EL PAíS
La nostalgia noventista del ex presidente español
José María Aznar presentó su libro Retratos y Perfiles de Fraga a Bush. Tiene un capítulo dedicado a Menem y frases como “nuestro país debe contar con más personas como Julio Iglesias”.
¿Qué tienen en común George W. Bush, Fidel Castro, Carlos Menem y Plácido Domingo? La respuesta es sencilla: son tan sólo algunos de los nombres que protagonizan el nuevo libro del ex presidente español José María Aznar, Retratos y Perfiles de Fraga a Bush. El ex mandatario, que lo presentó ayer en el país como parte de una gira por Sudamérica, también se hizo tiempo en la apretada agenda para otras actividades. Entre ellas se reunió por la mañana con el presidente Néstor Kirchner y hoy se encontrará con el líder de Recrear, Ricardo López Murphy.
Pieles, escotes, peinados con brushing y mucho perfume francés. La escena en el paquete Hotel Alvear difícilmente podría ser vista por un observador desprevenido como la presentación de un libro. Claro que el nombre del autor ya daba una pista. Se trataba del ex presidente español. Tal vez por ello todo el mundo llegó puntual. Salvo un invitado, Eduardo Menem, para quien inmediatamente se improvisó un lugar en la primera fila. No era para menos: el español dedica un capítulo entero a su hermano Carlos y a la “cercana” relación que mantuvieron como jefes de Estado. “Carlos Saúl Menem es uno de los grandes protagonistas de unos años apasionantes en Iberoamérica, la década del ’90. Menem llegó al poder en 1989, en tándem con una persona muy importante del PJ, buen amigo mío, Eduardo Duhalde”, empieza el relato. La frase ofrece ya un indicio de las líneas que Aznar ocupó a su análisis sobre los años de la convertibilidad, que ayer, en la presentación, se recordaron con nostalgia.
Con un público conformado mayormente por empresarios, como Santiago Soldati, y con la participación de Mariano Grondona y Marcelo Longobardi, que oficiaron como presentadores del libro, la charla prácticamente se convirtió en una reivindicación de las políticas noventistas. “Por fin estamos ante un intento racional que busca evaluar los ’90, y no condenarlos como está tan de moda”, dijo Grondona, y un murmullo por primera vez rompió el silencio. Envalentonado, fue por más. “El subdesarrollo siempre conduce a echarle la culpa al gobernante”, expresó refiriéndose a los destrozos provocados en Nueva Orleans por el huracán.
Más allá de las reivindicaciones aisladas a la “revolución conservadora” encarada por Margaret Thatcher o Ronald Reagan, el diálogo entre los presentadores y el “estadista” –como lo llamaron– se orientó a realzar las cualidades del español. Tal vez como una forma para entrar en línea con su libro, un anecdotario que logra reunir un universo tan variado de personajes y donde la familia de Aznar ocupa más líneas que las destinadas a describir su relación con la Casa Blanca o con Tony Blair, o donde frases como “nuestro país debe contar con más personas como Julio Iglesias” logran alternarse con confesiones como la que supuestamente le hizo Fidel Castro al asegurar que “necesitaba el embargo para esta generación y la siguiente”. El autor, sin embargo, lo resumió así: “Uno de mis mayores intereses fue transmitir mi principal empeño: lograr que el PP se transformara en una referencia política”. Mientras que Longobardi, en una de las pocas intervenciones que tuvo, agregó: “Empiecen el libro por el final”. No aclaró si luego se debe seguir leyendo el resto.
Informe: Carolina Keve.