Una abrumadora mayoría considera que el gobernador neuquino Jorge Sobisch tiene mucha o alguna responsabilidad en la muerte del docente en la represión en el corte de ruta. Por la misma razón tres cuartas partes de los consultados ve con buenos ojos, como algo justificado, que los maestros protesten por el asesinato y más de la mitad considera que Sobisch debería renunciar a su puesto.

Los resultados provienen de una encuesta realizada esta semana por el estudio OPSM que dirige Enrique Zuleta Puceiro, conducida por Isidro Adúriz y dirigida por Matía Zaldúa y Gustavo Di Lorenzo. El trabajo incluyó 110 entrevistas a mayores de edad en 65 localidades de todo el país.

Una tercera parte de los entrevistados se mostró muy de acuerdo con que se proteste por la brutal muerte del profesor Fuentealba. Con el 44,5 que se mostró “de acuerdo” con estas medidas de fuerza, aparece un cuadro de rara unanimidad. Del mismo modo, un sesenta por ciento considera que Sobisch es responsable por esa muerte violenta. Esto se condice con la mayoría que culpa al accionar policial en general por este tipo de violencias por encima de la torpeza o inmoralidad de un agente en particular.

No extraña entonces que un 53 por ciento piense que Sobisch debería renunciar a su puesto como gobernador neuquino. Como reflejo de preferencias, resulta que una amplia mayoría está de acuerdo con el modo de manejar la protesta social impulsado desde el gobierno nacional. Más de la mitad de los encuestados aprueba que el Estado sea más pasivo que activo ante la agitación social, interviniendo sólo ante claros casos de desborde o de violencia. Un importante 37 por ciento, sin embargo, espera actitudes “de firmeza” ante la protesta social.

Este número, sin embargo, se reduce cuando se pregunta directamente por las actitudes del presidente Néstor Kirchner. Un 13 por ciento está muy de acuerdo con su frase de que gobernar “no es andar con un palo en la mano” y un 51 está “de acuerdo”. Sólo un 18 por ciento se muestra en desacuerdo y un ínfimo 1,4 está “muy en desacuerdo”.

Un detalle llamativo es qué alto nivel de reconocimiento tienen ciertas cuestiones: apenas un 1,4 por ciento no supo qué contestar sobre la conveniencia o no de reprimir, y un todavía menor 0,9 por ciento se quedó sin palabras al hablar de la protesta por la muerte de Fuentealba.