlo a la velocidad del cuarto trimestre, cuando los incentivos salariales y fiscales a los ingresos consiguieron que el PIB crezca a una tasa anualizada del 12 por ciento. No sólo estos incentivos dejaron de existir, sino que la inflación del 4 por ciento retrajo el consumo.
Adicionalmente, algunos problemas de gestión de las obras públicas, en particular dificultades en la ejecución de los contratos, indujeron cierto freno a la actividad de la construcción. Debe recordarse que en la estructura económica local la construcción representa el 60 por ciento de la inversión. A ello se sumó que los menores precios agrarios también se tradujeron en menores compras de maquinarias agrícolas. La misma baja de precios no logró en cambio contrarrestar el aporte de las exportaciones netas, lo que se debió principalmente al fuerte aumento de las cantidades que, siempre en el primer trimestre, crecieron el 19 por ciento. Como los precios cayeron el 5,3 por ciento –fundamentalmente por los agrarios–, la suba en valor fue del 12,5 por ciento.
Vale destacar, no obstante, que en ninguno de estos casos se está hablando de caídas, sino de menores velocidades de crecimiento. Tomando plazos más largos, el producto ya superó los niveles máximos de 1998, antes de que se inicie la recesión que terminó en la crisis de fines de 2001. Entre el nivel máximo alcanzado en 1998 hasta marzo de 2002 el PIB cayó 21 por ciento, desde entonces se recuperó el 26,4 por ciento. En el equipo económico destacan también que este crecimiento está subvaluado, ya que el PIB está medido a precios de 1993, cuando en el conjunto de bienes medidos pesaban menos aquellos que, con el cambio de precios relativos, más aumentaron, como por ejemplo los industriales. Si se analiza la evolución del PIB por ciclos, se tiene que luego de la primera fase poscrisis, el crecimiento se produjo sobre la base de la sustitución de importaciones. Desde fines de 2002 hasta mediados de 2004, se sumaron el consumo y la inversión, aunque el rápido crecimiento de las importaciones y el pobre desempeño de las exportaciones se tradujeron en un aporte negativo de las exportaciones netas. Desde mediados de 2004 estas últimas comenzaron un aporte positivo, pero perdió peso la inversión, ciclo que parece haberse acentuado en el primer trimestre de 2005 con el agregado de un desempeño más modesto del consumo.
Por el lado de la oferta, a grandes rasgos, la economía mostró un buen desempeño de la industria y la minería, un crecimiento más leve en el agro y cierto estancamiento en servicios, aunque ya crecen al mismo ritmo que los bienes. El transporte cayó en marzo luego de 12 meses de crecimiento, mientras que el comercio fue afectado por el menor consumo.

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Roberto Lavagna, ministro de Economía. Un crecimiento “en un nivel normal”, interpreta el Gobierno.
 
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