EL PAíS › OPINION

De la comunidad islámica a monseñor Baseotto

Por Adel Mohamed Made y Omar Abboud *

Con profundo dolor y desesperanza, la grey islámica de la República Argentina ha recibido los conceptos vertidos por usted que involucran a nuestros creyentes.
Nuestra entidad expone, en sus diferentes ámbitos de difusión, la idea de que la Argentina es uno de los mejores ejemplos mundiales de diálogo y convivencia interreligiosa. En este sentido, formamos parte y somos impulsores de diversas actividades de orden interconfesional, cultural y social, que tienen como objetivo primordial enriquecer la identidad cultural argentina, más allá de la fe que cada ciudadano profese. Esto último es porque entendemos que existe un cúmulo de valores presentes en el ser humano que lo identifican independientemente de sus creencias religiosas, ya que la fe a la que suscribamos en forma íntima es particular, en intensidad y en forma.
El hecho religioso regula las múltiples dimensiones humanas: la relación con El Creador, con nuestro interior mismo, con el conjunto de la creación y también la relación que tenemos entre los humanos. Es en este punto en donde, aquellos que creemos en las instancias de diálogo, tratamos de generar espacios de acercamiento con la idea genuina de compartir y difundir experiencias positivas. No podemos aceptar su definición de diálogo como un ámbito “que concluye inexorablemente en renuncias claudicantes”. De ninguna manera renunciamos a nuestros valores, a nuestra ética y a nuestra propia identidad religiosa; por el contrario, hacemos desde la misma nuestro aporte a la argentinidad, un bien preciado, que posee su propia dinámica, y que en horas difíciles como las que vive nuestra Nación nos convoca, en ayuda a nuestros hermanos que sienten diferentes formas de desamparo con independencia de su nivel económico o social.
Con referencia a sus afirmaciones en donde concluye que “en una Europa desdibujada en su identidad, que ha renunciado a sus raíces cristianas, el fenómeno musulmán produce un tembladeral y la lleva a una agonía inexorable, a un colapso como pueblo”, le hacemos saber, Señor obispo, que el Islam no es un fenómeno sino una religión revelada, del mismo tronco que el judaísmo y el cristianismo, que tiene más de 1400 años, que no produce tembladerales y que jamás ha llevado a la agonía a ningún pueblo, ni a ninguna religión, con especial énfasis en las que denominamos “religiones del libro”. Existen coyunturas en la historia que inciden en el desarrollo de la civilización; existen encuentros y desencuentros entre los hombres pero, en cuestiones de fe, son los propios hombres quienes se procuran la agonía a sí mismos. La búsqueda de mejores oportunidades en otros continentes tiene sus propias causas y, sin remontarnos mucho a las historias, las naciones de mayoría musulmana sabemos fehacientemente que son jóvenes, y poseen este status luego de mucho sufrimiento, producto de un colonialismo europeo que dejó su impronta devastadora.
De ninguna manera podemos comparar nuestra situación como país y como región con el continente europeo, ya que nuestra experiencia como nación joven ha sido diferente. Esto último es coincidente no sólo con la opinión de las confesiones religiosas en nuestro país sino también con la observación de ilustres visitadores del exterior, como al padre Arij Roest Crolius (Universidad Latrense de Roma), monseñor Vittorio Ianari (Universidad Pontificia en Roma) y últimamente monseñor Michael Louis Fitzgerald, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, quienes, entre otros, han visto en la experiencia interreligiosa argentina un campo fecundo para el trabajo en este aspecto. Es decir, no “necesitamos escarmentar en cabeza ajena”, como usted sentencia, y ciertamente la mayoría de nosotros hemos apostado por nosotros mismos, es decir por nuestro país, nuestra propia identidad y nuestra propia experiencia, por demás positiva.
Señor obispo, lamentamos que en esta homilía no haya aprovechado la ocasión para establecer un marco de unidad en torno a la figura de la Virgen, quien es venerada por nuestros creyentes, y considerada como la mejor mujer de la creación, virgen antes y después del nacimiento de Jesús, con él sea la paz. Lo invitamos a la reflexión y a encontrar en su corazón elementos que apunten al constante encuentro entre los argentinos. Porque no existen otras soluciones a nuestros males más que aquellas que promuevan el hecho de encontrarnos.

* Presidente y secretario de Cultura, respectivamente, del Centro Islámico de la República Argentina.

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