EL PAíS
Kirchner y Lula, con el espíritu de los comienzos
En la reunión que mantuvieron ayer en Puerto Iguazú, el presidente argentino y el brasileño mostraron en público una sintonía que hacía tiempo no se les veía. Muestra el fortalecimiento del Mercosur luego de la Cumbre de Mar del Plata.
Por M. P.
Desde Puerto Iguazú
Hubo gestos, hubo abrazos, hubo elogios. Nunca la relación personal entre Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula Da Silva había dado tantas muestras de sintonía. Como si quisieran relanzar un compromiso por el Mercosur, los dos presidentes se alabaron, se agradecieron por ciertas decisiones –la postura de Lula en el debate del ALCA en la Cumbre de las Américas, la designación de Chacho Alvarez, el compromiso de Kirchner con el Mercosur– y se dedicaron palabras que para el otro sonaban como música. “Usted es un presidente progresista que se preocupa por su pueblo”, destacó Lula delante de Kirchner. Poco antes, el Presidente había destacado “el tesón, la unidad y la solidaridad” que en su visión habían mostrado los socios del Mercosur frente a la cruzada por el libre comercio hemisférico impulsada por Estados Unidos, México y Canadá.
El encuentro, organizado con motivo de los 20 años del primer acuerdo de integración de Brasil y la Argentina, firmado por los presidentes José Sarney y Raúl Alfonsín, mostró a un Lula distinto, más enfático en sus posiciones, quizá buscando recuperar el perfil progresista que lo caracterizó. “Algo está cambiando en América latina. Nadie esperaba que nosotros ganáramos las elecciones. Ganó Chávez las elecciones en Venezuela. ¿Qué significa si Evo Morales gana las elecciones en Bolivia?”, se preguntó Lula en voz alta. La referencia al líder cocalero, que es satanizado por Washington, no pasó desapercibida en la delegación argentina. “Ultimamente Lula está muy cerca de Evo”, comentó a Página/12 un miembro de la Cancillería. El 18 de diciembre se elegirá presidente en Bolivia.
En el Gobierno interpretaban la sintonía que mostraron Lula y Kir- chner como uno de los efectos de la Cumbre de Mar del Plata. “Desde entonces el Presidente se siente a gusto con la política exterior. Y ahora empieza a proyectar su figura hacia el resto de la región”, aseguraba un funcionario de la Cancillería.
El acercamiento político se complementó con un importante capítulo de integración comercial. En la reunión, bautizada como Compromiso de Puerto Iguazú, se firmaron 24 protocolos de cooperación en medicina, deportes, tecnología nuclear, espacial, cultura y educación. En lo que no hubo acuerdo, sin embargo, fue en la discusión de un nuevo sistema de protección arancelario que permita compensar las enormes diferencias entre la industria de San Pablo y sus competidores argentinos. En otras palabras, las famosas “salvaguardas” que impulsaba el ex ministro Roberto Lavagna. Los negociadores del Mercosur las bautizaron con la sigla CAC, por cláusula de adaptación competitiva.
Desde el punto de vista económico, era el tema más importante. Según el Gobierno, la cuestión está resuelta en un “95 por ciento” y sólo faltan cuestiones técnicas que se resolverán el 31 de enero de 2006. “El asunto se postergó por el cambio de ministro”, decían en la delegación argentina, en referencia al reemplazo de Lavagna por Felisa Miceli. De hecho, la propia Miceli estuvo ayer más de media hora reunida a solas con su par brasileño, Antonio Palocci. Más allá del optimismo oficial, la cuestión genera cortocircuitos en los sectores industriales de Brasil. Hace poco, la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp) manifestó su oposición a la aplicación de “salvaguardas” por parte de Argentina.
El tema se volverá muy delicado para el gobierno de Lula. Ayer se conoció la tasa de crecimiento del PBI del último trimestre de Brasil: los especialistas esperaban una caída del 0,5 pero el resultado fue mucho peor aún. El descenso de la actividad fue del 1,2 por ciento. Esto fortalecerá las críticas a Palocci por su política económica ortodoxa y su decisión de subir las tasas de interés (ver página 5).
Sociedad estratégica
Kirchner llegó a Iguazú con gran parte de su gabinete. Estuvieron el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el canciller Rafael Bielsa y su sucesor, Jorge Taiana; el ministro de Salud, Ginés González García; el de Trabajo, Carlos Tomada; el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini; el secretario de Cultura, José Nun; el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, y el secretario de Deportes, Claudio Morresi. Pero la estrella de la jornada fue Miceli, quien hacía su presentación ante los socios verdeamarelhos.
Lula llegó con Palocci; el ministro de Industria Luiz Furlan, poco amigable en las negociaciones con Argentina; el canciller Celso Amorim, y el asesor en política exterior, Marco Aurelio García. Tras cruzar el puente internacional en un convoy de ómnibus, los brasileños arribaron al hotel Casino para la ronda de reuniones. Mientras Lula y Amorim se entrevistaban con Kirchner y Bielsa, los demás ministros mantenían encuentros con sus pares de cada área. Según pudo saber Página/12, el tono de las reuniones mostró una actitud más abierta y comtemporizadora de Brasil con respecto a la necesidad que tiene Argentina de “reindustrializar” su economía.
El propio Lula llegó a comentar el asunto durante la conferencia de prensa conjunta. “Queremos una sociedad entre iguales. Brasil quiere una Argentina fuerte, que recupere su vocación manufacturera y la calidad técnica de su industria”, planteó. Pocos minutos antes, Kirchner había dicho algo muy parecido. “Nuestra integración no puede significar una especialización donde un país crezca en materia industrial y el otro en el papel proveedor de bienes agrícolo-ganaderos”, leyó en voz alta de un documento escrito para la ocasión.
La mayor permeabilidad brasileña generó varias lecturas políticas. Algunos la interpretaban como el resultado del desgaste de las posiciones duras de Palocci –producto de los números de la economía– y el consiguiente repunte de la línea más amigable de Marco Aurelio García e Itamaraty. De cualquier forma, la apertura de los vecinos no era de ninguna manera absoluta: la versión de que Brasil podría comprar bonos de la deuda argentina, como ya hizo Venezuela, que había sido uno de los comentarios del día previo, fue desmentida por los propios funcionarios argentinos.