Miércoles, 15 de diciembre de 2010 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Pedro Kesselman *
El señor Macri, sus ministros y los medios de comunicación que les son adictos vienen condenando duramente la ocupación del llamado Parque Indoamericano. Un espacio destinado a ser verde, cuyo abandono por parte del quejoso jefe de Gobierno local se evidenció en ocasión de producirse los dramáticos hechos derivados de tal ocupación por parte de pobres.
Llamativamente, esos mismos funcionarios y medios pasan por alto otras ocupaciones de espacios públicos por ricos y famosos, y hasta el propio Gobierno de la Ciudad. En cada uno de estos casos, no sólo la condena a la ocupación no existe, sino que es propiciada y favorecida con medidas y decisiones, casi siempre contrarias a la Constitución, las leyes y los derechos de los vecinos.
Así, el Parque Tres de Febrero es un ejemplo. Algunas muestras: la venta por monedas de una parte a un ex tenista para la explotación de un complejo deportivo privado; la concesión en trámite de prórroga de otro sector a un “club de amigos” para la explotación de otro espacio privatizado; el respaldo a la venta ilegal y a precio vil de la parte del parque conocida como “predio rural”, ocupada hoy por un financista colombiano para dedicarlo a megaboliche de fiestas y bailes ruidosos ante la mirada complaciente de los funcionarios. Y hasta se permite la ocupación ilegal de una plaza para dedicarla a... enseñanza de polo, con caballos y todo.
Podemos llenar páginas sobre este tipo de ocupaciones VIP, como la construcción de oficinas y comisarías de la Metropolitana en parques y plazas, sustraídas al uso público. Diariamente, los vecinos debemos recurrir a la Justicia buscando amparo contra tantas tropelías cometidas para beneficio de intereses políticos y el lucro de empresarios poderosos e influyentes.
Nos queda una conclusión: para el señor Macri y sus acompañantes, cuando la ocupación del espacio público proviene de pobres y morochos, la respuesta debe ser: balas y palos. Cuando ella favorece los negocios de los poderosos, se la propicia, respalda y protege. Por supuesto, igual criterio rige con respecto a los inmigrantes. Si son pobres de países limítrofes, leña. Pero si son ricos de origen colombiano, todo el respaldo oficial a los negocios con los terrenos públicos.
* Vecino de Buenos Aires y nieto de inmigrantes. Abogado.
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