Viernes, 11 de agosto de 2006 | Hoy
EL PAíS › EL ULTIMO CASO EN EL JUICIO A ETCHECOLATZ
Casi como una parábola, ayer la jornada del juicio al represor Miguel Etchecolatz abundó en los detalles del proceso sistemático de secuestro y asesinato de miles de desaparecidos platenses. César San Sebastián, quien durante la dictadura estuvo al frente de la Escuela de Inteligencia policial, relató que cuando el imputado, junto al fallecido represor Ramón Camps, militarizó la policía, ésta “dejó de ocuparse de los delitos comunes para dedicarse de lleno al seguimiento de personas”. Muchos de estos perseguidos, que fueron secuestrados y fusilados, antes de ser enterrados como NN pasaban por la morgue en la que trabajaba el médico policial Ernesto Gelemur, quien ayer reconoció su firma en un certificado de defunción de tres enfermeras que fueron secuestradas en 1977 y asesinadas dos meses después. Este crimen es el último de los casos que se tratarán en este juicio, iniciado el 20 de junio pasado.
San Sebastián relató que durante esos años la actividad principal de la Dirección de Inteligencia “pasó por la vigilancia de las actividades de las personas, ya sea en los niveles universitarios, políticos, gremiales y laborales”. El ex comisario también le dio al Tribunal Oral Federal 1 de La Plata una idea del clima en que estaba inmersa la Policía Bonaerense en esa época: “No había casi nada que se dejara de vigilar, porque hasta se llegaron a infiltrar agentes entre los feligreses de las parroquias para conocer actividades de algún posible subversivo –sostuvo San Sebastián–, por ejemplo, no quedaron fuera de esas prácticas los astilleros navales de Río Santiago, la universidad platense y la Destilería de YPF, en Ensenada”. Al igual que el año pasado, cuando declaró en el Juicio por la Verdad que desde 1998 se sigue en La Plata para establecer el destino de más de 2000 desaparecidos, el testigo dijo desconocer lo que pasó con aquellas personas que eran vigiladas.
“De nombres no me hablen, yo no recuerdo casos puntuales”, expresó el ex médico policial luego de que el Tribunal le exhibiera las actas de defunción de las tres enfermeras, en las que figuraban como NN femeninas, halladas en la ruta 6 y la ruta 215 en jurisdicción de La Plata y cuya causal de muerte, según el acta que él firmó, era “destrucción de masa encefálica por proyectil de arma de fuego”. Un tipo de muerte que durante la época “se hizo como una regla”, dijo Gelemur, quien además admitió que en su trabajo estaban “abarrotados” de cadáveres. Elena Arce, Nora Formiga y Margarita Delgado fueron enterradas en el cementerio de La Plata y posteriormente identificadas por el Equipo Argentino de Antropología Forense, que ayer estuvo representado por Anahí Ginarte, quien también brindó testimonio.
“Estábamos bajo bandera”, se excusó Gelemur al destacar que su superior en Sanidad era un militar: “Era la intervención. No formábamos parte de ello. Era un momento que no se le deseaba a nadie”. El ex médico policial afirmó que con sus colegas solían revisar a los presos en las comisarías y lugares de detención y constató varias veces problemas de asma y de alimentación. También negó tener trato alguno con Etchecolatz –acusado de seis homicidios calificados, secuestros y torturas–, quien sólo participó de la primera audiencia, ya que luego hizo uso del derecho de no asistir a las mismas, aunque deberá presentarse cuando se dicte la sentencia.
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