Por si algo les faltaba a las compañías aéreas, muy golpeadas por la menor demanda que propicia la crisis mundial, apareció la gripe porcina. El riesgo de pandemia está resintiendo fuertemente no sólo el tráfico, sino el valor bursátil de las acciones de las líneas aéreas o grandes empresas de turismo que cotizan. De algún modo, esto neutraliza la buena noticia que implica el abaratamiento del petróleo y, por consiguiente, de la nafta aérea.

Los temores de los inversores, exacerbados luego de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertara sobre el riesgo de que la gripe porcina se convierta en una pandemia, castigaron en particular las acciones de las aerolíneas, de los grupos de ocio y de las petroleras. Por segunda sesión consecutiva, retrocedió el valor bursátil de Iberia un 5,63%. La línea aérea Air France-KLM también bajó, así como British Airways, que cayeron un 5,36%, lo que se suma al retroceso superior al 17 por ciento que había sufrido el lunes la línea británica.

Aquella desconfianza también golpeó a otras compañías como Delta (-9,9 por ciento), United (-8,2), Continental (- 4,6). Mientras, la firma de cruceros británica Carnival, que opera sobre todo en el Caribe, también tuvo una caída del 4,65por ciento.

La realidad es que la actividad aérea está resentida desde que estalló la crisis financiera, a mediados del año pasado, y la aparición de la enfermedad con epicentro en México no hizo más que acrecentar el problema. Según la IATA, organización que nuclea a las líneas aéreas que en conjunto representan más del 90 por ciento del tráfico aéreo internacional, el movimiento de pasajeros mundial retrocedió en marzo un 9 por ciento promedio. La caída es más pronunciada en América del Norte, donde llegó al 13,4 por ciento en los viajes internacionales. En Europa el fenómeno fue un poco más atenuado, ya que se contrajo un 11,6 por ciento.

Las excepciones a esta caída son el tráfico aéreo en Cercano Oriente, que ese mes creció un 4,7 por ciento, y el transporte aéreo de mercaderías, que logró estabilizarse, aunque después de un derrape del 21 por ciento respecto del año pasado.

“El momento no podía haber sido peor, dado todos los demás problemas que aquejan a las aerolíneas”, se lamentó ayer el director general de IATA, Giovanni Bisignani, en alusión a la irrupción de la gripe. Según el directivo, aunque aún no puede evaluarse el impacto que tendrá la enfermedad en la actividad, se descuenta que habrá un resentimiento, que ya comenzó a avizorarse: ayer dos grandes operadoras de turismo, entre ellas Thomas Cook y Thomson, cancelaron sus vuelos a México.

En la misma jornada retrocedieron los precios del petróleo por el temor a que haya cancelaciones masivas de viajes y, por consiguiente, que retroceda la demanda de combustible. Un barril por debajo de los 50 dólares podría ser una buena noticia para las líneas aéreas, ya que la nafta tiene una alta ponderación en su estructura de costos. Pero en este contexto, esa ventaja pasa casi inadvertida.

Desde el año pasado, cuando el barril superó los 140 dólares, el precio del JP1 vino descendiendo sin pausa, al punto que pasó de representar más de la mitad de los costos fijos de las líneas aéreas a menos del 30 por ciento en la actualidad. En esta circunstancia, existe la posibilidad de que este retroceso continúe, pero la ventaja se verá minimizada por la caída global en el ingreso que están sufriendo las compañías de aviación. La desgracia también involucra a las fabricantes de aviones como la Boeing, que enfrentan cancelaciones masivas de órdenes de compras. El gigante norteamericano ganó en el primer trimestre 610 millones de dólares. Estas utilidades, sin embargo, representan sólo el 50 por ciento de las obtenidas en el mismo período del año anterior.