Martes, 6 de marzo de 2007 | Hoy
EL PAíS › LA CANASTA BASICA ALIMENTARIA SUBIO UN 0,8 POR CIENTO, MUY POR ENCIMA DEL IPC
El cálculo se difundió en medio de la polémica desatada por los cambios realizados en el organismo oficial. Para el Indec hubo caídas en los precios de la ropa, el turismo y la medicina prepaga. Para llegar a esos resultados se mantuvieron las modificaciones metodológicas utilizadas en enero.
Por Maximiliano Montenegro
El Indec volvió a sorprender ayer con una inflación para febrero de sólo 0,3 por ciento, por debajo del más optimista de los pronósticos, y menor al 0,4 por ciento registrado en el mismo mes del año pasado. Al igual que en enero, fue evidente la mano del secretario de Comercio, Guillermo Moreno, en la elaboración del índice de precios al consumidor (IPC). El Instituto Nacional de Estadística y Censos, “intervenido” desde principios de año en el área de precios por funcionarios que responden a Moreno, aplicó la “nueva metodología” para contabilizar los aumentos en los sectores sensibles, lo que redundó en un inflación menor. Así, según el índice oficial, el mes pasado no sólo se produjo la caída estacional de precios en el rubro indumentaria (por las liquidaciones de verano) y el turismo. Además, el Indec computó deflación en las tarifas de las prepagas y una moderada suba de algunos productos frescos (como la lechuga y la papa), que reflejan valores muy cercanos al listado de precios acordado con el Gobierno.
En febrero, la canasta básica de alimentos aumentó 0,8 por ciento, con lo cual una familia tipo (matrimonio y dos hijos) necesita un ingreso de 429 pesos mensuales para no caer en la indigencia. En enero, el costo de la canasta alimentaria también había crecido muy por encima del IPC: 2,6 por ciento frente al 1,1 por ciento que registró la inflación minorista en el primer mes del año.
El mes pasado el Indec utilizó la misma metodología del polémico índice de enero. De ahí que al descenso estacional en el precios de la ropa se le agregara el “buen comportamiento” de otros rubros, medidos a la manera de Moreno, con un termómetro diferente al utilizado por el organismo hasta diciembre pasado. Por ejemplo:
- Las tarifas del turismo registraron en febrero una caída respecto de enero, algo que dicta el sentido común y que se repite todos los años. Sin embargo, según el Indec, los precios del turismo en febrero fueron incluso menores que los de diciembre último, algo extraño teniendo en cuenta que febrero mostró un record de ocupación en los principales centros de veraneo. La “inconsistencia” responde a que el Indec ya no efectúa el tradicional relevamiento de precios en establecimientos turísticos a través de sus encuestadores, sino que toma como fuente de información un sondeo elaborado por la Secretaría de Turismo, que refleja los valores de los acuerdos oficiales. Vale recordar que, de acuerdo con esa encuesta, los precios del turismo de enero de 2007 casi no variaron respecto de los de enero de 2006.
- En medicina prepaga, el Indec registró deflación, siguiendo la opinión de Moreno de que el 2 por ciento de aumento acordado para los planes con copagos desde enero debía ser compensado con una caída de tarifas en febrero, ya que los empresarios del sector anunciaron a mediados de mes que anulaban aquel ajuste. Sin embargo, aunque parezca insólito, el organismo no tiene en cuenta que la mayoría de los afiliados a las prepagas (el 70 por ciento), de acuerdo con los números de las propias empresas, optaron hasta ahora por continuar con sus planes originales y pagar los aumentos del 22 por ciento en promedio. Más aún, para aquellos que optaron por los planes con copagos –sin aumentos–, claramente la medicina prepaga también se encareció: ¿cuánto?, depende de la utilización del servicio. En los cálculos de la Superintendencia de Salud, el aumento ronda el 5 por ciento. En los números de las consultoras privadas, en base a la “tasa de uso” del sistema, superaría en promedio el 20 por ciento.
- En productos frescos (frutas y verduras), se repitió el método de moderar los valores en el caso de los productos con fuerte estacionalidad, anotándose precios cercanos a los acordados, aunque en góndolas y verdulerías las realidad fuera otra. Es el caso de la lechuga, que no mostró variaciones en febrero respecto de enero, manteniendo –según el Indec– un precio de 2,88 el kg. Sin embargo, en el mercado cualquier lechuga comestible supera los 5 pesos, en la mayoría de los locales se encuentra entre 6 y 7 pesos, y en los supermercados cotiza hasta 8 pesos. También ocurriría lo mismo con la “papa oficial”, que según el Indec se encareció casi 5 por ciento: de 1,02 a 1,07, cuando en el mercado se consigue casi un 50 por ciento más cara.
Moreno está convencido de que el IPC es clave para “coordinar expectativas” en la economía. El índice será el punto de referencia para discutir salarios en paritarias a partir de este mes entre empresarios y sindicalistas. Pero, además, en la visión oficial un IPC en baja contribuye en el año electoral a moderar las expectativas de remarcaciones por parte de los empresarios. Y de yapa, el Gobierno paga menos deuda: como el 42 por ciento son títulos indexados por Cer, cada punto de inflación incrementa el pasivo estatal en unos 1500 millones de pesos.
No obstante, coordinar expectativas retocando las cifras del Indec es tal vez más riesgoso que dejar que el termómetro mida unas líneas más. No sólo porque ya empezaron a proliferar índices privados de inflación, que ofrecen las habituales consultoras de la city a cambio de inflacionados cachets abonados por empresas y bancos. También puede sembrar dudas sobre otros indicadores elaborados por el Indec (desempleo, crecimiento, etc.), que muestran los mejores resultados económicos en muchos años.
En medio de las denuncias de intervención, manipulación y falta de transparencia de los índices de precios al consumidor, trabajadores del Instituto de Estadística y Censos (Indec) marcharon ayer hacia el Ministerio de Economía con el objetivo de protestar contra la intromisión política en el organismo estadístico. Los trabajadores solicitaron “una auditoría de entidades estadísticas internacionales y de la SAE (Sociedad Argentina de Estadística)”, cuya titular, María Teresa Blaconá, expresó su “profunda preocupación por la posible falta de independencia de la estadística oficial del poder político”. El delegado gremial de ATE, Daniel Fazio, explicó en declaraciones al canal Crónica TV que el reclamo se divide en tres partes: quieren que el Gobierno comunique los cambios metodológicos aplicados para el cálculo de la inflación; que se “transparenten” los concursos a partir de los cuales los trabajadores acceden a los cargos, y que se proteja el secreto estadístico. Denunció, una vez más, que el Indec “continúa en virtual estado de acefalía” ya que siguen en uso de licencia (por enfermedad) el director general, Lelio Mármora, y su adjunto, Mario Krieger.
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