Domingo, 15 de febrero de 2015 | Hoy
Por Horacio Verbitsky
Según el matutino Clarín, el kirchnerismo levanta la bandera nacionalista para “distraer la atención de lo que verdaderamente importa”. Su corresponsal en Washington, Ana Baron, mencionó la audiencia del subcomité del Hemisferio Occidental, de la que participó como “testigo invitada” Bonnie Glick, del Meridian International Center. Según Glick “el liderazgo de Cristina Kirchner es tan corrupto que ahora parece que, en complicidad con Irán, Kirchner puede estar detrás del asesinato del fiscal Alberto Nisman”. Clarín comenta que esta vez los fondos buitre “han permanecido en silencio. Creen que no es adecuado explotar algo tan terrible como lo es la muerte de Nisman”.
No lo parece. El presidente de Meridian es el republicano Carlos M. Gutierrez, ex secretario en el gabinete del presidente George W. Bush y socio de la ex secretaria de Estado demócrata Madeleine Albright en la consultora Albright Stonebridge Group, contratada por Paul Singer para extorsionar al gobierno argentino, según informó el 26 de agosto pasado la columnista de finanzas del diario The New York Post, Michelle Celarier. Agregó que Gutierrez viajó a la Argentina “tratando de movilizar la oposición al gobierno”. El ministro de Economía Axel Kicillof y CFK revelaron el contenido de esa gestión: Gutierrez amenazó al jefe de Gabinete Jorge Capitanich con un ataque especulativo contra el peso hasta forzar una nueva devaluación; ataques y denuncias mediáticos internacionales para desgastar a Cristina; impedir el pago local de los vencimientos de la deuda reestructurada y el acceso a cualquier financiamiento internacional. Esto ayudaría a instalar el año próximo un gobierno favorable a un acuerdo con los fondos buitre. Gutierrez también habría mencionado la contratación de periodistas y dirigentes sindicales para que contribuyeran a esa estrategia.
Meridian es una organización de enlace entre el Departamento de Estado y las mayores corporaciones “para responder a los desafíos globales”. Sus sponsors son Chevron, Coca Cola, Goldman Sachs y VISA. Otro de sus directivos es el abogado de Nueva York Charles H. Camp, cuya especialidad es descubrir y recuperar fondos ocultos para que sus clientes cobren deudas impagas de deudores deshonestos. Para ello cuenta con “una red de ex agentes de Inteligencia” que investigan cuentas bancarias, intereses comerciales de personas y países. “Una vez localizados los activos, pueden ser congelados y recuperados mediante ordenes judiciales.” Como Albright y Gutierrez, Bonnie Glick traspasó varias veces la puerta giratoria entre el Estado y las mayores corporaciones. Si Gutierrez fue presidente de la alimentaria Kellogg’s y vicepresidente del banco Citi, Bonnie Glick se encargó de las relaciones de IBM con sus clientes latinoamericanos. En el Departamento de Estado tuvo destinos llamativos, en el equipo que defendió en las Naciones Unidas la Operación Tormenta en el Desierto y en las embajadas en Etiopía al finalizar el gobierno comunista, y Nicaragua, luego de caída del sandinismo. Es decir, es una experta en la delicada especialidad del cambio de régimen. El episodio recuerda el cuento del médico cuyo paciente sueña que un cocodrilo lo acecha debajo de su cama. Cuando falta a una consulta, el médico se comunica con la familia. “Se lo comió un cocodrilo”, informa la madre.
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