Domingo, 21 de mayo de 2006 | Hoy
EL PAíS › DE LA DERECHA A LA IZQUIERDA, OPINIONES SOBRE LOS TRES AÑOS DE KIRCHNER
1. ¿Cuál es su balance del gobierno de Kirchner?
2. ¿Qué cosas considera que se pueden rescatar?
3. ¿Por qué no hay por el momento una oposición sólida que pueda disputar el poder?
Producción: Miguel Jorquera y Werner Pertot
1 En lo negativo, continúa la matriz de saqueo y acumulación económica de los ’90. Hay una distribución del ingreso y la riqueza ultrarregresiva. Esto se ve también en las áreas energéticas, petroleras y las vinculadas a los recursos estratégicos y también en transportes y obras públicas. Las renegociaciones con las privatizadas no tienen explicación porque favorecen a las empresas y perjudican al Estado y a los usuarios. Se nota un deterioro de la calidad institucional: no se respeta la división de poderes, ni la Constitución, y esto impacta cotidianamente en la vida de todos nosotros.
Aparece en la reforma del Consejo de la Magistratura, la delegación de poderes al Ejecutivo, el record en Decretos de Necesidad y Urgencia y el control político sobre todas las instancias. Hoy encontramos temor en muchos legisladores del oficialismo. La otra cuestión es cómo varió del comienzo a la actualidad: la plaza del 25 de Mayo será con el aparato del PJ y la anterior fue con Silvio Rodríguez.
2 Hay continuidades y rupturas respecto de los ’90. En el tema derechos humanos, referidos a la sanción de los genocidas, hubo avances importantes que nosotros acompañamos, aunque todavía continúan vigentes los indultos. En la remoción de la Corte y la designación de jueces honestos, independientes y de excelencia profesional. Y el intento de fortalecer el Mercosur.
3 Lo que se necesita no es una oposición, sino una alternativa política, que no repita los vicios de construcción de la política tradicional. No hay que juntarse para ganarle a Kirchner, sino instalar un debate cultural dentro de la sociedad para que existan gobiernos mejores.
1 A la hora de una evaluación evitamos ponernos en la vereda de enfrente y esperar que el gobierno nacional fracase, para que de ese fracaso dependa la posibilidad de que surja otra propuesta. Esto ya lo conocemos y repetiríamos un ciclo histórico que viene llevándonos a demasiados desencuentros entre los argentinos.
2 Hemos discrepado con la reforma del Consejo de la Magistratura, pero hemos acompañado todas aquellas iniciativas que consideramos positivas de este Gobierno: la política de derechos humanos; el tratamiento de la Corte Suprema y el desendeudamiento. Señalamos las diferencias y venimos proponiendo cambios en la dimensión social, en programas de redistribución y reducción de las desigualdades, de participación, de solidaridad, transparencia y por supuesto en la lucha contra la corrupción.
3 No nos desvela pensar en una oposición fuerte, sí nos preocupa presentar alternativas y propuestas desde el sitio en que nos encontramos, y así lo hacemos tanto en la esfera nacional como provincial. Por ejemplo en Santa Fe, donde son notorias las diferencias con la Nación en el tratamiento de temas fundamentales como el de la Justicia, nosotros presentamos fuertes propuestas de cambio. Veríamos con agrado que se produzca una búsqueda de diálogo y consenso para la toma de decisiones tanto en lo económico como en lo social, y en tal sentido pregonamos la convocatoria a un Consejo Económico y Social que permita un diálogo franco entre todos los sectores de la vida nacional.
1 Aunque hay sectores que aún mantienen expectativas, el saldo no es a favor del pueblo trabajador. El crecimiento no es mérito de Kirchner, sino del efecto rebote y los altos precios del agro. Gran parte del superávit proviene del retraso de los sueldos estatales, jubilaciones y planes, y de una recaudación centrada en el regresivo IVA; y en vez de ir a respuestas sociales va a la deuda externa y a subsidios a las privatizadas. Aun considerando “ocupado” al que trabajó una hora semanal, el Indec admite un desempleo de 14,1 por ciento –con planes– y un subempleo de 11 por ciento. Y el 46 por ciento del trabajo es en negro, el retraso salarial desde el 2001 es del 20 por ciento –y mayor en estatales e informales–, sigue la inflación y creció la brecha ente ricos y pobres.
