EL PAíS
Problemas de retórica
- Explicación de un cuadro del FMI a un alto dirigente del peronismo: “El default de ustedes es gigantesco, pero en algún punto la comunidad internacional los va a ayudar para salir de la quiebra. Lo que nunca les vamos a perdonar es que sus congresistas hayan festejado y aplaudido cuando Adolfo Rodríguez Saá lo declaró”. (Explicación de un cuadro del FMI a un alto dirigente del peronismo).
- “Ustedes no tienen registro de cuánto aterran a los norteamericanos las invectivas de Duhalde contra los banqueros o sus resabios populistas. Hay cosas que en el mundo no se pueden decir más. Mire, a mí hasta puede resultarme simpáticas algunas consignas, pero no se pueden plantear en público. ¿Cómo explicarle? Cuando yo era joven escuchaba a Los Plateros, bailaba con Los Plateros, seducía con Los Plateros. Ahora, alguna vez, canto temas de Los Plateros. Pero jamás se me ocurriría poner música de Los Plateros en una recepción de la embajada.” (Elegante análisis de un diplomático latinoamericano de primer nivel, acreditado en la Argentina).
Los dos relatos apuntan a resaltar un dato de difícil aprehensión para los argentinos: la retórica política inflamada de nuestros dirigentes es una de las causas de la desconfianza que nos propinan quienes integran el gobierno de los Estados Unidos y los integrantes de los organismos internacionales. En la Argentina esa verba suele verse como mero “verso”, como un camuflaje astuto sin mayor importancia. Desde el Norte se ve con mucho más recelo, como el huevo de una posible serpiente. Cuestión de códigos, diría Menotti.