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Ultimas imágenes del error
“De lo nuestro lo peor” y “Nosotros también nos equivocamos” descubren los bloopers de los famosos, y hasta se pasan facturas.
Por Julián Gorodischer
Ultima sorpresa de la tele: ahora los canales disfrutan mostrándose torpes, hoscos, cuerean a sus estrellas y hasta se dan el gusto de acumular buen rating a bajísimo costo. ¿Qué más barato y rendidor que poner a un presentador y reflotar archivos propios? Pero que nadie se equivoque: esto no es un homenaje, un rescate emotivo (aunque también lo hay, en el 13, y no le va mal), ni una recopilación nostálgica. Este rescate de latas viejas o no tan viejas a cargo de uno o un par de conductores graciosos (Rubio y Rottemberg en Canal 13; Axel Kuchevatsky en Telefé) parece más una forma de leve revancha, una inversión del gaste que otra cosa: desquítese con saña viendo el fracaso (leve, pasajero; no hace daño...) del famoso trastabillando, trabado en la repetición de un texto de telenovela, pidiendo que “graben otra vez...”.
El extraño placer del error de las estrellas, por lo menos, hace justicia: del boom del blooper del ciudadano común, en los ‘90, convertido en un éxito por Marcelo Tinelli y su tribu de “gomazos”, se ha llegado a esta posible vendetta: mírenlo ahora a Tinelli en el backstage, atorado con los siete alfajores. Ya no tiene, en el detrás de cámara, la pinta del ganador haciéndose el gracioso, como en “VideoMatch”, sino la imagen del desesperado en busca de un asistente, un paramédico o una palangana.
El puntapié lo dio el 13 con “De lo nuestro lo peor”. Contradijo todos los cánones de programación y superó los veinte puntos de rating. ¿Con qué materiales? A saber: Reina Reech olvidando la letra en “Generación Pop”, pero también queda lugar para un viajecito al pasado de “La banda del Golden Rocket” o “Montaña Rusa” para descubrir a los aprendices de galán en furcio perpetuo. Para no herir susceptibilidades se lo ve al patrón, Adrián Suar, en esta suerte de democracia del papelón. Para el cierre, Rubio y Rottemberg se reservan sus propias gansadas, como para que nadie levante el dedo acusador. Pero es cierto: “De lo nuestro....” recubrió sus bloopers de exceso de confianza para “reírnos todos” en familia. Porque por algo uno “está en casa viendo la tele”, según slogan rendidor, y Reina parece más cercana, más amigable cuando se equivoca el nombre de algún “pichicuchi” de su programa.
Pero Telefé, con “Nosotros también nos equivocamos”, inauguró la era del trabajito sucio. ¿Usar el espacio para desfigurar a una estrella traicionera que se fue a otro canal? “A mí no me señalen”, se defendería Claudio Villarruel y pocos le creerían a juzgar por la continua referencia al excitado permanente, Guillermo Francella, vinculando la pedofilia y el chiste verde de sus sketches en “Poné a Francella” al detrás de la escena. Se lo ve diciendo, en el off: “Vení, comé”, en señalamiento genital. Las chicas se ríen o se dan vuelta, y el conductor se ríe: “Miralo a Francella...”. Eso sí, después llega el turno del paseo por las tiras del momento (“Costumbres argentinas” y “Resistiré”), y vuelven las sonrisas piadosas para el equívoco casual de Celeste Cid (¡se tentó, pobre!) o las perlitas de Susana, tan inofensivas que hasta ella misma las incluyó como una de las pegadas de “Susana Giménez”, su programa. Ella fue fiel, se quedó en Telefé, y por eso los bloopers suaves apenas si recogen lo que -según parece– nunca se van a cansar de repetir: “¿Vivo?”, pregunta la diva sobre el esqueleto de un dinosaurio recién llegado de la Patagonia.
Antes del final o en el capítulo siguiente, vuelve el baboso, una y otra vez y con destinatario múltiple: Florencia Peña y Julieta Prandi, en “Poné a Francella”, pero también hay tiempo para volver al lejano “Brigada cola”. Francella mirando un culo, Francella diciendo “Vení, comé” (sí, lo dice muchas veces), Francella exclamando “Mi dios” cuando pasa una bailarina desnuda, y justo ahora que el capocómico busca imagen familiera y apta para menores en “Durmiendo con mi jefe”, pero eso queda en Canal 13 y la guerra de canales, en el show del error, no protege al hereje.