Domingo, 21 de mayo de 2006 | Hoy
EL PAíS › QUE Y COMO ES LA NUEVA ESTRATEGIA POLITICA DEL GOBIERNO
La idea-fuerza es incorporar dirigentes de pensamiento simpático al Gobierno para aumentar su base de sustentación extramuros del peronismo. Una nueva transversalidad cuya principal víctima apunta a ser la UCR. Las definiciones del propio Kirchner. La relación con la reelección.
Por Sergio Moreno
Habla el Presidente: “Estamos construyendo un espacio político. Algunos hablan de concertación, otros de construcción amplia, otros de vocación frentista. En la etapa que viene en el 2007, más allá de quién vaya como candidato a presidente, la construcción que le debemos ofrecer a la sociedad argentina debe ser amplia, plural, que tenga proyección estratégica y sea un marco superador a lo que se ha construido hasta ahora”. El lector atento podrá reconocer esta frase en el reportaje a Néstor Kirchner que abre este diario. La definición fue buscada a guisa de la posible reelección presidencial. Tanto el primer mandatario cuanto sus centuriones y aliados extrapartidarios se han lanzado a la construcción de esta “concertación”, término extraído de la exitosa experiencia política electoral chilena que le ha permitido mantenerse en el poder desde que le fue arrebatado a Augusto Pinochet, a comienzo de los ’90. La versión criolla, de la cual se ha comenzado a hablar, se conversó largamente en el viaje a Viena de la semana pasada, entre todos los integrantes de la legación criolla, entre ellos radicales. “Más que una concertación programática a la chilena, es una construcción de poder, que excede al peronismo”, definió uno de los contertulios presidenciales que se han lanzado a la construcción de esta nueva estrategia oficial, un remedo de la demodé “transversalidad”.
“En esta etapa, en esto sí voy a ayudar, hay que construir una concertación, un frente, un espacio, absolutamente amplio, que le dé pluralidad y la posibilidad de generar un espacio superador para cualificar definitivamente la construcción de una alternativa estratégica en la Argentina”, dice el Presidente en el reportaje (ver páginas 2-5) y abunda en que debe ser superador “de la expresión de gobierno que tenemos hoy, de la que me toca conducir. Uno va aspirando a que lo que venga cada día tenga una expresión más acabada con lo que necesita la Argentina. Hay que construir varios saltos cualitativos más para que el país tenga una fuerte repotenciación: institucional, política, consolidación del crecimiento, de inserción, de inclusión, de cualificación, de calidad institucional, para lo que hay que trabajar. Yo voy a tratar de seguir ampliando este espacio, pero es evidente que hay que armar una construcción política que responda a lo que los argentinos necesitan hacia el Bicentenario”, asegura Kirchner.
La idea nació semanas atrás, en la mesa chica en la que abreva y a la que tributa el Presidente. Inicialmente, se mencionó la incorporación de todos los sectores que abonan al kirchnerismo y no son peronistas. Pero, así dicho, tal concepto podría confundirse con la transversalidad, experimento que dio resultados dispares según creen algunos estrategas de la Casa Rosada. “La transversalidad fue una denominación periodística. Es un término que podría funcionar en el sistema de partidos que están funcionando. En la Argentina, todos sabemos que la reconstrucción de los partidos políticos va a llevar un tiempo largo”, afirma Kirchner.
Sin contradecir lo antedicho, un importante ministro que suele interpretar fielmente el pensamiento presidencial abunda sobre la comparación “transversalidad-concertación”: “Están llamando con diferentes nombres a las mismas cosas. Cuando nosotros hablábamos y concretábamos la transversalidad, desde el peronismo nos ninguneaban, nos acusaban de querer romper el partido, de ‘infiltrar’ otros dirigentes. Ahora nos acusan desde la UCR o el ARI”.
No obstante, la flamante idea-fuerza del Gobierno tiene muchas horas de debate y maduración interna. En el viaje que la semana anterior realizó el Presidente a Viena, Austria, los más salientes dirigentes de la delegación se sumergieron en la discusión sobre las características que debería tener dicha concertación. Además del Presidente, participaron de las tertulias su mujer, Cristina Fernández (CFK), el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, el canciller, Jorge Taiana, el presidente provisional del Senado, José Pampuro, el representante de las comisiones permanentes del Mercosur, Carlos “Chacho” Alvarez, el titular del bloque justicialista federal de la Cámara baja, José María Díaz Bancalari, el gobernador Mendoza, el radical Julio Cobos, y el intendente de San Isidro, también radical, Gustavo Posse.
No fue una sola charla. Comenzó en el avión durante el tramo de ida, y fue reproduciéndose en cada pequeña mesa de café vienés donde se fueron encontrando los integrantes de la delegación. Una de sus consecuencias es que la nueva idea se instaló en el lenguaje oficial y sus propalaciones no bien el Presidente volvió a pisar suelo argentino.
