Viernes, 16 de marzo de 2007 | Hoy
EL PAíS › EL EX CURA DELFOR BRIZUELA, MINISTRO EN LA RIOJA
Delfor Brizuela ya está curtido para las sorpresas. La primera la dio cuando anunció que dejaba los hábitos –hasta ese momento todos lo llamaban el “cura Pocho”– porque se había enamorado de la docente Nicéfora Maldonado. Ayer sumó otra sorpresa a su currículum. Aceptó la coordinación de políticas sociales que le ofreció el flamante gobernador, Luis Beder Herrera. Como sacerdote, Brizuela fue un partidario de la Teología de la Liberación que impulsó muchos proyectos sociales en El Chamical. Cuando le ofrecieron el cargo (que tendrá rango de ministerio), se encontraba en unos campos a 200 kilómetros de la capital de la provincia. No tuvo mucho tiempo para meditar. Sólo lo conversó con su mujer, a quien llama Niza, y sus compañeros del Encuentro Democrático y Popular (Endepo), un “espacio político e ideológico” que agrupa a militantes de izquierda, socialistas, peronistas y radicales.
–¿Por qué decidió aceptar la oferta de Beder Herrera?
–En toda esta etapa de crisis política e institucional, mi lectura era que se estaba abriendo una grieta en el poder hegemónico de La Rioja. La misma crisis había permitido recuperar en parte el sistema republicano. La Cámara comenzó a actuar con mucha más independencia. No es que haya sido todo claro, pero yo interpreto que ésta es una etapa de transición y de derrumbe de toda una lógica que se construyó en los últimos años. Yo puedo aportar desde el campo independiente. Ellos saben que no pertenezco al partido oficial, tampoco a los grandes partidos. Si bien el doctor Beder también tiene que hacer su autocrítica, he visto que le ha caído la ficha: se dio cuenta de que éste es un momento crucial, una encrucijada, en la que se tiene que producir un cambio de lógica. El desafío es que en esta transición pueda legitimarse lo nuevo que está surgiendo. Esto es una implosión. Esta etapa es de reconstrucción democrática, política y ética. Pero hay que legitimarse con el voto lo más rápido posible.
–¿Cuál va a ser el perfil de su gestión en lo social?
–Estos últimos días han sido tremendos en el manejo del Estado. Hay un desorden tremendo. Cometieron actos casi vandálicos. Al llegar, me enteré de que han vaciado depósitos, de que han sacado información, de que en Acción Social hay una superestructura porque era el botín político y se hacía política partidaria o para tal sector. El rumbo que quisiera imprimirle es privilegiar el diálogo con las organizaciones del pueblo, las organizaciones comunitarias, y desterrar de a poco algo la política clientelar. Es un desafío muy grande. La mejor acción social es defender la dignidad, garantizar la distribución y la organización de la gente.
–¿Es necesaria la intervención federal de la provincia?
–No lo creí nunca porque no había causales que la habilitaran. La situación era grave pero las instituciones, dentro de todo, funcionaban. Además, gracias a la crisis comenzaron a funcionar los poderes del Estado como nunca. El juicio político es un mecanismo constitucional que no debería generar este vértigo. Se está demostrando que si bien esto era un parto medio traumático, los riojanos teníamos adultez y autonomía para resolverlo en el marco de la provincia. Y el gobierno nacional tuvo cintura y pudo observar los hechos con inteligencia. A pesar de que el vínculo institucional con el gobernador suspendido era muy fuerte, no arremetió contra la autonomía y creyó que esto iba a poder resolverse. Como se está resolviendo, con muchos tironeos, lógicamente.
–¿Está apoyando una eventual candidatura de Beder Herrera?
–Yo apuesto a la democratización de la sociedad y después veremos qué sucede. Acá culpable no es solamente Maza. Tenemos que revisar profundamente muchas actitudes y métodos de construcción para que en La Rioja pueda florecer de nuevo el pluralismo.
–¿Cuál es su opinión sobre Kirchner?
–En términos relativos de toda la etapa democrática, del ’83 para acá, en relación a Alfonsín, Menem, De la Rúa, Rodríguez Saá y Duhalde, es el mejor presidente. El gran paso cualitativo es haber colocado en el centro de la agenda la autonomía de la Corte Suprema, los derechos humanos, la memoria, la verdad y la justicia, y una posición más autónoma y soberana en las relaciones bilaterales y exteriores. También la posición de independencia frente a los organismos de crédito. Por supuesto, hay materias pendientes. Uno no sabe cuál es la receta o el beneficio de seguir sosteniendo a personas que representan lo viejo de la política, que encarnan construcciones feudales en el sindicalismo, en las intendencias del Gran Buenos Aires o en las gobernaciones de las provincias. No sé si es que la realidad no da para más, o si allí no hay una contradicción de tener de aliados a lo que la sociedad rechaza.
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