Desde Brasilia

Durante su primer gobierno en Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva uno de los motivos por los que recibió mayores críticas fue justamente por no dar conferencias de prensa. Su peor momento en la relación con los medios fue durante la crisis de las mensalao, las “mensualidades” que recibían legisladores del oficialismo, que tuvo contra las cuerdas a su gobierno en 2005 y le costó varias renuncias dolorosas. Pero a fin de ese primer mandato, a la par de la mejora de imagen de su gestión, también mejoró su relación con los medios. Muchos le adjudicaron el viraje a la asunción como ministro de Comunicación a Franklin Martin, un conocido analista político que se desempeñaba como columnista en la red O Globo. En el cierre de su primer mandato y luego de su reelección, Lula dio sus primeras conferencias de prensa.

Con todo, esas ruedas de prensa eran acotadas. Por lo general, se dividían por rubros: una para medios gráficos, otra para las radios, otra para los canales de televisión y así. El año pasado dio también sus primeras entrevistas a diarios europeos y de Estados Unidos y en abril recibió por primera vez a los corresponsales de medios de América latina, previo a un viaje a Chile y Argentina.

Ahora Lula no está dando conferencias de prensa pero cuando encabeza algún acto acepta que los medios se le acerquen y le hagan preguntas. En tanto, cuando viaja al exterior para una visita oficial o para participar de una cumbre suele ofrecer una rueda de prensa como cierre de viaje. Así ocurrió en la reciente Cumbre del Mercosur, en Tucumán. En un primer momento se dijo que ese contacto sería sólo con medios brasileños pero al final fue abierto e incluso aceptó responder preguntas sobre la Argentina. Lo que sí, cuando habla en el exterior, Lula no acepta que lo consulten sobre la política interna de Brasil. “Es una falta de respeto”, responde en referencia al país anfitrión. Eso, claro, que no sea un tema en el que le interesa dar a conocer su posición. “Voy a hacer una excepción”, dice entonces el brasileño. En general, como ocurre con la mayoría de los gobiernos, Lula se muestra más abierto y expansivo con los medios mientras mejor le dan las encuestas de popularidad. Los viernes realiza reuniones de gabinete pero los ministros sólo hablan con la prensa de manera informal.