ESPECTáCULOS › “TRAS LINEAS ENEMIGAS”, CON GENE HACKMAN
El militarismo for export
Por Luciano Monteagudo
En el final de La caída del halcón negro, el joven sargento sobre el cual descansa casi todo el peso del relato y que al comienzo dudaba de la necesidad de la intervención estadounidense en Somalia, termina convencido, después de su bautismo de sangre y fuego, de que no hay nada mejor que ser un ranger y estar allí donde la cadena de mandos se lo ordene. Es la misma conclusión a la que llega el teniente Burnett (Owen Wilson) en Tras líneas enemigas. La película dirigida con una estética MTV por el debutante John Moore también hace de su protagonista un hombre, al comienzo, no del todo seguro de su misión. “Soy piloto de caza, no un policía, y menos en un barrio al que nadie le importa”, le dice a su superior, cuando le presenta su carta de renuncia. Bastará con que este severo almirante (Gene Hackman) lo mande en una acción en la que queda solo frente a toda una horda de serbios asesinos para que el joven teniente entienda por fin cuál es su deber y termine abrazando la causa estadounidense, sea cual fuere, con más fervor que nunca.
Curiosamente, los villanos no son sólo los serbios. “Tropas de Estados Unidos en estado de alerta, deseosas de entrar en acción. Todos tensos... es el precio de la paz”, dice un texto al inicio de la película, como sugiriendo que la mejor terapia es la guerra. A esa guerra se opone un general europeo (el actor portugués Joaquim de Almeida), que quiere impedir que un importante acuerdo de paz se quiebre al intentar el rescate del piloto norteamericano. Pero el almirante Hackman, claro, no está de acuerdo. “El pueblo americano quiere a su piloto y lo traeremos a casa”, afirma, mientras él mismo se trepa a un helicóptero artillado, para recuperar a su muchacho. John Wayne en Los boinas verdes no lo hubiera hecho mejor.