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“Para mi querido amigo, compañero y paisano... con afecto y admiración”, reza la efusiva dedicatoria que abre el libro de labor parlamentaria Un santiagueño en el Congreso Nacional, escrito por el equipo de colaboradores del ex senador José Oscar Figueroa. La elogiosa misiva lleva la firma de Carlos Menem y está acompañada por una foto a página entera con el riojano todavía patilludo que abraza a un futuro senador gordito y de poncho al hombro. Era 1986 y Figueroa comenzaba un ciclo que pareció culminar la semana pasada cuando debió refugiarse en un placard de una manifestación de la juventud peronista de su provincia que irrumpió y destruyó su domicilio.
El amor a Menem le ganó el odio de esos jóvenes pero lo perpetuó en el Senado durante nueve años, por lo que su libro no puede tener menos de 500 páginas. “El trípode que sustentó mi gestión: Mi familia, el presidente Menem y ustedes; El presidente Menem, ustedes y mi familia; Ustedes, mi familia y el presidente Menem”, describió Figueroa en el epílogo al trípode que lo apoyó. El patilludo y el gordito simpáticos, con el aire criollo y galanoso del provinciano entrador, que se ven en la ilustración que abre el libro, paradójicamente fueron protagonistas importantes en los siguientes 14 años durante los cuales fueron desmanteladas las economías regionales y las provincias cayeron en la peor crisis de su historia.
La historia política del senador Figueroa sería impensable sin el apoyo del caudillo justicialista santiagueño, ex senador y ex gobernador Carlos Juárez, quien, sin embargo, aparece poco en el libro. Según las primeras declaraciones de Figueroa, los manifestantes que irrumpieron en su casa la semana pasada, daban vivas a “Nina”, Mercedes Marina Aragonés, esposa de Juárez y presidenta de la rama femenina del PJ. De todas maneras hay una fotografía de Figueroa con su esposa y cuatro de sus cinco hijos junto a Juárez, cuando asumió en el Senado en 1989. La foto no impidió que poco después comenzaran las diferencias tras el total acercamiento de Figueroa a Menem. De hecho, en las próximas elecciones, el caudillo de 85 años disputará en la interna del PJ con el exponente del menemismo santiagueño por la candidatura a gobernador. En la solapa del libro hay dos líneas de Perón y 14 de Menem, lo que también da una idea de los componentes del discurso de quien fuera senador entre 1989 y 1998.
Motivos de quejas entre algunos santiagueños también habrá. Al dar cuenta de su gestión en el libro, se refiere a la “magistral” medida de gobierno de Perón al nacionalizar los ferrocarriles en 1947. Pero inmediatamente afirma que “bastó que llegara el gobierno nacional del presidente Menem para que, con el coraje cívico necesario, procediera contra viento y marea a privatizarlos. Extraña paradoja. Dos líderes del mismo cuño político se hacían responsables ante la historia de medidas tan aparentemente opuestas”. Después explica por qué no habría tal paradoja, pero es difícil que lo entiendan los habitantes de La Banda, un antiguo e importante centro ferroviario.
En casi 500 páginas hay muchas fotografías. La mayoría tiene como principal acompañante a Menem, pero también son un exponente de las idas y venidas de la política argentina, en especial en el PJ. Hay una imagen que muestra a Menem, ya sin patillas y con entretejido, junto a su entonces vicepresidente Eduardo Duhalde y a un costado se lo ve a Figueroa en ameno diálogo con monseñor Emilio Ogñenovich, obispo menemista, exponente del ala más conservadora y derechista de la Iglesia. Hay otras con mandatarios de otros países, algunas sólo con Duhalde y otra con el ahora precandidato justicialista antimenemista Adolfo Rodríguez Saá. Pero es innegable que el destino de Figueroa está íntimamente ligado al de Menem, cuya figura despierta fuertes tensiones y quien, por este motivo, durante los últimos meses ha debido permanecer en su placard de Anillaco.