2 Si Kirchner hizo cambios en la Corte y removió cúpulas militares es porque hubo un Argentinazo y debía ganar base social. Los avances se deben a la lucha popular, no a su gobierno de doble discurso y prepotencia. Así pasó con la nulidad de las leyes de impunidad, donde además jugó un rol Patricia Walsh. Con los aumentos de salarios y la equiparación de tercerizadas, como lograron los compañeros del subte. O con la baja del mínimo no imponible de Ganancias, por la dura pelea de Las Heras (donde aún quedan presos políticos). Si hay algo a “rescatar”, es el petróleo. Seguimos siendo el único país del mundo cuyo oro negro está totalmente en manos extranjeras y el que menos recibe de esa enorme renta. Al revés de la alianza Kirchner-Repsol, Bolivia marca el camino a seguir.
3 En la lucha social, la izquierda y los luchadores tenemos peso y a menudo actuamos juntos. Pero en el plano político hay una dispersión a superar. Por eso estamos impulsando un reagrupamiento amplio, sin autobombo ni sectarismo, con respeto por las diferencias y en base a un programa por cambios de fondo. Si avanzamos en esa unidad y también logramos una fórmula electoral única de la izquierda y los luchadores, podremos enfrentar con más fuerza a toda la vieja política.
1 El balance es negativo; más allá de ponerme a enumerar medidas erradas, puedo resumir diciendo que en la Argentina de hoy sufrimos una falta de reglas institucionales evidente. El sistema básico de controles de una República no está funcionando; eso se ve con claridad en la destrucción del federalismo y de la división de poderes. La división de poderes acentuó su quiebre porque el Gobierno fue quitando facultades al Parlamento, al gobernar por medio de Decretos de Necesidad y Urgencia, al usar superpoderes, al abusar de la delegación de facultades legislativas al Ejecutivo y desvirtuar los mecanismos de control en la ejecución de sus gastos. Además, la libertad de prensa se ha ido restringiendo a través de la publicidad oficial y el desplazamiento de aquellos que en los medios contradigan la opinión del Gobierno. El federalismo está quebrado desde el momento en que los gobernadores dependen absolutamente de la piñata presupuestaria del Presidente, y hasta los de signo contrario a él, votan alineados y festejan sus excesos.
2 De la gestión destaco que reconstruyó la autoridad presidencial, el haber eliminado las monedas de fantasía que balcanizaban al país y que logró hacer descender los niveles vergonzosos de mortalidad infantil que sufríamos.
3 La oposición está fragmentada porque quedó atrapada en un debate ideológico que a esta altura resulta inútil. Esa discusión se podrá dar una vez que las instituciones de la República funcionen, hoy es imposible. El oficialismo cobija en sus filas a Pérsico y a D’Elía al lado de Ruckauf y Atanasof, mientras la oposición es un gran archipiélago. El sistema político argentino está diseñado para que convivan dos grandes coaliciones –como en Brasil, Uruguay y Chile, por ejemplo–; de lo contrario se produce un tremendo desequilibrio, que es lo que nos pasa hoy.
1 Esta gestión lo único que construye es un gobierno mediático, lo cual no quiere decir que esté haciendo las cosas bien. El gobierno nacional carece de gestión y los índices positivos que se visualizan, como el superávit fiscal, se lograron gracias al sacrificio de las provincias con la aplicación, por ejemplo, de retenciones a la producción. Me preocupa la permanente visión a corto plazo que tiene Néstor Kirchner, la falta de planificación y el no aprovechamiento de los indicadores económicos. Todavía no veo que se hayan abordado los grandes problemas que tiene Argentina, y en su lugar se abren frentes de conflicto internos y hacia el exterior ya que, insisto, no existen políticas serias nacionales ni internacionales. Este Gobierno incumple leyes y aplica medidas inconstitucionales como la de hidrocarburos y la de coparticipación que, tal como lo indica la reforma del ’94, se debieron sancionar nuevas leyes que el Gobierno ni siquiera contempla.