“La Argentina reclama el concierto de las fuerzas para salir adelante y convocar a los mejores hombres que piensan lo mismo, aquella gente honesta con una visión del país semejante”, profundizó el pasado viernes, en una conversación radiofónica, el jefe de Gabinete, habitual difusor de las ideas presidenciales.
La praxis de la idea de marras asemeja a una gran aspiradora que succionaría todo dirigente y cuadro intermedio de partidos y agrupaciones no peronistas, simpáticos al Gobierno. “Es un espacio para incorporar más a dirigentes que a partidos”, aclara uno de los principales colaboradores del Presidente y explica: “Cuando hablábamos de transversalidad no hablábamos del peronismo. ¿Qué era el peronismo en aquel entonces? ¿Menem, Rodríguez Saá, Duhalde? Y ahora, ¿qué es la UCR? ¿Cobos, Iglesias, Rozas, Stolbizer, Alfonsín?”.
Dicho esto, en la UCR muchos dirigentes preparan las garrochas para cruzar el Jordán tan rápido como puedan. Cobos y Posse son dos de ellos; otros gobernadores de ese partido, como el correntino Ricardo Colombi, el santiagueño Gerardo Zamora, el catamarqueño Hugo Brizuela del Moral, más un enjambre de intendentes de todo el país –muchos de ellos de la provincia de Buenos Aires–, preparan su cruce.
Si bien este desgranamiento de la UCR será el fenómeno de mayor notoriedad e impacto en el escenario político por venir, Kirchner imagina, además, incorporaciones de dirigentes de otros partidos. “La construcción del espacio se debe hacer en base a ideas superadoras que seguramente provendrán de hombres y mujeres de distintos partidos. A nosotros se acerca mucha gente a conversar del radicalismo, gente del ARI –algunos entraron al Gobierno y están trabajando con nosotros–, gente del Frente Grande, del Partido Socialista, de partidos vecinales. Hay que saber entender y darle potencialidad para garantizar gobiernos eficientes, ágiles, superadores, que le den buena administración a la gente, que permitan que la Argentina siga mejorando, y en eso hay que tener grandeza y generosidad. Todos somos pasantes de la historia”, ensaya Kirchner.
“La concertación está pensada para agrandar los márgenes de sostén político, para exceder al peronismo. También para construir una fuerza de peso ahí donde el peronismo no es gobierno”, describe uno de los integrantes de la delegación que fue a Viena y se enredó largamente en las tenidas sobre el asunto. El hombre, con experticia en alquimias electorales y políticas, ejemplifica: “En la provincia de Buenos Aires podríamos tener una fórmula con candidato a gobernador del Frente para la Victoria-PJ, y un vice de la UCR; en otras provincias podría ser al revés, como lo es hoy en Corrientes”, recuerda.
Muchos de los esfuerzos de la Casa Rosada están puestos en algunos dirigentes radicales. Tal los casos de Cobos y Zamora. “Hace mucho tiempo que Alberto (Fernández) los viene conversando. Son tipos que piensan como nosotros, igual que Posse (el intendente de San Isidro), y deben integrar este espacio”, revela un integrante del gabinete nacional a este reportero.
Reelección o no
Kirchner sigue creando el misterio acerca de su hipotética renuncia a ser reelecto en 2007 (ver reportaje). “Nunca va dar señales claras al respecto porque si dice que no reelige se licua parte de su poder”, aclara un ministro con despacho en el primer piso de Balcarce 50.
Tanto los integrantes de la mesa chica, cuanto otros funcionarios de círculos más alejados pero de cierta influencia, atesoran certezas disímiles al respecto. Hay quien dice que toda esta construcción política apunta a que Kirchner, finalmente, encabezará la continuidad de su proyecto en el tramo 2007-2011. “Preparamos una fuerza plural, inmensa, de pensamiento progresista y homogéneo para el Bicentenario”, concluye uno de los ingenieros del Presidente.
Sin embargo, un miembro del entourage más cercano al Presidente sostiene todo lo contrario. Respecto de la relación concertación-reelección, el confidente sostiene: “Precisamente, la decisión de buscar más gente que piense como nosotros, ampliar la base, solidificar el proyecto con dirigentes de peso e ideas, es darle al movimiento la solidez que podría hacer falta debido a su ausencia (la de Kirchner en el mandato 2007-11)”, sostiene ante Página/12 la fuente. El hombre, a quien el patagónico consulta permanentemente, es uno de los cultores de la no reelección. “Un segundo período (de mandato de Kirchner) es arriesgarse a una enorme debilidad, paradójicamente por culpa de esta época signada por enormes logros. La comparación, por más que nos fuese bien, que creciéramos al 7 por ciento anual, siempre sería en detrimento de lo que se pueda hacer. Las críticas serán permanentes y feroces”, abunda la fuente.
“Es por eso que debemos pensar en la continuidad del proyecto con alguien genuinamente partícipe del mismo y que podrá llevarlo adelante con más sustento político. Para eso está la concertación”, remata.
El misterio sigue surtiendo efecto. A comienzo del año entrante será develado.
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