Domingo, 7 de abril de 2013 | Hoy
Por Horacio Verbitsky
La terquedad que impresiona al presidente uruguayo tiene su reflejo en el desempeño de la economía y en sus efectos sociales, que pese a la grave crisis global y la fuerte reducción del crecimiento macroeconómico permitió mantener una alta tasa de actividad, con bajo desempleo, reducción apreciable de la indigencia y la pobreza, reducción de la fuga de capitales e incremento de la reinversión de utilidades. Así lo indica el informe de coyuntura No 12, que esta semana distribuirá el Centro de Investigación y Formación de la CTA, Cifra, que dirige Eduardo Basualdo. El trabajo se abre con una cita del presidente de la transnacional italiana Techint, Paolo Rocca, para quien “a partir de 2008 el Gobierno perdió el rumbo. No se sabe para dónde va”. Por el contrario, Cifra entiende que el gobierno sabe muy bien adónde se dirige y que desde el conflicto agrario de 2008 su enfrentamiento político no sólo es con el capital financiero internacional sino también con las dos fracciones de la oligarquía agropecuaria: los grupos económicos locales y los grandes terratenientes pampeanos. “De allí en adelante se pone en marcha un gobierno nacional y popular que, en el marco de la crisis mundial que irrumpe en 2009, impulsó una serie de medidas económicas cuyos objetivos procuraron sostener el ritmo de la actividad económica y, especialmente, proteger el ingreso y el nivel de empleo en los peores momentos de la crisis mundial; y redefinir el estado neoliberal que se conformó a partir de la dictadura militar y provocó el colapso de los sectores populares”. Entre las medidas adoptadas desde que comenzó la actual crisis con epicentro en Estados Unidos, menciona la reestatización del sistema jubilatorio, que permitió financiar políticas de largo plazo como la Asignación Universal por Hijo; la ley de movilidad jubilatoria; la reforma del Banco Central, que obliga a los bancos a volcar una parte de sus depósitos a la inversión productiva; el programa de vivienda (Pro. cre. ar Bicentenario); la expropiación del paquete de control de YPF y la regulación estatal en la producción, refinación y comercialización de hidrocarburos. La presencia directa del Estado en la producción expresa un salto cualitativo y con distintos grados de eficacia también se aprecia en la política económica de corto plazo, como el plan de recuperación productiva durante la crisis mundial de 2009, la política antiinflacionaria, el control cambiario y de las importaciones. Pero advierte que esta redefinición estatal requiere para su éxito de políticas activas “que aseguren una presencia efectiva del Estado en la producción y aminoren el grado de concentración, extranjerización y primarización de la economía”.
El informe alega que pese al recrudecimiento de la crisis internacional, en 2012 la política económica logró éxitos relevantes, como un elevado superávit de la balanza comercial (que llegó a 12.689 millones de dólares en virtud de la administración de los flujos de comercio); una disminución notable de las utilidades giradas al exterior y de la fuga de capitales. La formación de activos en el exterior del sector privado fue muy elevada durante el conflicto agrario, cuando la fuga de capitales alcanzó a 23.098 millones de dólares, mientras que los giros de las transnacionales alcanzaron a 5.698 millones. El otro pico ocurrió en 2011, año de las elecciones presidenciales, cuando la fuga fue de 21.504 millones y las utilidades remitidas al exterior de 5.115 millones de dólares. El año pasado la regulación y control de la compra de divisas redujo en forma drástica ese fenómeno. La formación de activos en el exterior apenas llegó a 3.404 millones de dólares y creció la reinversión de las utilidades del capital extranjero, a punto tal que superó a las utilidades del período. No obstante, Cifra sugiere que las oscilaciones del mercado clandestino de divisas se deben a la búsqueda de otros mecanismos de fuga por parte de las grandes corporaciones.
Esto redundó en un resultado primario positivo de las cuentas públicas, pese a la importancia de los vencimientos de la deuda de ese año e impidió que la tasa de empleo cayera y la desocupación y el trabajo no registrado crecieran, lo mismo que la pobreza y la indigencia. “De allí que haya culminado el año 2012 con una fuerte desaceleración económica y de las ventas externas y de una estabilización de la tasa de inversión en torno del 22 por ciento, pero con un mercado interno robusto (por el rol del Estado y por la rigidez en las variables del mercado de trabajo) que tuvo un papel relevante para que la desaceleración no se haya traducido en recesión”. Al referirse a la elevada inflación (que considera de origen importado y oligopólico) y a sus efectos perniciosos en la apreciación real del tipo de cambio, rechaza la interpretación ortodoxa de que es un cuadro de “estanflación” y la atribuye a “la intensificación de la puja distributiva, con fuerte componente oligopólico, en un escenario de crecimiento del mercado interno”.
El informe de CIFRA concluye que los logros de la política económica conviven con grandes escollos, que atribuye a las contradicciones internas del gobierno para definir las políticas de corto plazo e implementar las de largo plazo; a la subsistencia de algunas políticas agotadas, que exacerban el problema que intentan solucionar; a los embates del establishment económico y social contra la nueva etapa y la resistencia de los diferentes intereses vinculados al estado neoliberal; a la crisis de representación no sólo en el sistema político sino también sindical y a la persistente fragmentación de la clase trabajadora.
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