Jueves, 19 de junio de 2008 | Hoy
EL PAíS › HISTORIAS Y TESTIMONIOS DE PARTICIPANTES DE LA MARCHA
Algunos marcharon como “peronistas de toda la vida”, otros para sostener la democracia. Hubo también quienes apoyan a los pequeños productores, pero piden redistribuir la riqueza.
A Mario Hundiano se lo veía al lado de una de las banderas naranja de la Federación Tierra y Vivienda (FTV). En promedio, les llevaba una cabeza a todos sus compañeros, lo que hacía sobresalir su larga barba enrulada de un color entre colorado y rubio. Pero no fue su tamaño ni su barba lo que sorprende cuando se le pregunta qué está haciendo en la Plaza: “¿Estás a favor de las retenciones?”. “No –dice sin dudar–, pero vengo a apoyar a la Presidenta. La voté y hay que respetar lo que votamos hace nada más que seis meses”, completa Mario. Viajó desde City Bell con el FTV y critica los cortes de ruta de los ruralistas. “Tendrían que protestar sin perjudicar a los demás con el desabastecimiento.” Cuando termina de hablar se escuchan algunos gritos de sus compañeras: “Grande, gordo”, lo alientan entre risas y aplausos.
“¿Está haciendo trabajo de campo?”, le pregunta PáginaI12 a Ricardo Rouvier, sociólogo y titular de la consultora que lleva su nombre. “No –responde y se da vuelta para ver quién le habla–, no estoy trabajando. Estoy acá porque siempre que se debilitó un gobierno lo terminó pagando la mayoría del pueblo argentino.” Rouvier forma parte de los intelectuales que firmaron la Carta Abierta y aclara que no siente el peligro de un golpe de Estado, pero sí de un “debilitamiento”. Mezclado entre los manifestantes, recorre la Plaza de punta a punta, para ver a la gente que participa de la marcha. “Veo mucha gente que viene suelta, que no forma parte de alguna organización”, dice Rouvier.
Zulema Iriarte espera que su hijo vuelva desde el otro lado de la Plaza, cerca del escenario, donde estaban sus compañeros de la agrupación Jóvenes de Pie. PáginaI12 la encontró hablando con otras madres que viajaron, al igual que ella, desde Ezeiza como militantes del Movimiento Libres del Sur. “Nosotros somos del pueblo y sabemos las necesidades que estamos pasando, vivimos allá en los barrios y nos aumentó el pan y después nos va a aumentar la carne”, asegura Zulema. Apoya la “lucha de los pequeños productores”, pero no a “los grupos concentrados, que solamente están buscando y peleando por mantener sus privilegios”. También pide una reforma tributaria: “Yo pago el IVA, vos pagás el IVA, todos lo pagamos. Pero yo, que vivo en un barrio del conurbano, pago el 21 por ciento y el que vive en Recoleta paga lo mismo. No somos iguales”, distingue. “Queremos la distribución de la riqueza y creemos en Cristina, porque ella y el ex presidente son los que se preocuparon por nosotros, aunque todavía falta muchísimo”, dice, feliz de haber estado en el acto.
Miguel Amed es psicólogo y actor, pero su faceta más conocida es la de “Mitch”, uno de esos “personajes mediáticos” que circulan por los programas de chimentos. “Mitch” estaba en la Plaza de Mayo al lado de la dirigencia de la CTA, “apoyando al gobierno constitucional y a la democracia”. Lejos de la luz roja de la cámara, Amed forma parte del grupo de intelectuales, escritores, artistas y personalidades de la cultura que firmaron la Carta Abierta. “Pero acá no vengo como actor, ni como psicólogo –aclara Mitch–, vengo como argentino que ama la democracia y va a poner el cuerpo en la Plaza, como debíamos ponerlo todos ante una situación como ésta. Al pasado le dijimos nunca más, y eso tiene que ser así, por eso estoy acá.”
Estaba, como siempre, con su pañuelo blanco en la cabeza. Carmen Lapacó, integrante de Madres de Plaza de Mayo, vino a “marchar por la democracia”, otra vez. “Está bien –asegura– que se envíe el proyecto al Congreso para que después no tengan ninguna excusa que decir. Y desde un principio tenían que haber dicho que las retenciones van a servir para la distribución de la riqueza, así por ahí no hubieran salido tantos cholulos a apoyar al campo.”
Beatriz muestra orgullosa su cartel en contra de “la dama de los almuerzos”, quien desde la pantalla de la tevé pregona a favor de las entidades agropecuarias, en contra de las retenciones y del Gobierno. Ella prefiere no dar su apellido, aunque sabe que los que la conocen la van a identificar por la foto. “Soy de San Isidro, y ¿qué tiene?”, se defiende. “Soy peronista de toda la vida –explica– y sé oler cuando se empiezan a dar fragores de golpe. Creo que se estaba poniendo en peligro la democracia y sentí lo mismo que debe haber sentido Cristina: que la querían echar. Y por eso estoy acá, para decir que no.” Antes de irse dice que conoce bien Villa Adelina y que ahí “no hubo ningún cacerolazo”.
La extensa columna de los gremios afiliados a la CTA ocupa casi toda la calle Rivadavia, a un costado de la Plaza. Sin poder ver a la Presidenta por la cantidad de banderas, el secretario general de la central, Hugo Yasky, escucha atento sus palabras. “Hay sectores de la derecha que intentan ponerle freno a un proceso que tímidamente está llevando adelante el Gobierno”, dice Yasky, sin perder el tono crítico. Acompañado por los máximos dirigentes de los sindicatos docentes de todo el país, considera positivo que se envíe al Parlamento el proyecto de ley por las retenciones móviles. “Es un paso adelante –reflexiona–, sobre todo porque deslegitima el discurso de aquellos que pretendían justificar la prepotencia del desabastecimiento con alusiones a que no se habían abierto los canales de discusión democrática.”
Informe: Sebastián Abrevaya.
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