EL PAíS › LOS LICEOS Y EL CODIGO DE JUSTICIA MILITAR

El final de un proceso

 Por Nora Veiras

La denominada “Modernización de la formación profesional de los oficiales de las Fuerzas Armadas” corona un proceso de transformación de los criterios educativos, disciplinarios y organizativos de las instituciones militares que se inició durante la gestión de Nilda Garré. A mediados de 2008, el Congreso aprobó la derogación del Código de Justicia Militar, el único reducto donde se mantenía vigente la pena de muerte, y dio curso a una nueva normativa que consagró el criterio de que “los militares son ciudadanos que visten uniforme”: se terminaron los fueros especiales. El proyecto fue elaborado en Defensa con el asesoramiento de juristas y especialistas de distintas disciplinas, entre ellos, el ministro de la Corte Suprema, Raúl Eugenio Zaffaroni. En forma paralela se avanzó en la redefinición de los liceos militares, las instituciones secundarias que están bajo la órbita de cada fuerza. En marzo de 2010 entró en vigencia esa reforma que eliminó la enseñanza obligatoria de religión católica, postergó al último año la instrucción con armas de fuego y modificó el régimen de internado.

A poco de asumir en marzo de 2006, Garré había anunciado la intención de cerrar los liceos dependientes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Se desató entonces un efectivo lobby de ex liceístas –entre los que figuraba el entonces vicepresidente Julio Cobos– que derivó en la revisión de ese objetivo. Un par de años después se dio a conocer el cambio en base al trabajo de una comisión de expertos.

La instrucción en el uso de armas empezó a ser teórica hasta cuarto año y recién en el último año se manipulan carabinas calibre 22. El pase de los egresados a la categoría de reserva militar requiere ahora de un consentimiento formal. Se suprimió el dictado obligatorio de religión católica, los profesores empezaron a ser designados por concurso, el régimen de internado se mantiene como excepcionalidad y se afianzó el vínculo con las universidades.

La asignatura Problemáticas Ciudadanas en la Argentina Contemporánea reemplazó a Religión o Catecismo “como área de formación de los/as alumnos/as como ciudadanos plenos, preparados para el ejercicio de la ciudadanía democrática, conscientes de sus derechos y obligaciones, que observen y respeten los derechos humanos, que resguarden el patrimonio natural y cultural y que impugnen todo acto discriminatorio, observando las diferentes formas en las que las relaciones de género, étnicas y de clase configuran dichos actos, y se expresan en diferentes ámbitos y problemáticas como el acceso a la educación, el derecho a la tierra, el medio ambiente, los derechos del trabajo y los derechos humanos”, sintetiza el “Plan 2010 para los liceos militares” de la cartera de Defensa.

Las páginas de Internet de sectores liceístas se transformaron en la trinchera desde donde se potenció la resistencia. Sin embargo, la decisión de Defensa avalada por el trabajo conjunto con los rectores de los liceos permitió avanzar y asumir modificaciones que requieren, todavía, de años de práctica para hacerse carne en la nueva formación. La designación de los profesores por concurso fue otro de los ejes de ese cambio.

La adecuación de los liceos a una nueva realidad política, social y cultural fue piloteada también por la ex subsecretaria de Formación, Sabina Frederic. En el caso de la modernización de la formación profesional la apuesta es aún más ambiciosa: se trata de los nuevos oficiales de las tres armas, es decir de los militares que desarrollarán su carrera en el siglo XXI.

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