Jueves, 24 de febrero de 2011 | Hoy
El jueves 8 de febrero, un tren descarriló en José León Suárez cargado de autopartes. Algunos vecinos de la zona corrieron para llevarse lo que pudiera caber en sus manos. La Bonaerense reaccionó a los tiros. Dos chicos, Franco Almirón, de 16, y Mauricio Arce Ramos, de 17, murieron por las heridas provocadas por postas de plomo disparadas por los policías. Dieciséis policías fueron desafectados, cinco de ellos citados a declarar, y uno se autoincriminó y declaró que había creído que tenía cargada la escopeta con postas de goma.
Exactamente el mismo argumento usaron en Baradero, el 12 de febrero, tras el asesinato de Lucas Rotella, de 16. El policía que le disparó por la espalda, Gonzalo Kapp, y toda su superioridad sostuvieron que se trató de un error porque creía que la escopeta tenía postas de goma. En esa ocasión, Lucas estaba con dos amigos en la plaza Colón, de esa ciudad, a las 4.40 de la mañana, y cuando apareció el patrullero se asustaron e intentaron huir con sus motos.
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