EL PAíS
Un conflicto inexplicable
“¿Nosotros, que estuvimos todo ese día en la plaza, ahora nos vamos a quedar afuera?”, la pregunta se escuchó en medio de una asamblea espontánea de los integrantes del Sindicato de Mensajeros (Simeca), después de que la marcha de homenaje que había salido del Obelisco se desarmara en una gresca con una columna de la CCC, frente al HSBC, cuando los familiares y amigos de los asesinados el 20 de diciembre cercaron con su bandera negra la placa que recuerda a Gustavo Benedetto, el joven repositor de supermercado que cayó en ese lugar. El resultado fueron veinte minutos de palos y corridas, varios lesionados y una herida en el ánimo de unos y otros de los que intentaban reivindicar el 20 de diciembre. De inmediato, los encargados de la seguridad de la CCC cerraron el paso a la Plaza de Mayo y obligaron a los integrantes de asambleas populares y de Simeca a decidir si buscar otro camino para avanzar a ese territorio que habían defendido dos años atrás. Los familiares optaron por retirarse. El espacio había dejado de pertenecerles.