Domingo, 29 de marzo de 2009 | Hoy
DEPORTES › CANTICOS, BANDERAS, CARTELES Y MUCHO RECONOCIMIENTO
Diego Maradona tuvo un debut soñado. Vivió el partido a pura emoción, gritó hasta el último minuto e incluso se enojó con los que chiflaron a Verón. Y se fue ovacionado.
Por Adrián De Benedictis
La espera llegó a su fin. Diego Maradona tuvo finalmente su bautismo oficial como conductor de la Selección Argentina, y con una goleada ante los venezolanos comenzó a recorrer el camino del lado de afuera de la cancha. La última vez que Maradona había estado ahí fue precisamente en su despedida como futbolista, el 25 de octubre de 1997, cuando Boca visitó a River por el torneo Apertura de ese año. El conjunto de sus amores ganó 2-1 pero él tuvo una discreta actuación, y por ello fue reemplazado en el entretiempo por un juvenil de 19 años, que también había iniciado su carrera en Argentinos. Se llamaba Juan Román Riquelme...
La primera reacción del público hacia su presencia se dio cuando faltaban 28 minutos para el inicio del partido. “... que de la mano, de Maradona, todos la vuelta vamos a dar”, se escuchó desde los cuatro costados. Mientras, Diego preparaba su salida en los vestuarios. Y de la misma manera que Riquelme tuvo respaldo de la gente de Boca luego del episodio que desembocó en su renuncia a vestir la camiseta nacional, Maradona tuvo ayer su turno de salir a la cancha y percibir cuál sería la respuesta de los hinchas.
Y la Selección quedó por encima de todo. “Vine a ver a Dios, mi mamá me deja”, se leía en una bandera. Era una clara referencia a la primera deserción de Riquelme bajo el ciclo de Alfio Basile, debido a los disgustos que le provocaba a su madre las críticas que recibía su hijo. “Román, el Mundial lo ves en casa”, era otra de las insignias que se volcaban a favor del entrenador. Por supuesto, el clásico “... Diego, Diego...” apareció antes de que el árbitro marcara el inicio del juego.
A diferencia de lo que le tocó vivir en sus pasos por Mandiyú de Corrientes y Racing, Maradona mantuvo la calma a lo largo del partido. Si bien se lo vio de pie desde el primer minuto, observó el desempeño del equipo con los brazos hacia atrás y sin llamar la atención. Maradona se sentó por primera vez a los 18 minutos, para dialogar algunas palabras con su ayudante Alejandro Mancuso. Más tarde, abrió los brazos como esperando que el árbitro sancionara penal por una caída de Messi en el área. Y luego de que se agarrara la cabeza por un cabezazo de Rodríguez que se fue cerca del palo, gritó fuerte el gol de Messi mientras cerraba su puño derecho.
Como el partido se resolvió rápidamente en los primeros instantes del segundo tiempo, Maradona no tuvo espacio para padecer algún envión sorpresivo de Venezuela, y pudo desahogarse con el tanto de Tevez para disfrutar el resto del partido con mayor tranquilidad. Con la victoria consumada, desde lo alto de la tribuna Enrique Sívori, donde se ubicaron los seguidores de River, se escuchó: “...para Riquelme que lo mira por TV...”, como para que pudiera despedirse con la música que fue a buscar.
Pero Maradona se enojó con los silbidos hacia Verón “porque él jugó infiltrado. Se lo pedimos especialmente. La gente no entiende nada”. A esa altura, el público sólo entendía que el magnetismo por Maradona continúa inalterable.
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