EL PAíS › SATISFACCION EN EL GOBIERNO POR LOS RESULTADOS DE LA CUMBRE
Una cosecha más que generosa
Los elogios del jefe de gobierno español y sus gestiones con Aguas de Barcelona dejaron contenta a la comitiva argentina.
Por Fernando Cibeira
Desde Salamanca
“En Argentina sólo nos van a creer si decimos que le pagamos”, bromeaba un integrante de la comitiva presidencial en el avión de vuelta de la Cumbre Iberoamericana. La referencia era a una pregunta sobre los motivos que llevaron al jefe del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, a elogiar la gestión del presidente Néstor Kirchner en más de una ocasión durante el encuentro en Salamanca. “Son dos políticos de la misma generación, que piensan parecido y que tienen una visión del mundo similar. ¿Por qué no habría de apoyarlo?”, respondía, finalmente, el funcionario. Sean cuales fueren esas razones, lo cierto es que las declaraciones de Rodríguez Zapatero y sus gestiones para que las empresas españolas permanezcan en el país –sobre todo la referente a Aguas de Barcelona (Agbar) y su situación dentro de Aguas Argentinas– fueron la principal cosecha de un viaje que, en caso de no haber existido estos gestos, probablemente habría quedado en la mayor intrascendencia. Pero fueron más que suficientes para dejar en el balance del Gobierno un saldo positivo de la excursión.
Se sabía que habría una reunión bilateral y que la situación de los capitales españoles en el país tenía reservado un lugar destacado en la agenda. La primera sorpresa fue que el encuentro se concretara a poco de empezar la cumbre y no durante la segunda jornada, como estaba previsto. La segunda sorpresa fue que al término del encuentro, Rodríguez Zapatero y Kirchner convinieran en hacer pasar a la pequeña sala donde se encontraban a la prensa argentina. Sorteados los varios controles de seguridad, los periodistas argentinos quedaron cara a cara con Kirch-
ner y Zapatero, flanqueados por los cancilleres Rafael Bielsa y Miguel Angel Moratinos. Entonces les fue posible hacer lo que nadie en la cumbre había podido hasta el momento: preguntarle a Rodríguez Zapatero lo que se quisiera.
El jefe de gobierno español se despachó con varias frases fuera de libreto. Lo más inesperado fueron sus referencias a las malas políticas que habían llevado a Argentina a la crisis y los elogios a la actual proceso. Casi de campaña.
La segunda intervención de Rodríguez Zapatero ocurrió durante la conferencia de prensa de cierre de la Cumbre. Las preguntas giraban alrededor de los temas del encuentro de presidentes cuando un periodista de Barcelona le preguntó sobre lo conversado con Kirchner sobre Agbar. Allí fue cuando nuevamente Zapatero, ahora ante la prensa de toda Iberoamérica, volvió a expresar su apoyo al proceso argentino y describió el deseo porque las empresas españolas acompañen esa gestión.
El respaldo de Rodríguez Zapatero, evaluaban luego en la comitiva presidencial, tenía doble significado positivo para la Casa Rosada. Por un lado, se daba una semana antes de las elecciones legislativas. Por el otro, echaba por tierra los rumores sobre una salida en estampida de inversores extranjeros. De yapa, Rodríguez Zapatero tuvo una cortesía extra al recibir a la senadora Cristina Fernández para que le explique un proyecto cultural sobre el bicentenario que bien podría haberse producido en cualquier otro momento o incluso a otro nivel de funcionarios.
En las cercanías del Presidente destacaban las gestiones realizadas en Madrid por el embajador Carlos Bettini, de aceitados contactos en el gobernante PSOE. La muñeca de Bettini consiguió que a último momento los gobiernos de Argentina y España firmaran también las bases de un acuerdo de asociación estratégica que, en rigor, no aportó mucho a lo que ya habían suscripto Kirchner y Zapatero en enero pasado en Buenos Aires, pero que pudo ser presentado como un paso adelante en las relaciones bilaterales. Pero, más allá de las gestiones de sus funcionarios, cerca de Kirchner adjudicaban la actitud del presidente español a la buena relación que supo armar el santacruceño.