La imagen que los medios de comunicación españoles han dado durante los últimos años de la administración Kirchner es bastante contradictoria pero, en la mayor parte de los casos, escasa en elogios. Tal vez se deba al “maltrato” que según la prensa local sufrieron durante los primeros años del actual gobierno las empresas privatizadas de la península que no pudieron mantener el valor en dólares de sus tarifas. O por la poca fortuna que tuvieron los desprevenidos ahorristas que compraron los bonos de la deuda externa que finalmente el Gobierno pagó a precios más que reducidos. Sean estos dos temas recurrentes en la prensa española u otras cuestiones, el asunto es que Néstor Kirchner no goza de buena prensa. Ni siquiera entre los medios progresistas, como El País, que a menudo caracteriza su gestión como “populista” o demasiado ligada a los intereses geopolíticos del venezolano Hugo Chávez.

Ayer, por ejemplo, el diario madrileño publicó un artículo citando fuentes empresariales españolas con fuertes intereses en Argentina” que señalaban a Cristina Fernández de Kirchner como una candidata que “está huyendo de los puntos negativos de la gestión de su marido y aprovechando todo lo que puede los positivos”. Según el matutino, los empresarios la ven como alguien que “intentará dar una imagen de modernidad, que hará hincapié en temas que preocupan a la clase media como el medioambiente, y que intentará tener una imagen internacional más “agradable que la de su marido”. El artículo concluía afirmando que “es probable que si es elegida presidenta, la esposa de Kirchner no cuente con hombres como De Vido y mantenga con el presidente venezolano, Hugo Chávez, una relación más distante que la que cultiva su marido”.

El caso de El País es emblemático. Su corresponsal en Buenos Aires no deja pasar oportunidad de defenestrar al Gobierno, recurriendo a un discurso alejado del progresismo que en teoría sustenta el matutino. El título del artículo con el que se anunció la candidatura de la senadora fue “Una rebelde con tacón de aguja” y la describía como una mujer “que no destaca por su cintura negociadora” y con un dejo de autoritarismo por no permitir que se la interrumpa cuando habla en el Senado. La nota cita a catedráticos y analistas ligados a universidades privadas conservadoras para ilustrar su punto de vista de la Argentina kirchnerista.