Sábado, 10 de marzo de 2007 | Hoy
No sólo hubo caravanas proselitistas en Catamarca. La campaña electoral fue para muchos el “momento ideal para pedir” lo que otras veces no llega. Unos diez pequeños piquetes –con apenas decenas de personas en cada uno– cortaron el jueves los principales accesos de la ciudad. Reclamaban bolsones de comida, chapas y ladrillos. “No somos nosotros los que cortamos”, contestaron los dirigentes del Partido Obrero a los ofuscados funcionarios provinciales, desde el búnker de campaña que montaron en el bar del hotel El Ancasti. Esa misma tarde, una nueva pero pequeña marcha del silenció volvió a reclamar “por los crímenes impunes en Catamarca” frente a la Casa de Gobierno y la Catedral. “Justicia, acá están tus muertos”, gritaban los familiares de las víctimas que encabezaba Ivana Ubilla, la madre de una adolescente de 15 años asesinada hace cuatro meses y cuyo principal acusado es un policía que ahora está detenido. Los bomberos impidieron que una mujer se suicidara a lo bonzo frente a la casa del gobernador para reclamar una operación para su hijo. Ayer al mediodía una joven pareja también amenazaba con prenderse fuego y arrojarse desde el techo de un banco frente a la Casa de Gobierno. Reclamaban que los pasen a la planta permanente del hospital en el que prestan servicio hace cuatro años, pero recibiendo como único pago el Plan Jefas y Jefes de Hogar. El rápido auxilio de los bomberos no es casual. En los últimos 67 días, en el tramo final de la campaña, hubo 13 suicidios en San Fernando del Valle de Catamarca, la mayoría ahorcados. “No tenemos ni para balas”, reflexionó satíricamente y a la pasada un catamarqueño frente el asombro de los periodistas.
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