Domingo, 28 de septiembre de 2014 | Hoy
Por Horacio Verbitsky
En abril, cuando diversos medios publicaron las planillas de Migraciones según las cuales el juez Juan Carlos Vienna viajó dos veces a Estados Unidos al mismo tiempo que Luis Alberto Paz, padre del asesinado narco Martín El Fantasma Paz, el magistrado reconoció que había volado en las fechas de las planillas, pero dijo que no conocía a Paz. En una entrevista con el diario La Capital, Vienna agregó un dato hasta entonces desconocido: que había asistido a los últimos combates de Floyd Mayweather y de Marcos Maidana, cosa que también puede haber hecho Paz “ya que es entrenador de boxeadores y manager. Pero no lo vi jamás en el aeropuerto ni en el avión ni en el hotel ni en el estadio”. Esta declaración sólo tendría sentido como una maniobra preventiva de que esa información saliera a luz. Es lo que acaba de ocurrir ahora, con la divulgación de la fotografía del juez y el padre del narco, sentados con sus mujeres en las gradas de un estadio deportivo. En aquel momento, la Suprema Corte provincial se limitó a pedirle un descargo por escrito, pero no abrió un sumario administrativo ni dispuso que algún magistrado provincial determinara los asientos que Paz y Vienna ocuparon en los vuelos y los hoteles en los que se alojaron. La primera respuesta de Vienna fue que la foto era falsa, ya que él aparecía con pulseras, que nunca usa, y en el estadio se veía junto a su asiento una baranda, que él no vio. Pero sólo tardó 24 horas en admitir que era auténtica, ya sin explicación posible para semejante promiscuidad. Para sumar problemas, agregó que reconocía a Paz pero no a la mujer que lo acompaña. No es su esposa, dijo. La imposibilidad de seguir negando se debe al origen de la toma. Está contenida en la página web de GigaPan.com, donde se explica esa “revolucionaria tecnología desarrollada por la NASA para la nave Mars Rover”, que permite capturar imágenes de “fenomenal profundidad y claridad en panorámicas múltiples”. Con cualquier cámara y lente, el robot EPIC Pro puede tomar miles de fotos individuales y combinarlas en una panorámica continua. Incluso cámaras de bolsillo o celulares permiten tomar panorámicas. La diferencia está en la profundidad y la definición. La primera toma conocida, de 1,45 gigapixeles, muestra la ceremonia de asunción de su segundo mandato del presidente Barack Obama. Esa panorámica cubre 195 grados, gracias al empalme de 220 imágenes ensambladas por el software Gigapan Stitch, algo así como panorámica gigante cosida. Con el mouse es posible desplazarse por la imagen e ir agrandándola por sectores, al estilo del Google Earth, hasta enfocar el rostro de cada asistente. Sólo en algunos puntos de sutura se aprecian distorsiones, como una persona con dos rostros, uno de frente y otro de perfil, porque se movió entre una toma y otra. La navegación dentro de la gigantesca panorámica perfecciona el método que Julio Cortázar imaginó en su cuento “Las babas del diablo”, de 1959, y que Michelangelo Antonioni traspuso al cine en Blow up ocho años después. Si bien el cuento y el film acentúan aspectos diferentes, en ambos las sucesivas ampliaciones de una foto permiten penetrar en la escena de un crimen que no era perceptible a primera vista. Si en el buscador de la página de GigaPan se escribe Maidana Broner, aparece la imagen de un gigapixel del estadio Alamodome de San Antonio Texas, la noche del 14 de diciembre de 2013. Un doble clic habilita los menús para desplazarse dentro de ella, experiencia fascinante para quien tenga una computadora a mano. Sobre la izquierda del ring el Chino Maidana comienza a resolver el Problema Broner. Bajando desde el último de los reflectores que se ven a la derecha del ring y siguiendo la vertical de la puerta de entrada que se observa en ese sector es posible descender en la foto hasta descubrir a la pareja despareja de juez y narcogenitor. Ahora, como entonces, Vienna ensayó una disculpa pueril: dijo que no tenía relación con el gobierno socialista-radical porque era peronista y había sido designado por el ex gobernador Jorge Obeid. En algún cargo menor, puede ser. Pero su meteórica carrera hasta el estrellato judicial se realizó íntegra durante el mandato de Hermes Binner, quien lo nombró secretario en 2008, juez subrogante en 2009 y juez titular en 2011.
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