La conducción de la UCR ratificó ayer su propósito de erigir a ese partido en una “alternativa política”. Fue toda una definición de cara a la Convención del viernes y sábado próximos y destinada a los radicales K, quienes finalmente irán allí a defender su adhesión a la concertación de Néstor Kirchner. Y corrió por cuenta del titular del Comité Nacional, Roberto Iglesias, quien minimizó la posibilidad de una ruptura, pero admitió que “en el futuro algunos dirigentes tomarán otro camino”. Iglesias evitó hablar de sanciones a sus correligionarios afines al kirchnerismo y de una eventual candidatura de Roberto Lavagna. Sin embargo, Raúl Alfonsín insistió en que el ex ministro de Economía “está absolutamente decidido” a aceptar una postulación para 2007 (ver aparte).

El tinte opositor que sus autoridades quieren darle a la UCR queda expuesto en el documento que prepararon para la discusión en la Convención que en un par de días se desarrollará en Rosario. En el texto que pretende ser la base de la declaración de cierre de las deliberaciones predominan las críticas al Gobierno.

“Argentina está lejos de tener instituciones equilibradas. Por el contrario, se observa un desequilibrio de poder que la actual gestión presidencial no ha hecho más que profundizar”, señala el texto, entre otras cosas. También aboga por “desconcentrar el poder del Presidente hacia los otros representantes legítimos del pueblo” y “garantizar al Poder Judicial la independencia que le corresponde”.

“Lo que expresa el documento define que las acciones y actitudes que lleva adelante el Presidente no son compatibles con el pensamiento radical”, remarcó Iglesias, al presentarlo junto al titular de la Convención radical, Adolfo Stubrin, y el jefe del bloque de senadores de la UCR, Ernesto Sanz.

Ni Iglesias ni sus acompañantes se refirieron a candidaturas y mucho menos mencionaron puntualmente a Lavagna. Lo que sí precisó Stubrin fue que la Convención le dará herramientas para abrir el diálogo con otros sectores políticos con el propósito de articular una coalición opositora al Gobierno.

Ese es el esquema que alienta Alfonsín y que rechazan los gobernadores e intendentes K, quienes reclaman libertad de acción en cada distrito para fijar la estrategia electoral del año próximo. “Las dos posiciones no van a convivir en el futuro”, advirtió Iglesias, y agregó: “Las reglas del partido las fija la Convención. El que haga otra cosa hasta formalmente no va a pertenecer a la institución”.

Iglesias reconoció que el radicalismo atraviesa “un momento muy difícil con posturas muy distintas”, aunque celebró que los K hayan decidido dar el debate en la Convención y trató de restarle dramatismo a la situación: “No creo –evaluó– que haya una fractura, sino que probablemente algunos dirigentes tomen otro camino”.