Una veta notable de la subjetividad periodística es la de quienes afirman que “se quedaron todos y son todos los mismos” (Jorge Lanata, Ciudad Gótik, 16 de agosto) o “se ha quedado la mayoría” (Santiago Fioriti, Clarín, 5 de setiembre). Estas afirmaciones muestran la persistencia del fastidio antipolítico en sectores tan minoritarios como estridentes, a los que sería injusto atribuir que falsean la realidad, porque es ostensible su incapacidad para percibirla. Si se coteja la nómina de diputados actuales con la de hace diez años, sólo se repiten 16, o el 6,22 por ciento del total. Dos tercios corresponden a los partidos de la oposición (Atanasof, Camaño, Carrió, Daher, López Arias, Macaluse, Obeid, Puerta, Quiróz, Giubergia, Díaz Bancalari, Giannettasio, Dulce Granados, Rivas, Stolbizer y Silvia Vázquez). Ese porcentaje se reducirá aún más el año próximo ya que muchos de ellos terminan su mandato, y es todavía menor en el Senado, donde sólo se repiten Negre de Alonso y Verna, dos sobre 72, o el 2,77 por ciento. Además, hay siete senadores actuales que eran diputados en 2001 (Nicolás Fernández, Giustiniani, González de Duhalde, Jenefes, Roxana Latorre, Pampuro, Pichetto). Sólo un senador de 2001 (Yoma), se cruzó a la otra Cámara. Si la unidad de cálculo es la Asamblea Legislativa, apenas 26 de sus 328 miembros ya la integraban en 2001, es decir el 7,93 por ciento. Sólo Ricardo Colombi, en Corrientes, e Insfran en Formosa gobernaban Corrientes y Formosa en 2001 y 2011, y Alberto Rodríguez Saá ocupa la gobernación puntana que hace diez años desempeñaba su hermano Adolfo. Sobre 24 provincias, esto implica una repitencia del 12,5 por ciento si se acepta como intercambiables a los hermanos Rodríguez Sáa, que se reduciría al 8,3 por ciento de considerárselos gobernadores distintos, como corresponde. Tampoco ha sido demasiado significativo el cruce entre las funciones ejecutivas y legislativas. Cuatro miembros del Congreso de entonces gobiernan hoy sus provincias (Das Neves, de Chubut; Urtubey, de Salta; Gioja, de San Juan, y Scioli, de Buenos Aires), el 1,8 por ciento de los legisladores de 2001. Seis gobernadores de 2001 hoy ocupan una banca en el Congreso (Fellner, de Jujuy; Castillo, de Catamarca; Verani, de Río Negro; Romero, de Salta; Adolfo Rodríguez Saá, de San Luis y Reutemann, de Santa Fe), es decir el 16,6 por ciento de los jefes provinciales de una década atrás. Esta acelerada rotación de personal político (excesiva para el buen funcionamiento institucional según algunos politólogos, que comparan este proceso con los de democracias más asentadas) es sólo la parte cuantitativa de un fenómeno más rico. En términos cualitativos, puede decirse que las Primarias de agosto y las presidenciales de octubre, si no se apartan de la misma huella, implicarán el cumplimiento político de la sonora consigna de 2001, al plebiscitar al proyecto político que acabó con tres décadas de subordinación del interés general a los poderes fácticos.