2 Rescato la jerarquización de la política por parte de este gobierno. Coincido en priorizar las políticas de salud, focalizando a la población vulnerable y logrando una mejora en los indicadores básicos de salud; también son buenos los lineamientos de la política educativa dado que nunca estuvimos de acuerdo con la Ley Federal de Educación, juntamente con Capital Federal, pero siendo el gobierno neuquino el que le dio marco legal a esta posición a través de un decreto y posteriormente de una Ley.
3 Soy el único candidato a Presidente para 2007 por la oposición que posee gestión y proyecto de gobierno. Nosotros estamos trabajando en una oposición sólida. Con Mauricio Macri tenemos un acuerdo de trabajo conjunto donde se privilegia la creación de bases programáticas serias sustentadas en la planificación que está por encima de las aspiraciones personales de cada uno. Este espacio está abierto para que sumen los grandes referentes nacionales para crear un polo opositor de dimensiones que le diga no a esta falta de gestión que tiene Néstor Kirchner.
1 No se percibe ninguna transformación de la organización social que entró en bancarrota a fines de 2001. A pesar de la reactivación económica, la deuda pública es un 90 por ciento del PBI y crece vegetativamente unos 6000 millones de dólares al año. La población por debajo del nivel de pobreza es, aproximadamente, del 40 por ciento, y la desocupación y la subocupación afectan, mínimo, al 25 por ciento. La mitad de los asalariados gana por debajo de la canasta básica y la mayoría de las jubilaciones oscilan en torno de la canasta de indigencia. Continúa la precariedad laboral y la degradación de la educación y la salud públicas.
2 Este tipo de gobiernos realizan aportes invalorables, a su pesar. Las crisis de las cuales emergen los obligan a gobernar con una elevada dosis de activismo y politizan la vida social. Despiertan inquietud en aquellas masas hasta el momento pasivas. Esto acrecienta las oportunidades de desarrollo de la fuerzas socialistas.
3 Por la misma razón que no existe un oficialismo consolidado, a nadie se le escapa que es una colección disparatada de retazos. O sea, porque estamos en una etapa de transición. El Gobierno quiere apoderarse del costado izquierdo del escenario, no solamente atacando a la derecha (con la cual hace los mejores negocios) sino por sobre todo cooptando dirigentes populares.
1 El balance tiene aspectos positivos, con una contracara que aparece por la concentración de poder que pretende el Gobierno. Fue positiva la autolimitación para designar los miembros de la CSJN. Pero terminamos con una reforma al Consejo de la Magistratura que demuestra una actitud invasiva en el funcionamiento del Poder Judicial. Valoro la imagen de autoridad del Presidente, pero ésta se empaña cuando no contesta requisitorias periodísticas, no hace reuniones de Gabinete y no implementa políticas consensuadas con los demás partidos. La descalificación de los que piensan distinto, como una forma de amedrentamiento o disciplinamiento, afecta las reglas de juego de la democracia. Los aspectos positivos de la economía no se pueden capitalizar porque son administrados de manera discrecional, sin voluntad de modificar los ejes distributivos de la riqueza y del esfuerzo.
2 La autoridad, el liderazgo, los aumentos de salarios y de jubilaciones, la operación de canje de la deuda privada, pero no el desendeudamiento con el FMI, algunas políticas de salud y de educación.
3 El problema de la oposición es su fragmentación, especialmente en aquellos que podrían tener una visión común, fracasos anteriores de los que no hemos terminado de salir y también el ejercicio de poder hegemónico y disciplinador de quienes gobiernan.
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