Domingo, 29 de marzo de 2009 | Hoy
Por Carlos Eduardo Ferreira de Carvalho *
“La crisis llega a Brasil con nuevas características: por primera vez no es cambiaria, la balanza de pagos continúa superavitaria y tampoco hay una crisis fiscal. Pero el impacto sobre la actividad productiva es mucho mayor que lo que señalaban los peores pronósticos. La posición de Brasil en la cumbre del G-20 estará más identificada con los BRIC (Rusia, India y China) y no tanto con las economías de América latina. El gobierno de Lula considera necesario que en el encuentro se tomen medidas inmediatas para destrabar el crédito internacional en el corto plazo, ya que lo considera indispensable para restablecer los flujos comerciales y la solvencia de su economía. Se necesitan mecanismos de coordinación macroeconómica para enfrentar la crisis. Las autoridades quieren impulsar la creación de mecanismos de supervisión del sistema financiero para controlar, por ejemplo, a los paraísos fiscales que son responsables de la evasión y fuga de capitales que desataron varias crisis cambiarias y financieras en nuestra región. Para el FMI la posición brasileña presiona por una menor condicionalidad en los préstamos y modificaciones en las cuotas y votos de la entidad. Ahora queda por ver si habrá soluciones operacionales en la reunión del G-20 o sólo serán enunciados. En Brasil existe una duplicidad en el comando económico, que no sabemos cómo resolver, entre el Banco Central que se identifica con las políticas ortodoxas y las prescripciones del FMI, y el equipo del Ministerio de Economía y la Cancillería.”
* Universidad Católica de San Pablo.
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