El FBI norteamericano parece poco proclive a informar sobre el paradero de Jaime Stiuso durante el mandato de Cristina Fernández de Kirchner. El ex jefe de los espías, desplazado recién en diciembre pasado, transita por Pensacola, en La Florida, donde alquilaría una propiedad en el complejo Portofino, y Miami, donde estarían sus hijas. Aunque voceros del Departamento de Estado dicen que van a contestar al pedido de paradero librado por Interpol, la impresión es que van a esperar la citación compulsiva de un juez, en alguna de las cuatro causas que hoy se tramitan contra Stiuso: una por contrabando, otra por ocultar un entrecruzamiento de llamadas en el caso AMIA, otra por enriquecimiento ilícito y la cuarta por escuchas ilegales en una causa armada con la excusa de espionaje a favor del Reino Unido. Por ahora Stiuso está citado como testigo y por eso se libró el alerta azul, que consiste únicamente en que se informe dónde está. Cuando se libre alguna orden de captura, tendrá que ser gestionada a través del Departamento de Justicia y se dice que el trámite se demorará bastante más allá del 10 de diciembre, cuando se produzca el cambio de gobierno.

Desde el punto de vista político, tanto la Presidenta como el canciller Héctor Timerman insisten en que el ex jefe de Operaciones fue parte de una trama en la que, junto al fallecido Alberto Nisman, jugaron a favor de la derecha republicana e israelí, en el caso AMIA. En el Ejecutivo están convencidos que Stiuso armó la denuncia por encubrimiento contra la Presidenta y que después el espía dejó solo al fiscal. Por eso Nisman lo buscó en forma desesperada horas antes de morir. Para el Gobierno la protección actual de los servicios de Inteligencia norteamericanos demuestra el vínculo que tenían esos servicios tanto con Stiuso como con Nisman.