Viernes, 16 de marzo de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › LA ESPAÑOLA QUE PEDIA MORIR FUE DESCONECTADA DEL RESPIRADOR
Inmaculada Echevarría sufría de distrofia muscular progresiva. Autorizada por el gobierno de Andalucía, el miércoles a la noche logró que la desconectaran del respirador con el cual vivía artificialmente. Su tranquilidad ante la muerte conmovió a toda España, donde el caso reavivó la polémica por la muerte digna y la eutanasia.
Por Reyes Rincón *
Desde Granada
Inmaculada Echevarría cumplió en España su deseo de morir “pronto, dignamente y sin dolor”. La enferma, que padecía distrofia muscular progresiva y vivía atada desde hace diez años a un respirador artificial, falleció a las 21 (hora local) del miércoles en el hospital público de San Juan de Dios de Granada, al que había sido trasladada unas horas antes a pedido de los religiosos que gestionan el centro en el que estaba ingresada. Echevarría estuvo asistida en los momentos finales por el equipo médico que la atendió en los últimos años, que se trasladó con ella de hospital. El caso reavivó en ese país la polémica por la muerte digna y la eutanasia. Inmaculada fue desconectada del respirador y simplemente murió como ella quería. Había sido autorizada a ello por el gobierno de Andalucía.
La Junta de Andalucía informó oficialmente del fallecimiento pasadas las 22.30. En un comunicado, la Delegación Provincial de Salud explicó que la paciente había sido desconectada de la unidad de ventilación mecánica que la mantenía “artificialmente con vida” y que la muerte se produjo “como consecuencia de la enfermedad que padecía”. Antes de retirar el respirador, Echevarría fue sedada para que no sufriese “ningún dolor”. La sedación previa era una de las condiciones impuestas por el Comité de Etica e Investigación Sanitaria de Andalucía para avalar el pedido de la enferma.
Apenas dos horas después del fallecimiento, el cuerpo de Echevarría fue trasladado al cementerio de Granada, donde permanecerá hasta que sea incinerado. Fuentes del hospital indicaron que la cremación podría celebrarse hoy a las 9. La propia enferma había manifestado en las últimas semanas a sus allegados que no quería un nicho con su nombre y que prefería que esparcieran sus cenizas.
Echevarría había señalado también su deseo de morir sola. No quería que nadie la acompañara en los últimos momentos. Su mejor amigo, Federico Oloriz, acudió al cementerio apenas unos minutos después de que llegara el féretro con sus restos. Oloriz ha querido mantenerse al margen de la petición pública de la enferma y ayer, al abandonar el cementerio, tampoco quiso hacer declaraciones.
La asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), a la que la Echevarría se dirigió en octubre para pedir ayuda, sí valoró el desenlace. La asociación emitió un comunicado en el que expresa su “satisfacción”, porque “se haya respetado la voluntad” de la enferma. “La desconexión de un respirador no puede ser considerada en ningún caso una eutanasia, sino la renuncia a un tratamiento o la limitación del esfuerzo terapéutico, derechos reconocidos en la ley para todos los ciudadanos”, explica la asociación. Para sus responsables, “calificar la desconexión del respirador de Inmaculada como eutanasia es fruto de la ignorancia, del fanatismo o de la mala fe”.
“Morir con dignidad significa morir con libertad, que cada ser humano pueda finalizar su vida cuándo y cómo desee, con las garantías asistenciales que toda persona merece”, advierten los responsables de DMD. La directora de la Cátedra de Biojurídica y Bioética de la Unesco, María Dolores VilaCoro, también defendió ayer el “derecho” de Echevarría a rechazar la ventilación mecánica y alegó que lo contrario sería incurrir en una “obstinación terapéutica”.
La Junta de Andalucía respaldó la solicitud de Echevarría hace dos semanas, aunque la desconexión se había pospuesto porque los responsables del hospital de San Rafael, donde estaba internada hasta el martes por la mañana, le pidieron que esperara a que bajara la “presión mediática”. La que no bajó fue la presión de los sectores más conservadores de la Iglesia, que consiguieron imponerse al criterio de los religiosos que gestionan el hospital de San Rafael, en el que Echevarría vivió los últimos diez años. El centro, perteneciente a la orden de San Juan de Dios, hizo pública hace unos días su decisión de que la desconexión del respirador se llevara a cabo allí, pero el miércoles por la mañana solicitó a la Junta que la cambiaran a un hospital público. Echevarría fue trasladada al mediodía sin poder cumplir su deseo de morir en la que fue su casa durante la última década.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.
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