Sábado, 10 de marzo de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › OPINION
Por Miguel Bonasso *
La funcionaria se paseaba de un lado a otro, con ademán nervioso, el celular pegado a la boca, cuando este cronista la interpeló: “Esto parece un campo de concentración”. “No estoy de acuerdo”, respondió Patricia Malanca, directora del BAP (Buenos Aires Presente), y se alejó con gesto airado.
La escena se produjo el martes 6 de marzo pasado en el Parque de la Ciudad, adonde trasladaron a los vecinos del asentamiento Autopista-7 (“Villa Cartón”), después del accidente ocurrido en Parque Roca, donde perdió la vida la joven Norma Franco, la noche en que volaron las carpas de emergencia.
Pero lo que vimos y registramos allí (en imágenes digitales) es realmente un campo de concentración. O que juzgue el lector: galpones donde se hacinan, en camas superpuestas y numeradas como en las cárceles, doscientas familias; una sola ducha (con agua fría) para todos ellos; una docena de baños químicos que no son limpiados por las autoridades (y que pudimos oler); un lavabo para lavar la ropa de todos estos evacuados que en realidad parecen prisioneros de guerra. Además, no hay comedor, los “reclusos de Villa Cartón” recogen en la cocina de campaña su ración de alimento que deben comer en el camastro numerado. A las tristes filas humanas las escolta media docena de perros hambrientos.
Acudimos a este lugar, apestoso y despiadado, después de hablar por teléfono con Miriam Aquino, una de las cinco delegadas del asentamiento que se incendió hace un mes en Villa Soldati.
Al borde de un llanto cargado de bronca, Miriam formuló graves denuncias.
“Estamos en el Parque de la Ciudad como presos políticos. Sólo podemos salir tres veces al día y no podemos recibir visitas. Ahora dicen que quieren ponernos cintitas en las muñecas para controlarnos. No dejan que hagamos asambleas, ni nos reconocen como delegadas. La ministra de Derechos Humanos y Sociales, Gabriela Cerruti, y el ministro (Juan Pablo) Schiavi nos prometieron el oro y el moro, pero no cumplieron. El gobierno de la ciudad rompió el diálogo con los vecinos.”
La delegada denunció también la forma militarizada en que se produjo el traslado desde Parque Roca y que “a un vecino lo sacaron a punta de pistola”. “El señor Miguel Angel Rodríguez del IVC (Instituto de Vivienda de la Ciudad) les dijo a los vecinos que ya están en las viviendas transitorias: ‘Ya sacamos a uno que boconeaba más que las delegadas, ahora siguen las delegadas’.”
“Tenemos miedo, diputado”, me dijo varias veces Miriam.
“Somos pobres, pero tenemos derechos”, decía mientras tanto otra delegada, María Martínez. Y una mujer lloraba al recordar que la directora de la escuela número 17, adonde van sus hijos, les pidió perdón a los padres y alumnos de los monoblocks, porque la escuela había quedado destrozada tras la evacuación de los vecinos de “villa El cartón”. Aludía a una verdadera guerra de pobres, entre los vecinos de los edificios contiguos al asentamiento incendiado y los que siguen deambulando desde hace un mes.
Según la delegada Miriam, los funcionarios del IVC y de Derechos Humanos y Sociales están trasladando arbitrariamente a personas no censadas a las viviendas transitorias, mientras dejan afuera a quienes están censados. También sostiene que tratan de “sobornarlos” con un subsidio de 25 mil pesos por familia, en lugar de “la vivienda digna y permanente que vienen reclamando desde hace dos años”. Para Miriam, los traslados a las viviendas transitorias instaladas en la avenida 27 de Febrero, al borde del Riachuelo, deberían ser “a la luz del día, en presencia de las delegadas de los vecinos y respetando el censo”. “Los delegados son elegidos por los vecinos y no por el gobierno”, subrayó, apuntando a que las autoridades locales desconocieron la organización vecinal, que lleva años, con una oscura intencionalidad política. Estas son afirmaciones que suenan muy verosímiles, pero deben ser probadas. Lo que este cronista no necesita probar es lo que registró con cámaras de video y fundamentan la afirmación inicial.
Miriam y las otras delegadas acusaron con nombre y apellido a varios funcionarios. A la ministra Cerruti por no atenderlas; al interventor del IVC, Claudio Freidin, por ser aún más explícito al espetarles: “No rompan más las pelotas”.
Después de lo que vimos, sólo cabría aconsejarles a estos funcionarios una verdadera “Actitud Buenos Aires”: que presenten la renuncia.
* Diputado nacional (Partido de la Revolución Democrática). Precandidato a jefe de Gobierno porteño.
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