El Gobierno informó ayer que no intervendrá en el conflicto institucional suscitado en Córdoba tras las elecciones del último domingo. Lo hizo a través del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien se mostró partidario de que sean los mismos cordobeses quienes “lo resuelvan y lo esclarezcan”. Aunque de manera indirecta, el propio Néstor Kirchner abordó el tema al recordar que en su primera competencia electoral, cuando disputaba la intendencia de Río Gallegos, se impuso por apenas 111 votos y no por ello se generó conflicto alguno. Algunos interpretaron esas palabras como un posicionamiento a favor del vencedor Juan Schiaretti, en desmedro de Luis Juez, quien viene denunciando un fraude, aunque en la Casa Rosada negaron tal favoritismo.

Kirchner evocó la situación que vivió cuando ganó la intendencia de la capital santacruceña durante un almuerzo ofrecido por la Unión Industrial Argentina en Parque Norte. “Miren las cosas que se discuten hoy, pero yo gané sólo por 111 votos y el candidato a intendente que competía conmigo, el contador Roberto López, me fue a buscar a mi estudio para decir que salga a celebrar, yo creía que había perdido por 23”, dijo, haciendo un parangón con lo ocurrido este último fin de semana, donde sólo hubo cruces de acusaciones.

Por la noche, durante una exposición en la localidad de San Martín, volvió sobre el tema, también de manera elíptica. “Este país no tiene tiempo para peleas que no le interesan a nadie”, evaluó sobre una disputa que ayer generó marchas y contramarchas en distintas ciudades de la provincia mediterránea.

Las palabras del Presidente coronaron una jornada donde los habituales voceros oficiales ya habían dejado constancia de cuál sería la actitud oficial. Juez tenía otra expectativa, según le había manifestado a Página/12. “Como argentino espero que Kirchner le diga a De la Sota que abra las urnas y cuente los votos.”

La Casa Rosada dijo ser “prescindente” y manifestó su “respeto por la autonomía provincial”, dejando en claro así que no intervendría por sobre lo que decida la Justicia de ese distrito. El más claro expositor de esa postura fue Aníbal Fernández. El ministro del Interior dijo que Kirchner “tomó debida y adecuada distancias” del conflicto y consideró que la Justicia Electoral de Córdoba debe ahora “revisar acta por acta” para realizar el escrutinio definitivo, pero no “voto por voto”, porque eso no está contemplado por las normas vigentes. Juez ya dijo que si hay voluntad política, y “decisión de conocer la verdad”, se puede hacer un recuento de cada voto.

Alberto Fernández también se negó a terciar en el diferendo. El jefe de Gabinete descartó la posibilidad de que se produzca una intervención federal en la provincia. En rigor, Juez no ha expresado públicamente ese pedido, pero Schiaretti señaló ayer en todos los medios que ése es el objetivo último de su competidor. “Juez es un fascista y lo único que busca en la intervención federal en la provincia”, consideró en diálogo con este diario.

Fernández adquirió un singular protagonismo en el conflicto. El jefe de Gabinete tenía preferencias por Juez. Sin embargo, tras la elección, el titular de Frente Cívico y Social se diferenció. “En la campaña no hemos recibido apoyo de nadie. Ni una tutuca me dio Alberto Fernández”, dijo Juez. Hasta el propio Schiaretti lo castigó: “Alberto Fernández jugó con fuego. Mandó a su empleada Patricia Vaca Narvaja, una oligarca, a decir que hubo fraude. Y mandó a muchas personas más a decir lo mismo”.

El objetivo de Juez de nacionalizar el conflicto surtió un efecto a medias: el Gobierno no tuvo más remedio que romper su silencio, pero para decir que no se involucraría.

En el juecismo esta postura oficial generó suspicacias. Por eso Alberto Fernández debió salir a desmentir un supuesto acuerdo entre el kirchnerismo y el delasotismo para llevar listas conjuntas de candidatos a diputados nacionales en los comicios del 28 de octubre. “Listas conjuntas del Frente para la Victoria y el Justicialismo (cordobés), hasta donde conozco, nunca se pensó.”