Jueves, 19 de junio de 2008 | Hoy
- Hijo e’ pingüino. Caminaba con una campera rompevientos y unas zapatillas negras de un talle grande acorde con su estatura. Flanqueado por dos amigos, Máximo Kirchner marchaba por Avenida de Mayo en medio de la columna de la Juventud Peronista y La Cámpora. A simple vista, el hijo mayor del matrimonio presidencial parecía otro militante más. Entre los curiosos y la gente “suelta” que miraba el desfile de las agrupaciones desde la vereda, pocos advertían que se trataba de él. PáginaI12 se acercó para hacerle unas preguntas, pero dijo que no quería hacer declaraciones. Sus gestos fueron un calco de los que acostumbra a hacer su padre, sobre todo con las manos. El invitado especial tenía exultantes a Juan Cabandié, José Ottavis y Andrés Larroque, referentes de la JP.
- Stand up D’Elía. El líder de la FTV se encontró con un problema cuando quiso traspasar las vallas para ubicarse en el espacio VIP. Un policía no quería dejarlo pasar. Luis D’Elía insistió y logró superar el obstáculo. Así pudo llegar al corralito de la izquierda del escenario, donde ya estaban sentados, entre otros, Hebe de Bonafini, Alicia Kirchner, Humberto Tumini y el militante de derechos humanos de Zárate Juan Puthod. Quizá para compensar la demora que tuvo que soportar, D’Elía permaneció parado durante todo el discurso de la Presidenta. Si alguien quiso evitar que fuera registrado por las cámaras, D’Elía se encargó de frustrarlo.
- Quién llevó más. La competencia por la cantidad de militantes que movilizó cada agrupación volvió a ser un clásico. Libres del Sur puso sobre el asfalto unas doce mil personas, que marcharon detrás de una primera fila encabezada por las diputadas Victoria Donda y Cecilia Merchán. El Movimiento Evita se jactó de haber desplegado una columna compacta de cinco cuadras de largo. Sus dirigentes Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro dijeron haber recibido felicitaciones del propio Kirchner. Desde el Congreso de Organizaciones Sociales cuyas principales caras visibles son D’Elía y el diputado Edgardo Depetri, del Frente Transversal, dijeron haber reunido más de 20 mil personas que se trasladaron desde todo el conurbano. Los camioneros también llegaron en gran número pero tuvieron una dificultad: entraron a la Plaza cuando estaba cantando Ignacio Copani y había poco espacio.
- Ahora dicen. La consigna se repetía entre quienes habían llegado por fuera de las organizaciones. Eran los autoconvocados, con marcas de estilo típicas de la clase media progre. Ajenos a la competencia por la cercanía al palco, esos manifestantes parecían muy interesados en enviar mensajes a los medios de comunicación. O quizá, como le gusta decir a la Presidenta, querían competir con “el relato” que la mayoría de los medios están imponiendo sobre el conflicto rural. Había gente que llamaba a no comprar el diario Clarín el primer domingo de julio, otros repartían volantes que se preguntaban cuál era el mayor obstáculo para la democracia: si Magneto, el mutante malo de la saga de X-Men, o Héctor Magnetto, el CEO de Clarín.
- Transversalidad not dead. La iniciativa la había largado el titular de Cascos Blancos, Gabriel Fuks. Con Kirchner en la presidencia del PJ, los sectores K no peronistas debían volver a mostrar vitalidad. Entonces se decidió armar una columna de los transversales porteños y ubicarse sobre el Banco Nación, en la calle Hipólito Yrigoyen. La columna pudo reunir a Daniel Filmus, Graciela Ocaña, Vilma Ibarra, Mercedes Marcó del Pont, Ariel Basteiro y Oscar González, entre otros. Parafraseando a La Biblia, quisieron los transversales quisieron demostrar que no sólo del PJ vive el kirchnerismo. Su función, en lo inmediato, será tratar de reconquistar el corazón de una parte de la (díscola) clase media.
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