Los entrerrianos votarán el 18 de marzo, en las primeras elecciones desdobladas de su historia y en uno de los primeros tests de un año atravesado por las contiendas electorales. El nuevo gobernador saldrá de entre los candidatos de numerosas alianzas que desnudan las crisis partidarias, con el peronismo y el radicalismo fracturados en distintos frentes, el ARI desmantelado y con la irrupción de la Concertación Entrerriana como una nueva coalición que amenaza con romper la hegemonía de los partidos tradicionales, pero cuyos dirigentes provienen de esas mismas estructuras. Aunque ninguna de las ciudades de Entre Ríos vive el problema de las pasteras como Gualeguaychú, las posturas políticas frente al conflicto diplomático con Uruguay también dividiría aguas a la hora de elegir la boleta en el cuarto oscuro.

Para el peronismo no hay dudas de que el sucesor de Jorge Busti saldrá de sus mismas filas, aunque el gobernador no consiguió alinear a todo el PJ detrás de su propio delfín: Sergio Urribarri. La designación “a dedo” de su superministro (Urribarri controla las carteras de Gobierno, Educación, Justicia y Obras Públicas) partió al justicialismo entrerriano.

Por eso, ahora Busti se muestra hiperactivo en los primeros días del nuevo año con recorridas por numerosos pueblos de la provincia para inaugurar obras o repartir subsidios, en “actos de gobierno” a los que arrastra a Urribarri y con los que pretende disciplinar a su propia tropa. Busti, según las encuestas oficiales, es el hombre con mejor imagen pública de la provincia detrás del presidente Néstor Kirchner, pero su candidato del Frente Justicialista por la Victoria y la Justicia Social (del que también forman parte el Frente Grande, Movimiento por Todos, Confluencia Entrerriana, Frente Transversal Nacional y País) no aparece entre los más populares.

Otros de los datos que aparecen en esos mismos sondeos es cierto rechazo en el electorado entrerriano por el método de conducción institucional de Busti. Algo de lo que el propio Urribarri ha intentado despegar nombrando su propio equipo de campaña para mantener cierta distancia de los hombres del gobernador. Una actitud que no ha caído bien en los incondicionales de Busti, entre los que se podría incluir a su compañero de fórmula, el diputado nacional Jorge Lauritto.

Otro sector del justicialismo utilizó este mismo flanco débil del gobernador para romper lanzas con él. Casi al mismo tiempo que el Congreso de la Nación derogaba la obligatoriedad de las internas abiertas partidarias, Entre Ríos implementaba su propio sistema de elecciones “primarias” y el PJ entrerriano participaba de ellas para convalidar a sus candidatos y diferenciarse de la elección “a dedo” del gobernador para designar a su posible sucesor. La fórmula que comparten el intendente de Paraná, Julio Solanas, y el diputado provincial e hijo del intendente de Concordia, Enrique Tomás Cresto, llevará el sello del Frente Para la Victoria.

La fractura del peronismo provincial en dos boletas acrecentó la expectativas de la Concertación Entrerriana (CE), que encabeza el diputado nacional de origen peronista Emilio Martínez Garbino junto al radical Solari. Las encuestas del propio gobierno provincial ya mostraban en diciembre pasado a la CE metida como una cuña entre los dos candidatos peronistas y muy cerca de Urribarri, cuando Martínez Garbino todavía no había lanzado su candidatura.

“La elección entrerriana no se hace junto a la presidencial ni Busti es candidato”, le dijo a Página/12 un entusiasmado dirigente de la CE para explicar –con los mismos datos de un sondeo que realizó un encuestador para el oficialismo en los últimos días– que los políticos más populares de la provincia son Kirchner, Busti y Martínez Garbino.

La CE nuclea al Nuevo Espacio, el socialismo, comunistas, intransigentes, radicales independientes y populares cristianos. Pero además presentó acuerdos departamentales con la UCR y el vecinalismo en Concepción del Uruguay, Gualeguay, Colón, Villa Elisa, San José y algunas ciudades como Gualeguaychú.

La UCR tiene su propia fórmula –Gustavo Cusinato y Alcides López–, pero tampoco pudo mantener unidos a los radicales. Una gran parte de ellos emigró a la CE, con quien también tejió alianzas en distintos departamentos. Pocos días atrás, Cusinato compartió con Martínez Garbino un acto en Concepción para respaldar al mismo candidato a intendente. El radical dijo que se sintió “cómodo”, Martínez Garbino recordó que los radicales todavía no habían hecho “una autocrítica” sobre la gestión del ex gobernador Sergio Montiel. Aunque nada hace pensar que el cruce de opiniones que generó Garbino termine con los acuerdos electorales.

De las elecciones de marzo, en las que se elegirán gobernador y vice, diputados y senadores provinciales, e intendentes y concejales; también habrá fórmulas del PRO y de partidos de izquierda. Pero el dilema más grande que se les ha planteado a las distintas alianzas y a los propios encuestadores es medir la forma en que repercutirá el conflicto con Uruguay por la construcción de las pasteras, frente al que no todos los políticos entrerrianos reaccionaron de la misma manera.

Desde todos los partidos y alianzas coinciden en que no todo el mapa entrerriano vive el conflicto de la misma manera que lo hacen los habitantes de Gualeguaychú, a pesar que a nadie en Entre Ríos le resulta un tema indiferente. Una muestra de ello es que ninguna de las coaliciones provincializó su campaña con las pasteras como eje, aunque sí dejaron ver sus cuestionamientos y aprobaciones a la política oficial. Tampoco nadie quiere aparecer totalmente enfrentado con el gobierno nacional (por su buena imagen) y prefieren apuntar a Busti, que para muchos es quien “divide aguas” en la política entrerriana. Aunque todos presienten que los entrerrianos de alguna manera manifestarán su opinión sobre las pasteras en las urnas.