EL PAíS › CLAUDIO LOZANO *
Dejar el triste papel
La idea de défault remite al caso de aquellos países que incurren en una situación de insolvencia sin desplegar estrategias concretas que les permitan afrontar, tanto en el plano internacional como local, las consecuencias. Es decir, sin replantear la relación que las políticas públicas tienen con aquellos intereses que vinculan su ciclo de acumulación con el fenómeno del endeudamiento. Para ser más claros, supone el caso de países (sin ir más lejos, el caso argentino) donde la situación de insolvencia es parte de un proceso en el que no existe cambio alguno en las relaciones de poder político y social. Este es el punto esencial a destacar cuando se trata de analizar el caso específico del triunfo de Lula, ya que lo que emerge como posibilidad no es en este caso el défault sino la alternativa de un curso de acción y de reestructuración soberano respecto al fenómeno del endeudamiento. Esto supone inscribir la negociación de la deuda en el marco de una política económica diferente donde el estricto control del mercado de cambios, la imposición de restricciones al movimiento de capitales, la regulación sobre el comportamiento del sector financiero, la redistribución del ingreso y la ampliación del mercado interno ocupan un papel fundamental. Asimismo, implica un posicionamiento internacional diferente con prioridad en la profundización del Mercosur, firme oposición a los intentos norteamericanos de avanzar aceleradamente en el ALCA, y replanteo expreso del carácter que hasta hoy han evidenciado las negociaciones con el FMI, sin excluir la apelación a las Naciones Unidas para cuestionar (y desplazar) el papel de juez y parte que dicho organismo exhibe en el proceso de negociación. En un marco como el expuesto, que no hace más que recuperar las definiciones que tanto Lula como muchos de sus acompañantes han hecho durante la campaña y durante su frondosa experiencia política, el triunfo de este primer presidente obrero del Brasil consolidaría lo que hasta el momento es: la expresa derrota del neoliberalismo, de la política norteamericana y de la derecha en general en nuestra región. Frente a esto, el dilema que se le plantea a la Argentina es fortalecer y acompañar estas tendencias con cambios similares, o bien seguir representando el triste papel que ha pretendido cumplir en las últimas dos décadas y que sigue manteniendo hasta la actualidad: ser el apéndice de la política norteamericana en el cono sur de América latina.
* Secretario de Estudios y Formación de la CTA.